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Diario de un reportero
Sábado 13 agosto, 2022

Indignación crónica

•Un pueblo enojado
•¡Vaya canasta básica!
•El tiempo de AMLO

DOMINGO
La gente, jodida y enojada



La mitad de la población de la república amorosa y casi casi la otra mitad están enojadas. Está enojada, entre otras cositas, porque el salario dista mucho de alcanzar para garantizar el itacate y la torta en casa.
Y por los pichurrientos salarios de hambre.
La infinitud de negocios, comercios, empresas y changarros quebrados por el desventurado tsunami del COVID, la recesión y la inflación.
Está enojada porque los expertos ya dijeron que la inflación podrá, podría controlarse quizá hasta fines del año entrante.
Y porque de acuerdo con el Seguro Social, la tribu gobernante de la 4T en Veracruz se ha vuelto incapaz de recuperar los más de treinta mil empleos perdidos en los años del COVID, en tanto otros gobernadores “se han puesto las pilas” y los están rescatando.

Luis Velázquez

Hay irritación social, indignación colectiva, furia popular, porque MORENA y sus élites alimentaron muchas, excesivas, demasiadas expectativas económicas y sociales y hacia el cuarto año del sexenio, el fraude, la estafa, el engaño, la mentira, el principio de Peter.

LUNES
Razones del coraje social

El maestro en Ciencias Políticas y doctor en Sociología, Carlos Ernesto Ronzón Verónica, enumera algunas razones para documentar más todavía la ira social:
1. El incremento en los precios, empezando por los artículos de la despensa básica. Por vez primera en la historia del país, las familias, las señoras de la casa están dejando fuera productos de la canasta básica porque a la hora de pagar en la caja de la plaza comercial la quincena se hace talco y polvo. Caray, un kilo de tortilla, 24 pesos en la ciudad jarocha, mientras en Poza Rica treinta pesos.

2. Cada vez más jefes de familia y jóvenes en edad productiva despedidos en las fuentes de empleo. En unos casos, el reajuste de personal. Y en otros, el ajuste de cuentas en las oficinas de gobierno donde MORENA y la 4T ejercen el poder. Casi casi, ajuste de cuentas, odios, resentimientos, venganzas, de las tribus del partido guinda y marrón.

3. En contraparte, mientas como en Veracruz los préstamos bancarios rebasan los cincuenta mil millones de pesos, cero obra pública. Acaso, por ahí, una callecita pavimentada en una cuadra. Quizá un parquecito. Acaso, una anchita de beisbol, el deporte obradorista tan de moda. Incluso, con una rayita pintada más en el camellón, declarada obra magna oficial, únicamente se abona el clima de encabronamiento social.

4. Y lo peor, si existiera una obra pública local, regional o estatal de peso, concesionada y por Dedazo a compañía constructora favorita, dejando fuera a las empresas locales. Y por añadidura, incrementando el desempleo.

MARTES
Ejército de jodidos

5. A los viejitos de las regiones indígenas (un millón de habitantes) y campesinas ningún centavo llega de los programas sociales. En el colmo de la locura guinda y marrón les están pidiendo que hagan cita por Internet para ser beneficiados con una bequita, cuando, caray, ni a celular llegan. Y si lo tienen, se les dificulta el trámite cibernético. Son los llamados “Olvidados de Dios”.

6. En tanto el obradorismo alardea de sus obras magnas como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles, a los precaristas les “vale un gorro”. Ellos, el ejército de jodidos, quieren comer. Y por eso, el enojo social creciente, descarrillado, fuera de órbita. Y por añadidura, el estrés y la angustia.

MIÉRCOLES
Cuando se puede… se puede

7. Niños, adolescentes y jóvenes regresaron a clases. Y presenciales en la mayor parte de los casos. Y significó un gasto extra. Quizá, en unos casos, programado. Pero con todo, rebasado por el tsunami económico que se está viviendo y padeciendo. Entonces, ni modo, los jefes de familia debieran entrar arrodillados a la iglesia para un milagro con la quincena. En muchos casos, hasta pedir fiado a la tiendita y/o miscelánea y/o librería y zapatería de la esquina para adquirir los útiles escolares y los uniformes y los zapatos. Más, se insiste, con la inflación galopante. Por fortuna, el presidente de la república envió a su hijo menor a estudiar en el Reino Unido. Y ni hablar, cuando se puede… se puede, bendito el Ser Superior.

JUEVES
Sublevación social

Tanto enojo en la población que el famoso México bronco ha despertado.
Cierto, la población se ha acostumbrado a una república amorosa oliendo a pólvora y sangre, a Feminicidio (como Veracruz, campeón nacional), tiradero de cadáveres como gran paisaje urbano, suburbano, indígena y rural, cadáveres flotando en los ríos y lagunas y colgados de los árboles y puentes.
Pero cuando la violencia se vuelve doméstica y pega y duro y rudo en el bolsillo de cada jefe de familia, entonces, únicamente resta la sublevación social.
Y aun cuando ahora ya nadie tomará las armas como los indígenas y campesinos de Miguel Hidalgo y Morelos para lanzarse a la lucha, incluso, con la estampita de la Virgen de Guadalupe en el sombrero para detener las balas, ahora, el ajuste de cuentas es, será, en las urnas.
Por lo pronto, nadie puede “tapar el sol con un dedo” ni protegerse de un huracán con una sombrilla” y los ciudadanos de a pie están desencantados y decepcionados y se sienten timados por la 4T y tribus gobernantes.
Basta y sobra con meter la mano al bolsillo del pantalón para ver la morrallita en existencia y enfrentar las demandas económicas en el día con día.

VIERNES
El obradorismo mermado

Benito Juárez García, uno de los héroes del presidente AMLO, también enfrentó inflación. Incluso, el gravísimo problema de la deuda externa. Y ni se diga Maximiliano de Habsburgo con los mexicanos traidores, entre ellos, el hijo de José María Morelos, Juan Nepomuceno Belmonte, procreado con su trabajadora doméstica, Brígida Belmonte.
Juárez, dice el profe Carlos Ronzón, enfrentó la inflación y demás cositas con el pleito de los conservadores, sus adversarios y enemigos, con los liberales.
Igual, igualito, que AMLO, el presidente, ha convertido el tema en un sonsonete.
Y por eso mismo, el legado histórico de Porfirio Díaz Mori fue la paz entre los conservadores y liberales, debido, entre otras cositas, a la discordia juarista sembrada en la población, digamos, como ahora en la república amorosa.
Es más, la única obra pública de Juárez fue la construcción del Ferrocarril de México a Veracruz, de igual modo como con el obradorismo el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles.
Juárez se mantuvo en el imaginario colectivo y hasta fue reelecto durante quince años con las Leyes de Reforma, igualito que AMLO con la reforma energética.
Y es que mientras el COVID, la recesión y la inflación siguen mermando el obradorismo, nada más útil y eficaz que inculpar a los antecesores de todo el estercolero.
Incluso, con Juárez inventaron como elementos distractores a “El tigre de Santa Julia” y a “Chucho el roto” y magnificaron a “Los bandidos de Río Frío”.
Carlos Salinas creó “El Chupa-cabras” y “El mocha-orejas”, Daniel Arizmendi, preso en Almoloya, “le cayó como anillo al dedo”.


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