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Diario de un reportero
Sábado 20 agosto, 2022

Incierto destino

Jóvenes frustrados
•Esperanzas burdas


DOMINGO
El mundo encima…



La población juvenil vive el peor de los tiempos.
Uno, los salarios pichurrientos y que oscilan entre 5 y 6 mil pesos mensuales.
Dos, el desempleo galopante donde cada vez los patrones les niegan la posibilidad argumentando inexperiencia laboral, así tenga, incluso, calificaciones de excelencia.
Tres, una violencia canija y descarrilada, a tal grado que, por ejemplo, muchos de ellos, quizá la mayoría, desde que nacieron únicamente han visto y mirado alrededor tiroteos, balazos, ejecuciones y tiradero de cadáveres por todos lados.
Cuatro, la migración como posibilidad para lograr un empleo estable y seguro y pagado con justicia laboral.
Cinco, la inicua explotación patronal en todos lados, sin excepciones, pues son considerados “carne de cañón”.
Seis, luego de unos veinte años, promedio, de cargar la mochila escolar todos los días al hombro, enfrentarse a una...

Luis Velázquez

realidad adversa, con carreras profesionales saturadas.
Siete, la venta de esperanzas burdas, ramplonas y baratas y que únicamente llevan a sentirse timados.
Ocho, de acuerdo con la estadística social, los chicos con un título universitario son los más rechazados, y entonces, sentir que los estudios de nada sirvieron.

LUNES
Trío de jinetes apocalípticos

El tiempo que los chicos viviendo ha empeorado más por el trío de Jinetes del Apocalipsis.
Uno, el COVID y que va en la Quinta Ola y que desde hace unos dos años y medio ha pegado como nunca antes en los últimos cien años.
Dos, la recesión y que desde hace más de cien años tampoco se había sentido.
Y tres, la peor entre las peores inflaciones de la historia, pues además de los factores internos están los externos, entre ellos, vaya paradoja, hasta la guerra de Vladimir Putin, de Rusia, a Ucrania.
Nunca antes la desesperación creciente de los padres de familia y las amas de casa para garantizar el itacate y la torta en casa con tantos incrementos en los precios de la canasta básica.
Caray, la tortilla ha llegado a treinta pesos.
El kilo del aguacate, a ochenta pesos.
Un pancito, doce pesos.
El automóvil más barato está en 215 (doscientos quince) mil pesitos.
Y por añadidura, las colegiaturas mensuales en los colegios particulares y desde la primaria hasta la universidad están disparadas.
Y lo peor, como si fueran casas de estudio de primer mundo.
Entonces, si los padres están ahorcados y con graves y grandes limitaciones, peor, mucho peor, los hijos.

MARTES
Jóvenes indígenas y campesinos

Duro y rudo el destino económico, laboral y social de los jóvenes urbanos.
Más duro de los jóvenes obreros.
Más, mucho más de los jóvenes campesinos.
Y el rincón más arrinconado del infierno social para los jóvenes indígenas, hijos de indígenas que nacieron y se desarrollaron en las regiones marginadas de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Si de por sí existe un déficit de empleos justos y dignos en las zonas urbanas, el déficit alcanza niveles insospechados en las demarcaciones étnicas como son Huayacocotla, Chicontepec, Otontepec, Papantla, Zongolica y Soteapan y los Valles de Santa Marta y Uxpanapa.
Y si, por ejemplo, la calidad educativa deja mucho, demasiado que desear en las zonas urbanas, donde se entiende alcanza la vigilancia constante de la secretaría de Educación, en las partes indígenas y campesinas está por los suelos.
Bastaría recordar que en los pueblos indígenas la deserción escolar llega a niveles insospechados pues cada año en tiempo de la cosecha de la caña de azúcar, el café y los cítricos, los padres sacan a sus hijos de la escuela para irse a la talacha, pues significan una mano de obra más y un ingresito extra.

MIÉRCOLES
Del rancho al mundo

Ciro N. era ranchero en el pueblo. Hijo de un campesino, sin una parcela, un pedacito de tierra para sembrar maíz y frijol.
Buscó chamba y nunca encontró. Migró a Estados Unidos. Ranchero de que fue contratado. Creció. Se llevó a la familia. Allá las hijas estudiaron en universidad norteamericana. Una de ellas, vive en París. La otra, en Rusia. Casadas y felices.
Salvador N. era ranchero. Migró del pueblo huyendo de la miseria, la pobreza y el desempleo. Se fue para Cancún. Aprendió un oficio y con éxito. Su hija mayor vive y trabaja en Dubai, que por allá quiso probar suerte. Es ingeniera y trabaja en empresa transnacional.
Alberto N. era ranchero. Migró a la ciudad jarocha. Con grandes limitaciones pudo estudiar en la facultad de Ingeniería de la Universidad Veracruzana. Encontró trabajo en TAMSA. De allí lo enviaron a otras latitudes geográficas. Uno de sus hijos también estudio Ingeniería y, claro, en mejores condiciones de vida. Ahora, trabaja en Francia. Y allá casó con una francesa. El padre le enseño a mirar lejos. Y ni modo, a migrar. La patria de un hombre, le dijo, es donde trabaja y tiene a su familia.

JUEVES
Negro futuro

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 667 mil 870 personas de 15 a 24 años de edad estaban desempleadas hasta el mes de junio.
Un estudio de Manpower Group revela que “a mayor escolaridad, a los jóvenes se les complica más ser contratados”.
La investigación también manifiesta que “a menor escolaridad, las oportunidades laborales se mueven al sector informal y sin prestaciones sociales”.
El 87 por ciento de los jóvenes desempleados tienen licenciatura. El 79 por ciento, posgrados.
El INEGI dice que uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate y la torta a casa con el ingresito obtenido en el changarro en la vía pública vendiendo fritangas.
La leyenda urbana dice que los jóvenes desempleados son contratados por los carteles y cartelitos y quienes los habilitan como sicarios y pistoleros.
En la prensa escrita apareció un anuncio. Decía:
“Se solicitan universitarios, pero menos de la UPAV”, Universidad Popular Autónoma de Veracruz.
Uno de los programas del obradorismo se llama “Jóvenes Construyendo el Futuro”.
El futuro, ajá, que sueñan construir en un sexenio y del que han pasado tres años y nueve meses.

VIERNES
Chicos diezmados

Luego del COVID (el COVID y el aislamiento social) y la recesión (duro golpe a la vida económica) y la inflación (golpe demoledor a la economía familiar, sobre todo de las familias en la miseria, la pobreza y la jodidez), los chicos también enfrentan problemas de salud.
Uno, la depresión. Dos, la incertidumbre y la zozobra por el presente y el futuro.
Tres, las conductas autolesivas. Cuatro, los traumas de la violencia.
Cinco, las enfermedades infecciosas. Seis, la frustración económica y social acelerada por las dificultades para encontrar un empleo digno y pagado con justicia social y estable.
Siete, el rechazo social. Ocho, la epidemia de la obesidad, chicos con sobrepeso. Y desde la adolescencia. Ni se diga, en la juventud.
Nueve, ansiedad y depresión creciente. Diez, la salud mental.
Once, el consumo de alcohol. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, casi 700 (setecientos) mil adolescentes con un consumo exagerado de bebidas alcohólicas. Chicos que empezaron a beber entre los 13 y los 14 años.
Doce, el consumo de droga. Trece, la desintegración familiar por tantos padres divorciados. Catorce, las prácticas sexuales de riesgo.
El peor de los tiempos para los adolescentes y muchachos.



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