Reeducando a Papá
•Vida de los jubilados
•La esposa manda...
ESCALERAS: De acuerdo con las esposas, los hombres jubilados son reeducados por ellas en casa. Además, demandan sus derechos civiles como personas y seres humanos. Incluso, hay quienes viven el matriarcado a plenitud y únicamente “truenan sus chicharrones”.
Luis Velázquez
Por ejemplo, entre ellas mismas se hacen confidencias del nuevo tren de vida a partir de que el marido se jubiló luego de treinta años, mínimo, de trabajo ininterrumpido.
Y como por lo general, los jubilados ya ningún trabajo extra buscan, sino viven tranquilos con la pensión y el día y la noche, digamos, la pasan en blanco, entonces, las esposas establecen la nueva vida.
PASAMANOS: Una señora en la tarde pastelera contó su verdad:
“Con mi marido jubilado nos repartimos la chamba del día. Mi casa tiene dos pisos. La planta baja y la planta alta. Y vivimos solos.
Entonces, mi esposo se hace cargo de la limpieza en la planta baja y yo de la planta alta.
Y, claro, superviso el trabajo vaya a dejar la basura y el polvo debajo de los muebles.
Además, y como tenemos un jardín, entonces, un día lo riega él, y al día siguiente, yo. Y así, nos alternamos”.
CORREDORES: Otra señora reveló su nuevo estilo de vivir con el hombre jubilado:
“Hablé claro con él y le dije que a partir de la fecha y como los hijos ya se fueron a vivir a sus casas con sus esposas y sus hijos, entonces, un día guiso yo y al día siguiente guisa él.
Y cuando objetó que no sabía guisar, ni siquiera, vaya, unos huevitos en salsa, entonces, simplemente le fui enseñando día con día hasta que aprendió y lo dejé en libertad.
Más aún: como cada tercer día hago la despensa y voy a la plaza comercial y al mercado, a las 7 de la mañana nos levantamos y vamos al mandado.
Mi marido maneja y empuja el carrito en el mercado y la plaza. Simplemente, compartimos la chamba”.
BALCONES: Otra señora de la tarde pastelera lleva dos, tres pasos delante de las amigas. Por ejemplo:
Enseñó al marido jubilado a lavar la ropa cuidando siempre el tiempo de la lavadora.
Y de la secadora.
Pero también lo enseñó a planchar. Y cuando su pareja se puso rejega, entonces, le dijo:
“Planchas o te pones la ropa sin planchar”.
Y el marido se volvió el más obediente del mundo.
PASILLOS: Algunas señoras tienen vida social y en el transcurso de una semana van a par de desayunos y que suelen iniciar a las diez de la mañana y terminar hacia las 13, 14 horas, en el guiri guiri y el corte de la tijera.
También asisten a la manualidad dos veces por semana y a la tarde pastelera y a la zumba.
Entonces, negociaron con el marido su vida social porque el hombre suele irse que al cafecito con los compitas jubilados para llenarse de nostalgia hablando de lo que pudieron hacer en sus oficinas y nunca lo aplicaron.
VENTANAS: La guerra familiar estalla cuando, por ejemplo, ya jubilado, el marido tiene otra chambita por ahí.
Y es que las amigas le llenan el corazón de ira y furia a la señora con un esposo así y termina exigiéndole el mismo tren de vida.
Y lo peor en la vida es pelearse con una mujer porque equivale a pelearse con doscientos hombres al mismo tiempo.