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Escenarios
Martes 27 septiembre, 2022

Abuelos y nietos

•Gran tertulia
•Fértil convivencia

UNO. Tertulias familiares

Nada más fascinante que las tertulias de los abuelos y los nietos. Desayunito únicamente entre ellos.
Si las circunstancias económicas lo permiten, desayunito en un restaurante. De lo contrario, en casa.
Pero siempre, como un ritual religioso.

Luis Velázquez

Sagrado. Las generaciones, empalmadas. Unos a otros contándose historias del día con día. Las experiencias de ayer y hoy.
Casi casi como cuando el escritor Jorge Luis Borges solía sentarse en una banca en un parque en Ginebra los sábados en la tarde y el viejo platicaba con el joven que había sido y el joven con el viejo que era. Felices las partes de reencontrarse.

DOS. Cerca, pero lejos…

Por lo regular, las familias se reúnen. Entonces, y de acuerdo con la ley no escrita, pero vigente, los abuelos platican entre sí. Y los padres, también. Y los niños con los niños.
Así, caray, los abuelos y los nietos únicamente se saludan de besito jurándose amor eterno cuando llegan a casa y cuando se retiran.
Y el diálogo entre ellos es corto y reducido. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la escuela? y punto.
Tal cual, los abuelos, por ejemplo, están cerca, pero lejos de los nietos. Y viceversa, claro.

TRES. Se quiere más a los nietos

Más, mucho más, en los cumpleaños y la navidad y la cena de fin de año.
Y luego de darse el abracito y el besito anual hasta la próxima cita… y dentro de un año.
Nunca el lenguaje monosílabo tan acentuado entre los abuelos y los nietos cuando, caray, tanto pueden participar los abuelos en la formación de los nietos.
Incluso, la verdad incontrovertible es la siguiente: se quieren más a los nietos que a los hijos.

CUATRO. Aprendiendo a quererse

Por eso mismo, nada tan productivo como las tertulias de los nietos y los abuelos.
Unas dos horas en un desayunito platicando sus cosas de la vida y de los amigos de la escuela y los amigos de la vecindad y deseos y sueños.
Y los abuelos narrando sus experiencias en los más de sesenta, setenta y hasta ocho años vividos.
Respetando siempre la libertad de cada uno de los nietos.
En ningún momento imponiendo enseñanzas y vivencias y experiencias, y en todo caso, planteando opciones para estar, ser y trascender.
Los abuelos y los nietos, aprendiéndose a querer y respetar en cada tertulia, en cada desayunito, en cada cafecito.

CINCO. Los abuelos del Gabo

Los abuelos más famosos en el mundo fueron y son los del escritor Gabriel García Márquez.
La abuela, por ejemplo, le llenaba la cabeza de historias del pueblo, Macondo, que Aracataca se llamaba.
Desde el hombre aquel que cuando llegaba a la casa grande iba acompañado de mariposas hasta la gitana que se alquilaba para soñar.
Y el abuelo revivía sus peleas en el campo de batalla y en donde siempre salía derrotado.
Entonces, el niño quedó con tantas historias que por eso escribió, entre tantas obras, la novela “Cien años de soledad”.

SEIS. La dicha inmensa

Fueron los pescadores a la orilla del mar quienes llenaron de imaginación y conocimientos las neuronas de Jesús y a los doce años llegó al templo para discutir con los sabios y filósofos de la época.
A los cuatro años, Carlos Monsiváis Aceves sabía leer y escribir y que su señora madre le enseñara. Y a los 9 años había leído la Biblia completa. Y a los diez años recitaba de memoria páginas completas del relato bíblico.
Por eso, nada más hace más feliz a los abuelos, y de paso a los nietos, más que las tertulias.


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