Y es que, bueno, si durante 71 (setenta y un) años, el PRI ganó la presidencia de la república y por añadidura, gubernaturas y presidencias municipales, quedó comprobado que los mexicanos tenemos y llevamos un PRI enano, minúsculo, chiquito, en las neuronas y el corazón.

DOS. Cultura priista

Por ejemplo: La cultura priista tuvo eje rector en las siguientes características:
El Dedazo. El Autodedazo. El besamanos. Los compadrazgos. Las barbies al poder.
Las urnas embarazadas. Las urnas robadas. La imposición de candidatos a los puestos de elección popular. El secuestro y asesinato de los políticos opositores.
La “metida de manos al cajón”. La “ordeña de las vacas”. El desvío de recursos públicos. La impunidad.
El nepotismo que consiste, como se sabe, en imponer a los hijos, tíos, primos, parientes, amigos, socios, cómplices y aliados, en puestos públicos.

TRES. Impunidad, eje rector

El tráfico de influencias. El conflicto de intereses. Las empresas fantasmas, entre otras cositas, para poner el nombre de un indígena, un campesino, un obrero, a compañía constructora.
El enriquecimiento ilícito en un sexenio. Nuevos ricos cada 6 años (presidente de la república, gobernadores, senadores), 4 (presidentes municipales) y 3 años (diputados locales y federales).
La impunidad como la gran cultura de la procuración de justicia.

CUATRO. El besa-manos

“Tirarse al piso” del jefe máximo. Permitir que el jefe máximo ejerza el derecho de pernada y que como en la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, y a tono con las haciendas porfiristas, significaba que el patrón (el jefe de la oficina) podía tener relaciones sexuales con las subalternas.
Brincar de un puesto público a otro. Reelegirse cuantas veces se quisiera.
El besa-manos. El incienso al patroncito político. El halago sin cesar al político encaramado en lo más alto de la nube.
Y soportar las humillaciones, el desdén y el menosprecio porque para el jefe político significa lealtad ciega.

CINCO. MORENA cojea del mismo pie

Así, tal cual, los priistas ejercieron el poder durante más de siete décadas.
Pero, vaya paradoja, cuando los panistas ascendieron al poder presidencial, gobernaron igual, igualito, igualitito que los priistas, y como siguen ahora donde son gobernadores y presidentes municipales y diputados locales y federales y senadores.
¡Ah!, pero los militantes y tribus encumbradas de MORENA, el partido guinda y marrón fundado por AMLO, el presidente, también cojean del mismo pie que los priistas y panistas.
Incluso, peor, porque además de tales hábitos y costumbres y rituales, son soberbios, mesiánicos y paridos por los dioses.

SEIS. Las Tribus Buldozzers

Peor tantito: cuando las tribus de MORENA ascendieron al poder (por ahora, y además de la presidencia de la república, dieciocho gobernadores) aterrizaron en los palacios de gobierno con una bulldozer por delante, avasallando con todo.
Por ejemplo, despidiendo al mayor número de burócratas y acusándolos, así nomás, sin pruebas, de pillos, ladrones y corruptos, santos y ángeles de la pureza que se declararon, “Siervos de la Nación”, ajá.
Y aun cuando de manera errónea AMLO, el presidente, dice que “ya no hay tapados” (y que, bueno, acabaron desde Luis Echeverría Álvarez), en todo caso, no habrá “Tapados”, pero hay Dedazo. Claudia Sheinbaum, el clásico ejemplo.