La ruptura está formalizada. Sin pronunciar su nombre, López Obrador se ha ido a la yugular del senador aspirando y suspirando a la candidatura presidencial de Morena.
Ya se verá, entonces, la capacidad de aguante, en todo caso, sadismo puro, de Monreal para “agarrar el toro por los cuernos” y anunciar la renuncia a Morena.
AMLO no lo quiere en sus filas.
Y dueño del poder presidencial, jefe máximo del Poder Ejecutivo federal, jefe de las finanzas, jefe de las fuerzas armadas y corporaciones policiacas, jefe de parte de los Poderes Legislativo y Judicial, jefe nato de su partido, jefe de veintidós gobernadores, jefe de parte de los Congresos locales, jefe de montón de presidentes municipales, el manotazo de AMLO ha sido categórico, concreto, específico, lacónico y macizo:
Dijo AMLO: “¿A quién voy a apoyar? Al que gane la encuesta. ’Ah, es que si no me apoyas a mí y no gano la encuesta... me voy. ¡Que te vaya bien! ¡Sigue tu camino!”.
Entonces, el presidente de la república reiteró:
Tiene una hermana, Claudia Sheinbaum Pardo. Tiene dos hermanos, Adán Augusto López Hernández y Marcelo Ebrard Casaubon.
Y si desde los orígenes de la humanidad, los padres heredan a los hijos, también, claro, suele darse la circunstancia y coyuntura de que los hermanos hereden a los hermanos.
Y Ricardo Monreal Ávila fue borrado de la lista carnal, con todo y los más de veinticinco años que, alardea, tiene de amistad “a prueba de bomba” con AMLO.
El manotazo está dado.
Nunca, jamás, AMLO perdonará que causara, como ha trascendido, la derrota de Sheinbaum con sus candidatos a presidentes municipales en la Ciudad de México.
Más, mucho más, cuando el mismo AMLO se ha reconocido como un hombre con resentimientos.
Y nadie dudaría, con odios.
Y venganza.
Venganza, mejor dicho, ajuste de cuentas, por ejemplo, la exclusión de Monreal en la lista privilegiada de los posibles precandidatos presidenciales.
Además, la historia política lo demuestra, irse por la libre con la candidatura presidencial significa un viaje al infierno.
Y ni modo de agarrarse a madrazo limpio con Sansón.
Y/o con Atila.
Y/o con Adolf Hitler y José Stalin.
“Veinte y las malas” que el filósofo, escritor y político, José Vasconcelos Calderón, ha sido el más fuerte candidato presidencial independiente en el país.
Enfrentó a Plutarco Elías Calles en la candidatura con su favorito, Pascual Ortiz Rubio.
La crónica de la época registra que ganó Vasconcelos, pero perdió en majestuoso fraude electoral.
Y de ñapa, hasta cien seguidores le asesinaron en la masacre de Topilejo, en el Estado de México.
Entonces, y a menos que sea un sádico y goce con el dolor y el sufrimiento, Ricardo Monreal, y por dignidad humana y respeto a sí mismo, ha de renunciar a Morena.
Con todo y que de por medio sea destituido de la coordinación senatorial de Morena.
Si es congruente consigo mismo, claro.
De lo contrario, un farsante más...
Priista que fue. Priista que también fue AMLO.

EL PAÍS DE UN SOLO HOMBRE...

Desde siempre hemos vivido (y padecido) “el país de un solo hombre”.
¡Y ay de quienes enfrentan al presidente de la república, el jefe máximo!
¡Y ay de un Ricardo Monreal metiéndose con la hermana del presidente AMLO, la Sheinbaum!
Y más, si es una hermana amada y querida.
Más si la hermana es vista y vista bien por la segunda esposa del presidente y sus tres hijos mayores.
Y, claro, por los rodeólogos del presidente, entre ellos, los veintidós gobernadores, y quienes (nunca de olvidarse en “los juegos del poder”) le deben el cargo público.
Fue, digamos, el único delito y/o el peor delito de Monreal.
Y por más que deseó congraciarse la voluntad presidencial y hasta cantándole cancioncitas, de nada sirvió.
Monreal, el nuevo Porfirio Muñoz Ledo del sexenio.
Incluso, hasta el nuevo Lázaro Cárdenas Solórzano, guardada, claro, toda proporción.
El Carlos Urzúa.
El Javier Jiménez Espriú.
El Germán Martínez, quizá.
Tampoco se necesita una brújula de cristal para aventurar que en el año 2024, el triunfo en las urnas de Morena con su candidato presidencial está fuera de duda... considerando el incalculable poder político, económico, social y electoral de López Obrador.
Más si los partidos opositores privilegian las desavenencias a la concordia.
Entonces, y dada la fuerza descomunal de un presidente de la república, Ricardo Monreal se amarra la lengua y calla y anda con bajo perfil y espera vientos favorables, y apechuga hasta el desdén y menosprecio con que es tratado por AMLO, o de lo contrario, habrá de zambullirse en la Renata, Reserva Nacional del Talento,
Pero como el daño sicológico, amical y moral y político está causado y demasiado arraigado en las neuronas y corazones políticos, entonces, se antoja difícil que AMLO lo perdone.
Ya se lo dijo: “¡Que te vaya bien, sigue tu camino!”.
Ni Cuauhtémoc Cárdenas, la gran figura icónica y simbólica del siglo pasado, pudo con tanto tsunami priista de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Manuel Bartlett Díaz, aquel de “¡se cayó el sistema!”.
Tampoco pudieron Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard Casaubón ganarse las neuronas de Carlos Salinas, a pesar, incluso, de que Camacho y Salinas eran amigos entrañables.
Más amigos que Monreal y AMLO.
Es la fuerza presidencial telúrica.
Principio universal como moraleja:
El poder político y público nunca se comparte.
Ni con Dios...
Lo decía Calígula: “¡Hay días cuando me siento Dios!”.
Monreal, un pobre terrenal, quiso competir con AMLO, de quien el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra descubrió lo siguiente: “¡López Obrador tiene mucho de Dios!”.