Incluso, y como muchos políticos se describen a sí mismo. “Aquí, en la RENATA”, responden cuándo alguien les pregunta dónde están.
Y la Renata es la llamada Reserva Nacional del Talento.
Esperando vientos favorables, entre otros, que los amigos, los exjefes, un conocido, un cuate, por ahí, ascienda al poder y extienda invitación, al Ser Superior muchas gracias y bendiciones.

DOS. Carnicería humana

Y es que la carnicería humana entre los grupos y las tribus políticas “es pan de cada sexenio y cuatrienio y trienio”.
Un grupo sexenal, por ejemplo, se va, y otro llega. Y la mayoría de quienes se van, ni modo, a buscar tiempos mejores.
Y si encaramados en el poder “arañaron el presupuesto y metieron la mano al cajón, tendrán, digamos, para subsistir unos años.
Pero quienes fueron honestos “a prueba de bomba” en el ejercicio público, entonces, ni modo, a buscar chamba y ojalá les vaya bien.

TRES. El poder es rotativo

De acuerdo con la lógica del poder y la sobrevivencia del sistema político, el mando se alterna.
En el mejor de los casos, los grupos permanecen en la cúpula del poder unos doce años, por ejemplo, presidencia de la república, gobernadores y senadurías.
Unos cuatro años en caso de los presidentes municipales y tres años de los diputados locales y federales.
Por lo general, la guillotina (verdad filosófica, política, social y económica) se aplica en la mayoría.
La mayoría, pues, de cada tribu entronizada se va. Y con frecuencia, transcurren años para volver al centro del poder.

CUATRO. Estragos del poder

Bastaría referir los grandes estragos de la política estatal con Javier Duarte.
Duarte, viviendo en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Su exesposa, se afirma, Karime Macías, exiliada en Londres, la ciudad más cara del mundo.
Un exsecretario de Finanzas y Planeación, Antonio N., en el penal de Pacho Viejo.
Muchos duartistas amparados… por si las dudas, porque la cuchilla todavía está vigente y filosa.
El grupo de los guardias pretorianos que fue de Duarte (Adolfo Mota, Érick Lagos, Jorge Carvallo Delfín y Alberto Silva Ramos), en la Renata, esperando la mayoría una oportunidad, salvo “El cisne” con un cargo partidista en el PVEM.

CINCO. El mundo, a sus pies

Ellos fueron y alcanzaron los decibeles más altos del poder.
Los guardias pretorianos, por ejemplo, blindaban y custodiaban a Duarte en los eventos públicos y por ningún concepto, ni por descuido, dejaban pasar ni siquiera, vaya, el aire.
Ellos se creyeron dueños de las neuronas, el corazón, el hígado y hasta el sexo de su góber precioso.
Ahora, en la banca. Y, bueno, ojalá con sus elevados sueldos hayan ahorrado lo suficiente para el tiempo de las vacas flacas que son tantas tantas tantas, mucho más que las vacas gordas.

SEIS. Alta peligrosidad

Por eso, caray, meterse a la política significa un riesgo.
En todo caso, lo mejor es dominar un oficio, tener una profesión, digamos, con un despacho, un comercio, un negocio, un changarro, para los tiempos de las vacas flacas y de la RENATA (Reserva Nacional de Talentos).
Claro, sin caer en las tentaciones del poder como el nepotismo, el tráfico de influencias, el conflicto de intereses, las empresas fantasmas, “la ordeña de la vaca” y poner el dinerito público a sudar.
Así, al menos, quizá, la política deje de significar “un tragadero de mujeres y hombres”.