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Escenarios
Viernes 25 noviembre, 2022

Enfermo de cáncer

•Tiene 80 años
•Se opera Sí o No

UNO. Sí o No

Una familia está a punto de la tercera guerra mundial. El abuelo de ochenta años de edad tiene cáncer. Y un par de médicos apuesta a una operación. Unos parientes a favor y otros en contra. La discordia floreciendo en surco propicio.

Luis Velázquez

Peor: ya dejaron de hablarse y cada parte cabildeando con los médicos. Los doctores entre el “No” y el “Sí”.
La familia fragmentada, cada quien con sus argumentos.
Que el abuelo no aguantará. Que morirá en el quirófano. Que ya vivió lo suficiente. Que solo queda esperar la muerte.

DOS. Pocos se salvan

En realidad, el cáncer es una de las peores enfermedades. Pocas, excepcionales, personas, se salvan.
Una, el panista Gerardo Buganza Salmerón. Y otra, el priista Gustavo Sousa Escamilla.
Ellos enfrentaron y desafiaron el cáncer y vencieron.
De seguro, costoso tratamiento médico. Se ignora si quirúrgico.
Y bendito el Ser Superior de cada uno.
Pero si el cáncer pega a gente que vive en la miseria, la pobreza y la jodidez…
Y con grandes limitaciones para caminar cada día y noche…
Entonces, los estragos son tan canijos como inminentes.

TRES. De nada sirven remedios caseros

La medicina puede hacer un poquito mejor llevadera la vida. Pero tarde o temprano, el mal camina con fuerza avasallante y huracanada en el cuerpo humano y nada salva.
Decir que un familiar tiene cáncer, y más, cuando está en edad avanzada, por lo general suele ligarse con la muerte.
Y, claro, los dolores son tan agudos y reincidentes que a nadie se desean.
Unos amigos, unos compadres, unos compañeros, unos vecinos de la familia han aconsejado remedios caseros y de origen natural, pero de nada sirve.
Es más, está claro que la ciencia médica es y ha sido incapaz de crear y recrear, inventar, antídotos.

CUATRO. Incertidumbre médica

El cáncer, como tantas otras enfermedades, el Alzheimer, el Mal de Parkinson, la leucemia, los males degenerativos, en la incertidumbre médica.
Ninguna medicina efectiva. Tampoco un tratamiento eficaz. Digamos, pura venta de esperanzas de los doctores para sobrellevar los días y las noches y los años.

CINCO. La familia despellejada

El abuelo de ochenta años de edad mira y escucha pelear a la familia como si fuera la pelea de box estelar de la temporada.
Está en manos de ellos. Ellos, los hijos y nietos y tíos y primos toman la decisión. Ellos deciden su destino.
Los Lamas dicen que cuando la persona ya desea irse su voluntad ha de respetarse.
La familia se despelleja entre sí y en silencio, el abuelo lucha para evitar las secuelas del mal fario y el peor karma.
Vive en su casa asistido por una trabajadora doméstica en el día y otra en la noche, casi casi, su enfermera, y quien aprendió a inyectar para aplicar las horas más duras, rudas y difíciles.

SEIS. La vida, un infierno

Los hijos se la pasan ordenando y regañando. “Haz esto. Haz aquello. Cuidadito y se te olvida darle la medicina. Sigue la dieta”.
Y como viven fuera de la ciudad y tienen su trabajo y su pareja y sus hijos y sus necesidades y sus problemas, entonces, parecen capataces de hacienda porfirista con el par de empleadas caseras.
Una hija las tiene en la antesala neurótica porque habla más de diez veces al día y en la madrugada, a deshoras, únicamente para checar si la trabajadora nocturna está despierta y pendiente.


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