Tanto sufrimiento que el hombre se volvió un niño. Cada vez que la esposa, con quien vivía, iba a la plaza comercial y el mercado, el hombre lloraba.
--“No me dejes. No me dejes”, le pedía.
--Pero es que debo ir al mandado. ¿Por qué tienes miedo?
--“Tengo miedo de morir”.

DOS. Esperanza médica

Desde cuando el mal de la próstata empezó a manifestarse con urgencias urinarias, el hombre se sometió a tratamiento médico.
“Con las medicinas, le decía el urólogo, evitarás el cáncer de la próstata”.
Y el hombre, confiado, siguió el tratamiento siempre por más caras las medicinas.
Una, por ejemplo, cuesta mil novecientos pesos. Otra, quinientos. Y así, por el estilo.
“Son caras, pero eficaces” precisaba el médico.
Muchos años tardó el cáncer de próstata en caerle. Pero llegó y originó su muerte.

TRES. Esperar la muerte…

Padecía unos dolores bíblicos que a nadie deseaba, solía expresar a los amigos y conocidos y vecinos cuando lo visitaban.
Alguna vez sopesó la posibilidad de la Eutanasia, pero se atravesaron los principios y las creencias religiosas y para atrás en la decisión.
Enfermo a los 83 años de edad, el actor francés, Alain Delon, decidió aplicarse laeEutanasia y su hijo, también actor, se encargó del cabildeo y el trámite.
Y aun cuando la iglesia lo prohíbe y también las autoridades en varios países del mundo, a los ochenta de edad, enfermo de males incurables, y cuando ya la persona ha dado todo en su vida y está jubilada y la persona únicamente espera la muerte, entonces, nada tan recomendable como la eutanasia.

CUATRO. Noches tortuosas

La advertencia médica es oportuna. Según el urólogo, de cada diez personas que pasan enfrente mayores de 60 (sesenta) años, nueve, mínimo, padecen de la próstata.
Se manifiesta con las ganas irrefrenables de la micción cada media hora, cada hora, día y noche.
Y lo más duro, en la noche, cuando cada hora y/o media hora el hombre ha de levantarse al baño interrumpiendo la calidad del sueño.

CINCO. La operación, un riesgo

Puede el hombre operarse. Pero al mismo tiempo, consciente de que las urgencias volverán con el tiempo pasado el efecto quirúrgico.
El padre de una mujer vecina lleva seis operaciones de la próstata luchando contra las micciones.
Un urólogo cobra, aprox., unos cuarenta mil pesos por la operación, además del costo del hospital y el uso del quirófano.

SEIS. Coctel explosivo

En la vejez (ni modo, así es la vida) montón de enfermedades se vienen encima.
Es cuando el tren de vida de una persona oscila entre el consultorio médico, la farmacia, el hospital y el quirófano, de igual manera como antes, mucho antes, la vida se iba en el antro, la disco, la cantina, el café, la playa y la vida loca, por ejemplo.
Y aun cuando una persona lleve una rigurosa disciplina física ejercitándose todos los días, las enfermedades son inevitables.
El señor de ochenta años fallecido padecía, además, Alzheimer y mal de Parkinson, un cóctel explosivo.
Y de ñapa, la presión arterial alta.
Sin contar la pandemia de la pobreza que lo llevó siempre a vivir “con la medianía del salario”.
Por desventura, es el destino humano.