Y la madre librando batallas como madre y como padre.
En el sexenio de Miguel Alemán Velasco, un periodista asesinado. Con Fidel Herrera Beltrán, 5. Con Javier Duarte, 19, más 3 desaparecidos. Con Miguel Ángel Yunes Linares, 5. Con Cuitláhuac García, 6 que van.
Ninguna institución, tampoco alguna ONG, fundaciones, les ha dado seguimiento y estado pendiente.

DOS. 35 periodistas ejecutados

En total, 35 (treinta y cinco) trabajadores de la información asesinados en el tiempo de 5 gobernadores.
Más los tres desaparecidos.
En la mayoría de los casos, dejaron hijos menores. Niños. Adolescentes. Incluso, bebés.
Y en el caso de los hijos mayores, la mayoría sabe, está consciente, tiene claro, que Veracruz es el reino de la impunidad.
En pocos, excepcionales, la autoridad ha procurado justicia.
Asesinatos impunes como una constante de la vida pública. Mejor dicho, del llamado Estado de Derecho.

TRES. Saña y barbarie

Han ocurrido casos dramáticos. Duros, demasiado duros. Saña y barbarie. Alevosía, ventaja y premeditación.
Por ejemplo, una reportera secuestrada en su casa, desaparecida, ejecutada y decapitada. Y arrojado su cadáver en una callejuela.
Un reportero plagiado, desaparecido, asesinado, decapitado y tirado su cadáver en las vías del tren y a un lado la cabeza.
Par de reporteros secuestrados, desaparecidos, obligados a cavar su propia sepultura y luego el tiro de gracia y arrojado a la fosa.
Y nunca… un detenido.
Y aun cuando el crimen de reporteros data de Miguel Alemán son delitos de lesa humanidad que nunca prescriben.
Más, porque se tiene la sensación de una alianza sórdida entre políticos, funcionarios públicos, jefes policiacos, policías y malandros.

CUATRO. Veracruz espeluznante

Duro y rudo que los hijos fueran informados, por ejemplo, de la madre y el padre decapitados.
Y de los padres obligados a cavar su propia sepultura encañonados por los sicarios y pistoleros.
Es el Veracruz que les ha tocado vivir. Nada de “la noche tibia y callada”. Por el contrario, un mundo espeluznante, oliendo a pólvora y sangre.
Y de pronto, caray, huérfanos los hijos, viudas las parejas.

CINCO. Vivir a la quinta pregunta

Entonces, se atraviesa el destino económico y social de los hijos, las parejas, y en muchos casos, los padres ancianos a la deriva existencial.
Y por lo general, y dadas las circunstancias laborales de los trabajadores a la información, sin un patrimonio familiar como herencia, un negocito para sobrevivir, recursos ahorrados para emergencias.
Y con la familia en igualdad de condiciones difíciles y precarias, viviendo todos los días a la quinta pregunta.

SEIS. Muertos que pesan…

Algunos hijos de aquellos reporteros, fotógrafos, camarógrafos y editores eran mayores de edad. De unos veinte años, promedio, pa’lante.
Y, bueno, quizá se habrían convertido en jefes de familia, el sostén económico de los suyos, y ojalá hayan salido, estén saliendo.
Incluso, con grandes alientos como, por ejemplo, los tres hijos de Gregorio Jiménez, asesinado en Villa Allende en Coatzacoalcos, dedicados al periodismo siguiendo el ejemplo del padre según cuenta el cronista Emiliano Ruiz Parra en su libro “Los hijos de la ira”.
Si 35 reporteros han sido asesinados en Veracruz de Miguel Alemán a la fecha, ¡qué terrible que los vivos nos hayamos desatendido de los hijos huérfanos y de las viudas!