por ejemplo, los secretarios Adolfo Mota y Jorge Carvallo Delfín.
Todo, para congraciarse con Javier Duarte.
Pero de allí pa’lante y pa’atrás, Éric Patrocinio Cisneros Burgos es campeón de campeones.
Quizá porque es de baja estatura. Acaso por el color de su piel. Quizá porque desde adolescente, joven, debió asilarse en Baja California para salvar la vida, como se afirma.
Acaso porque es carón y panzón. Quizá porque arrastra mucho, demasiado resentimiento social y político, y es el momento estelar para ajustar cuentas.

LUNES
Tentación faraónica

Rogelio Franco Castán, ex diputado federal y ex presidente del CDE del PRD, fue “El dos del palacio” con Miguel Ángel Yunes Linares.
Y nunca se manifestó “en la plenitud del pinche poder” con tanta alharaca y fuegos artificiales, halagos, incienso y loas.
Siempre se mantuvo en un bajo perfil. Incluso, y por lo regular, alejado de las candilejas mediáticas.
Incluso, luego del cargo público desempeñado fue lanzado como candidato a diputado federal por el PRD y ganó, pero entonces, la 4T se le atravesó y desde entonces lo tiene encarcelado, a pesar de ganar varios amparos federales.
Javier Duarte tuvo a Érick Lagos y Flavino Ríos Alvarado como secretarios de Gobierno.
Y con todo, ninguno cayó en la tentación faraónica de ahora.
Flavino brincó de la SEGOB jarocha como gobernador interino durante los cuarenta días en que Duarte fue declarado prófugo de la justicia y detenido, como se recuerda, en Guatemala.
Y siempre se manejó con discreción, sin cacayacas a los lados ni por delante.
Por lo pronto, retirado a su notaría pública en Minatitlán, donde vive como un ciudadano más.

MARTES
Discreta operación política

Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez fue “El dos” de Fidel Herrera Beltrán, con su inteligencia incandescente.
Y “El dos”, siempre aseguraba Reynaldo, está para alivianar todos los problemas, pendientes y conflictos a “El uno”.
Por tanto, su mundo sexenal es el reino de la mesura, la prudencia y la cordura, sin asomarse a los medios, más cuando sea inevitable. Incluso, necesario.
“El dos”, decía y predicaba con hechos y resultados concretos y específicos, ha de anticiparse a los vendavales.
Y cuando “El uno” lo advierta ha de saber que el tsunami fue atendido y resuelto.
Y si Reynaldo aparecía en los medios de vez en vez, siempre, primero, con bajo perfil.
Además, dada la chispa jarocha que posee, con gran sentido del humor y que “en el aire las compone”, era objeto y sujeto periodístico por naturaleza.
Miguel Alemán Velasco despachó con la maestra Noemí Quirasco. La primera mujer en el cargo. Una gran dama. Operando siempre, digamos, en las sombras y actuando como la sombra del jefe máximo, acatando las órdenes superiores.
Con lealtad y eficacia y eficiencia. Sin caer en la tentación de los políticos automáticos, aquellos que apenas protestan en un cargo están soñando con el siguiente.

MIÉRCOLES
Inteligencias incandescentes

Patricio Chirinos Calero inició con Miguel Ángel Yunes Linares como “El dos”. Intenso y volcánico, como su identidad, temperamento y carácter.
Tanta confianza le profeso Chirinos que el góber pasó parte sustancial del sexenio en Los Pinos con su amigo, el presidente Carlos Salinas de Gortari.
De hecho y derecho, Yunes fue el gobernador. Hábil, pasó a la presidencia del CDE del PRI camino a la candidatura a jefe del Poder Ejecutivo estatal, pero en la primera elección municipal perdió 107 (ciento siete) Ayuntamientos y en automático, perdió la nominación.
Fue renunciado y/o renunció congruente consigo mismo y entró al quite Salvador Mikel Rivera, quien despachaba como Procurador de Justicia.
Dante Alfonso Delgado Rannauro fue una constelación con Fernando Gutiérrez Barrios como secretario General de Gobierno.
Don Fernando significó la figurita en el par de años de su mandato sexenal. Y Dante, el operador, el encargado de conservar la paz, luego de que Veracruz quedara pacificado en los primeros cuarenta días de Gutiérrez Barrios.

JUEVES
Dejar libre el camino

Nombrado gobernador por el Poder Legislativo, durante cuatro años Dante nombró a Miguel Ángel Díaz Pedroza “El dos” del palacio.
Díaz Pedroza fue un operador discreto y callado. Eficiente y eficaz. Desatorando las sublevaciones. Enderezando los vientos. Suscribiendo pactos y acuerdos.
Y lo más importante, con una lealtad “a prueba de bomba” porque nunca buscó el cargo público siguiente.
Pero Ignacio Morales Lechuga fue avasallante con su jefe y amigo, Agustín Silvestre Acosta Lagunes.
Luego luego se atravesaron las diferencias. Y “para llevar la fiesta en paz”, prefirió renunciar a la SEGOB jarocha y agarrar camino a la Ciudad de México y en donde lograra la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y la Procuraduría General de la República y la Embajada salinista en Francia.
Fue, digamos, el mismo camino que su antecesor en la SEGOB Raúl Lince Medellín, el primero con Acosta Lagunes.

VIERNES
El malo de la película

En el destino de algunos secretarios Generales de Gobierno bien pudiera mirarse Éric Patrocinio Cisneros Burgos:
Rogelio Franco Castán. La cárcel, a pesar de seguir ganando amparos federales.
Flavino Ríos Alvarado. La cárcel y la notaría pública.
Érick Lagos. Retirado.
Reynaldo Escobar Pérez. Jubilado.
Nohemí Quirasco. Jubilada como maestra.
Miguel Ángel Yunes Linares. La gubernatura y el retiro.
Miguel Ángel Díaz Pedroza. La notaría pública.
Dante Alfonso Delgado Rannauro. Su partido político, Movimiento Ciudadano, y la senaduría de la república por segunda ocasión. Destapado como posible candidato presidencial de su MC.
Ignacio Morales Lechuga: Procurador de Justicia en el DF y de la República, una Embajada y la notaría pública.
Raúl Lince Medellín: el retiro y el bajo perfil.
En el imaginario colectivo late que Cisneros Burgos pudiera (pudiera, en futuro) ganar una candidatura de MORENA al Senado y que otra cosita, mil años luz de distancia, significa ganar en las urnas.
Y de ser así, dependerá de su estilo personal de seguir ejerciendo el poder y la tarea de gobernar.
Siempre, dice el viejito del barrio, conjugando el verbo sumar en todos sus tiempos.
Sin arañar ni arañarse con los ciudadanos de a pie, pero tampoco con las tribus políticas.
Cuatro años después de iniciado el sexenio de la 4T, además del incienso y loas necesarias para tener vitalidad y energía y mejor karma, está convertido en el Narciso Mendoza, el Niño Pípila, de su góber.
El malo de la película, pues.