Dos sicarios. Abrieron fuego. Mataron a dos. Dejaron herido a otro más. Un civil lesionado.
Luego, los malosos trepados en la moto se perdieron en la tarde/noche salvaje de Veracruz.
Y, claro, de nada valió el operativo de búsqueda policiaco del par de asesinos.

PASAMANOS: De acuerdo con la estadística, en los últimos tres años y un semestre entre unos 45 (cuarenta y cinco) y 50 (cincuenta) elementos policiacos asesinados en la violencia descarrilada de norte a sur y de este a oeste del Estado jarocho.
Siete días después, los sicarios, asesinos del par de policías, “volaron, más que al cielo, al infierno”, su rincón paradisiaco.
Ninguna pista de ellos. Ningún rastro. Nada de nada.

CORREDORES: Es el vaso comunicante en Veracruz. Tiradero de cadáveres de mujeres y hombres y pocos, escasos, escasísimos homicidas físicos detenidos.
Ningún asesino intelectual aprehendido. Menos, indiciado.
La autoridad, digamos, en ascuas.
Y aun cuando hay políticos, funcionarios públicos, líderes partidistas y sindicales, alcaldes, exediles, diputados locales, niños, jóvenes y ancianos, comunidad sexual, en la lista de la muerte, palabras mayores el crimen de policías.
Significa, entre otras cositas sórdidas y truculentas, que los malosos van por todo.
Y segundo, que a nadie, ni a Luzbel, tienen miedo.
Más, cuando hay una política de besos y abrazos y perdones y hasta oraciones por ellos.
Son personas, como dice AMLO, el presidente.
Y alá el Señor Presidente con su fervor religioso y apostolado social… que muchas, muchísimas indulgencias estará ganando en el cielo.

BALCONES: Los policías ejecutados en Omealca:
Uno. Emboscados. Y emboscados con saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación.
Dos. Les seguían los pasos. Y/o en todo caso, los sicarios tienen o tenían espías en el palacio municipal de Omealca y hasta les avisaron y por eso los emboscaron.
Tres. Catorce días en la impunidad significa que la policía está en el principio de Peter. No puede. Los zapatos les quedaron demasiado grandes para estar, ser y trascender.

PASILLOS: Entonces, en Omealca (famosa por tanta inseguridad desde el municipio de Cuitláhuac hasta Tezonapa, allí donde también asesinan y decapitan a reporteros), la inseguridad, la zozobra y la incertidumbre son bíblicas, memorables, históricas, legendarias y míticas.
Están, digamos, en el tsunami de violencia desde antes de Jesucristo en la tierra.
Y ni modo, condenados todos al peor “infierno tan temido”.

VENTANAS: Se ignora el estado de seguridad social en que habrían quedado los familiares (esposas, hijos, hijos menores, padres seniles) de los policías asesinados.
Se ignora también la seguridad social de los 45 (cuarenta y cinco), 50 (cincuenta) policías ejecutados en el sexenio de la 4T.
Y, bueno, los ciudadanos de a pie, la población electoral, desearíamos que estuvieran protegidos, aun cuando la fama pública es de quedar a la deriva como los familiares de los siete policías de Úrsulo Galván desaparecidos en el sexenio de Javier Duarte, el exgóber preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, a quien le han levantado el delito de desaparición forzada por diecinueve personas en la barranca “La aurora” de Emiliano Zapata, uno de ellos policía estatal.