Quizá, comparable con la masacre de indocumentados, como uno de los últimos, en San Fernando, Tamaulipas, donde 72 ilegales fueron ejecutados, todos hincados, y hasta con tiro de gracia.
Todos, huyendo de los pichurrientos salarios de hambre en sus pueblos, el desempleo y la incertidumbre en el diario vivir.
El tráiler de la muerte en San Antonio, Texas. Casi casi, el tráiler de la muerte en Sayula de Alemán, con 93 (noventa y tres) salvados de una muerte inminente.

DOS. La noche salvaje de la violencia

¡Vaya pesadilla atroz!
Treparse en sus pueblos de América Central (Honduras, Guatemala y Salvador) y de México, claro, y de Veracruz, como los paisanos fallecidos en Texas, incluso, menores de edad, los tres chicos de Xico, por ejemplo.
Y hacinados, todos de pie, amontonados, en el tráiler, viajando desde Centroamérica hasta la frontera norte de México.
Sin detenerse, vaya, para el baño. Tampoco para una comidita por ahí de picadas y gordas y un cafecito.
Y aguantarse las ganas del baño.
Y de pronto, sentir la muerte cuando empiezan a perder aire, oxígeno, respiración, y se van asfixiando y muriendo poco a poco.
Y lo peor, “los polleros” y el conductor y el copiloto del tráiler abandonar la unidad y huir y perderse en el día o noche salvaje de la república amorosa.

TRES. Tragedia humanitaria

Niños huérfanos y parejas viudas. Padres ancianos dejados a la deriva económica y social.
Familias enlutadas que en vez del paraíso terrenal en Estados Unidos se toparon con la muerte.
La muerte de toda esperanza. La familia, la esposa y los niños, quedar solos.

CUATRO. Vaya Estado de Derecho

Todo, porque a las tribus políticas y gobernantes les vale el destino económico y social de la población.
Incapaces de alentar la creación de empleos urbano, suburbanos, indígenas y rurales, reaccionan con indiferencia y desdén.
Más incapaces de garantizar el llamado Estado de Derecho y que significa preservar la vida y los bienes.
Más, mucho más la vida, porque los bienes en todo caso van y vienen… si regresan, como con el relato bíblico del hijo pródigo y Job, el paciente.

CINCO. Miseria y pobreza…

Apenas se estaría olvidando la desgracia con los más de cincuenta migrantes en San Antonio, Texas, cuando un nuevo tráiler de la muerte apareció en Veracruz.
Fue la semana anterior en Sayula. El tráiler abandonado. Un boquete necesitaron abrir los migrantes para alcanzar la libertad.
En contraparte, caray, el cinismo. La autoridad federal y los gobernadores festinando las remesas y que como en el caso de Veracruz, han rebasado y con mucho los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos, el trío de industrias básicas para el sostén económico en Veracruz donde seis millones de los ocho millones de habitantes viven en la miseria y la pobreza.

SEIS. Doscientos mil pesos por el viaje a la muerte

Quizá la autoridad esté mirando con lupa los tráileres en las carreteras y caminos.
Incluso, desde su entrada a México en el sureste de la república amorosa y desde su partida en el interior del país.
Y con la guillotina bien afilada, pues bastaría recordar que “un pollero” cobra doscientos mil pesos a cada migrante por el traslado a Estados Unidos y que por todos lados significa un viaje a la muerte.