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Jueves 26 mayo, 2022

La canija…

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•Los políticos

UNO. La soledad de los políticos

La soledad física (la de afuera) y la soledad espiritual, sicológica, emocional (la de adentro) son muy canijas y muchas cornadas suelen causar en la persona.
Las soledades en el ser humano, claro, son duras y rudas en todas

Luis Velázquez

las personas, sin excepción; pero quizá la soledad más sórdida y siniestra es la soledad de los políticos. Y de los políticos encumbrados, aquellos que de pronto tienen todo el poder del mundo cuando se vuelven jefes y cuando terminan el periodo constitucional, por lo general, suelen quedar en la peor de las peores soledades como en la soledad espiritual, sicológica y emocional.

DOS. Retrato de García Márquez

De los escritores en América Latina, quizá Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, retrató a plenitud la soledad de los políticos.
Y en varios libros. Además, de Cien años de soledad, por ejemplo, El general en su laberinto, El otoño del patriarca y El coronel no tiene quien le escriba.
Es la soledad de la estirpe política. De pronto, tener todo el poder económico y social del mundo y estar rodeado de servidumbre humana y como decía Javier Duarte, “apenas me hice gobernador las mujeres me sobraban”.

TRES. Cuando los amigos se van

Y luego de seis años de presidente de la república y gobernador y senador de la república y de cuatro como presidente municipal y de tres años como diputado federal y/o local, si al político va bien miles de bendiciones, pero si queda en la Renata (Reserva del Talento Nacional), entonces, la soledad espiritual se acrecienta.
Y la mayoría de lealtades que antes era se alejan, se van, desaparecen.
Y todos aquellos juramentos de “lealtad ciega” y “a prueba de bomba” quedan añico, polvo y talco.

CUATRO. Exilio dorado

Podrán los políticos quedar enriquecidos. Y como en el caso de Porfirio Díaz Mori, luego de 33 años de dictador, exiliarse en París, donde todas las tardes paseaba a caballo con su secretario particular en los Campos Elíseos.
Pero al mismo tiempo, exiliado. Lejos de su república amorosa donde durante más de tres décadas fue el señor omnipotente.
Lo decía Calígula, emperador romano: “Hay días cuando me siento Dios”.

CINCO. Bilirrubina del poder

Más todavía si se consideraba como escribiera García Márquez que “en la plenitud del pinche poder”, el político nunca conoce la soledad ni tampoco está consciente de la fragilidad del poder.
Y cuando todos, o la mayoría, de amigos, compañeros, subalternos, gabinete legal y ampliado, escoltas y hasta Barbies se han ido, por más billete que se haya llevado de las arcas oficiales y por más cerca que estuviera de la familia (si es que conserva a la esposa y los hijos), de cualquier manera le faltan los efluvios, el fósforo bitacal, la bilirrubina, del poder.

SEIS. La soledad de exgobernadores

Miguel Ángel Yunes Linares está retirado, por ahora. Javier Duarte vive en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. Fidel Herrera Beltrán está enfermo.
Hasta donde se sabe si se sabe bien, Patricio Chirinos Calero vive solo. Don Fernando Gutiérrez Barrios murió en el quirófano. Nunca más Agustín Silvestre Acosta Lagunes volvió a ocupar un cargo público luego de la gubernatura.
Don Rafael Hernández Ochoa falleció en un accidente automovilístico. Fernando López Arias se retiró a la vida privada, igual que Antonio M. Quirasco. Igual que Marco Antonio Muñoz Turnbell.
Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz y once veces presidente de la república, terminó exiliado en un poblado rural de América Latina, esperando, ajá, que “la patria” lo llamara.
La soledad del poder político…


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