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Miércoles 30 noviembre, 2022

Diarrea verbal

•La Declaracionitis
•Mal periodístico

UNO. Declaracionitis, diarrea verbal

La peor diarrea verbal incluso, la padecemos los políticos y los reporteros. Desde luego, los medios.
Esta enfermedad incurable consiste en que los políticos hablan como todólogos expertos hasta de la energía nuclear y cósmica y la vida

Luis Velázquez

en el sistema planetario y los trabajadores de la información escriben sus notas y en los medios son publicadas como “la verdad histórica”.
Basta y sobra con leer con lupa para confirmar la diarrea verbal. En la mayoría de los casos, puras declaraciones.

DOS. Bozal reporteril

Los medios se sacian publicando puntos de vista, opiniones, divergencias y convergencias, críticas a los opositores, pues la mitad del mundo y casi la otra mitad nunca se han amarrado la lengua y usado bozal para la prudencia, la mesura, la cordura y la tolerancia.
Se trata de la peor entre las peores enfermedades de la vida humana, y como data de varios, muchos, siglos, entonces, ninguna medicina, cura, antídoto, remediará la diarrea verbal.
Incluso, hasta competencia existe entre los políticos y los reporteros para la “Declaracionitis” y que así, tal cual, suele llamarse por los sociólogos.

TRES. Mal avasallante

La diarrea verbal es tan avasallante que prolifera en los presidentes municipales, síndicos y regidores.
También en los gobernadores y el presidente de la república y en los secretarios de Estado.
Y ni se diga en los diputados locales y federales y Senadores.
Caray, multiplicada en abundancia en los dimes y diretes todos los días de los aspirantes y suspirantes a presidente de la república y gobernador de Veracruz.
Y los medios, convertidos en caja de resonancia, con lealtad, y lealtad ciega, de los políticos enfermos de la terrible y espantosa diarrea verbal.

CUATRO. La lengua de oro…

Incluso, el grupo de Neuróticos Anónimos tendría mucho éxito si lanzara convocatoria para otorgar el Premio “La Lengua de Oro”, y en donde el ganador sería el político reincidente en la diarrea verbal.
Y más, porque como la lengua no tiene hueso, entonces, está excluida de padecer dolores musculares y su dueño puede “hacer y deshacer”.
Basta y sobra con revisar con lupa un periódico, un noticiero de radio y televisión y un medio digital para comprobar el descarrilamiento total de la Declaracionitis.
Es una enfermedad sicológica y sociológica y antropológica tan antigua, digamos, como los orígenes de la prostitución, considerado el oficio más viejo del mundo.

CINCO. Cantinflas rebasado

Un noticiero estelar por ahí se llama “Hechos”. Pero en “Hechos” también entran en el ranking de la diarrea verbal.
Y es que en el día con día, pocos, excepcionales políticos avalan su conducta pública con hechos concretos y específicos.
Por el contrario, el 99 por ciento apuesta a las declaraciones y nadie les gana. Quizá, apenas, apenitas, Cantinflas, con su memorable y citable palabrerío cuya característica fue, y es, hablar mucho y de manera insustancial y decir poco, o nada.

SEIS. Droga necesaria para vivir

Por eso, el lema tan vigente en el periodismo de “Me lengua me como un taco”.
Pero, bueno, la enfermedad neurológica de los políticos y reporteros es tan antigua que “pasado un ratito” el lector se ha acostumbrado.
Y el consumo de la Declaracionitis se ha convertido en una droga necesaria para vivir.
Además, si a los políticos bien podría entregarse la presea de “La lengua de oro”, a los reporteros también “La pluma de oro”, y/o en todo caso, para ser justos, una medallita con el mismo nombre.
“La lengua de oro”.
“La vida es así y qué le vamos a hacer” exclama un personaje literario de Carlos Fuentes Macías.


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