PASAMANOS: La misma tortura policiaca se repitió cuando el gobernador Luis Mier y Terán, acatando órdenes de Porfirio Díaz, rastreó las pistas de los 9 jarochos sublevados a su reelección y los asesinó a todos con aquel telegrama fulminante de “¡Mátalos en caliente!”.
La tortura también se repitió hacia 1930 cuando la enconada lucha agraria de los ejidatarios contra los latifundistas.
Fueron diez años de lucha. Del lado oficial y de los hacendados, un cacique, Manuel Parra, comandando el grupo delincuencial “La mano negra” acabó con cuarenta mil campesinos.
Y “para sacarles la sopa”, los sicarios y pistoleros de Manuel Parra los torturaron con el conocimiento del gobernador de entonces, Jorge Cerdán.

CORREDORES: De los años 2010 a 2016, Javier Duarte ejerció el poder. Tiempo cuando, entre otras cositas, en la tierra jarocha apareció la desaparición forzada, “el delito de lesa humanidad” derivado de la alianza de políticos, jefes policiacos, policías, carteles y cartelitos, malosos y malandros, sicarios y pistoleros.
Entonces, cientos, miles quizá de personas fueron secuestradas, desaparecidas, torturadas, asesinadas, decapitadas, cercenadas y pozoleadas y arrojas cenizas a los ríos para fluir aguas abajo, pero también enterradas en fosas clandestinas.
Por vez primera, las fosas clandestinas tomaron carta de adopción y relevantes porque se elevaron a la categoría universal.
Y para llegar a tales niveles, la tortura de por medio.

BALCONES: Entonces, nadie imaginó que la tortura se convertiría en una práctica sombría.
Incluso, la tortura en las llamadas “casas de seguridad” de los malosos y la tortura hasta en las cárceles.
La tortura como la reina de las confesiones luego de una madriza furibunda, toques eléctricos en las partes bajas, tablazos, ojos vendados, ultrajes incluso, ratas metidas en las partes genitales de las mujeres, etcétera.

PASILLOS: La tortura es física, pero también sicológica. Por ejemplo: Llamadas telefónicas a deshoras de la madrugada dejando oír únicamente el silencio, unos pasos, unas voces, en el otro lado del auricular.
La vigilancia de una camioneta con vidrios ahumados y sin placas siguiendo al coche particular.
La presencia rara y extraña cerca de casa de un tipo policía, barrigón y panzón, con bigotito y lentes oscuros, pero vestido de civil.
Los mensajes cibernéticos sin ubicar amenazando de un secuestro, una desaparición, un asesinato.
La tortura con olor oficial.

VENTANAS: Por eso, la Biblia habla de ponerse un bozal en la boca para nunca hablar ni hablar en voz alta ni menos ante gente rara y extraña, sospechosa.
Ni menos, meterse “en las patas de los caballos” porque los caballos van en el carril jugando carreras y arrastran y apabullan y quitan la vida.
Incluso, y si así el ciudadano de a pie sea disidente, contestatario, opositor al gobierno en turno, llevarse la vida con bajo perfil, pues de lo contrario, se está en la mira.
Y desde el poder, con todo el aparato gubernamental, la vida se expone y un día puede terminarse torturado y sin vida en el fondo de un barranco.