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Viernes 24 septiembre, 2021

Calentar motores

•Agarrando fuerzas
•Así es la vejez

UNO. Calentar motores

La vejez tiene muchas formas de anunciarse. Pero la primera, infalible, es en las piernas.
Entonces, las piernas fallan. Pierden fuerza. Se doblan “a la primera de cambios”.

Luis Velázquez

Con frecuencia, de pronto, “un mal paso” y una lumbalgia se aposenta, con todo y que las lumbalgias ni edad tienen para manifestarse.
En la vejez, una señora se levantaba de la silla o de la cama y quedaba un rato de pie. “Estoy calentando motores” decía como si sus piernas fueran el motor de automóvil.

DOS. Estragos duros y rudos

Después, la señora vecina buscaba la andadera y/o el bastón según el caso porque necesitaba apoyarse para caminar paso a pasito.
Es más, con todo y que hasta el último momento solía caminar media hora alrededor del parque de la esquina, que recomendación médica, los ultrajes de la vejez eran inevitables, duros y rudos.
Su esposo, de la misma edad, tomaron decisión de vida. Vendieron la casita habitada donde los tres hijos habían crecido y compraron una casita con una recámara en la planta baja para vivir con modestia, prudencia y mesura.

TRES. Agarrando fuerzas

En el yoga hay un ritual religioso. En pocas palabras resume de la siguiente manera: “Comer menos y caminar más”.
Incluso, el asesor deportivo de la senectud dice que nada como caminar, simple y llanamente caminar, a primera hora del día, en la alberca. Así, dice, las piernas agarran fuerza.
Pero quizá el ritual ha de oficiarse antes de la vejez, incluso, hacia la quinta o sexta década, pues si se quiere a la séptima es demasiado tarde.
Todo a su tiempo, dice el anuncio comercial.

CUATRO. Octavio Paz en silla de ruedas

Activista en la Guerra Civil Española, embajador de México en la India que renunciar al presidente Gustavo Díaz Ordaz, lleno de vida y “en la plenitud literaria”, muchos años después resultó indicativo que en un acto público Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, apareciera en silla de ruedas empujada por el presidente Ernesto Zedillo, tan protagónico que se exhibió.
Por eso, quizá, cuando a Gabriel García Márquez, otro Premio Nobel de Literatura, le cayó la demencia mejor se retiró de la vida pública.
Tiempo antes había dicho a un amigo, reportero colombiano: “Dejaré de escribir. Estoy perdiendo la memoria”.

CINCO. El retiro de los grandes

Jean-Paul Sastre, con tanto pegue entre las estudiantes, muchas de las cuales fueron sus amantes, perdió el control del esfínter y se retiró de la vida académica.
A los 62 años de edad, “atrapado y sin salida” en un viaje depresivo, Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, se pegó un tiro en la boca con una escopeta.
El Papa Benedicto XVI prefirió retirarse a un monasterio luego de advertir los estragos de la vejez.

SEIS. Tribuno de Roma

Cada persona, entonces, con el anuncio de la vejez soñando y resonando los tambores para el retiro de la vida. En todo caso, para achicarse a sí mismo.
El más frecuente, perder la fuerza física y emocional, incluso, en las piernas.
¡Vaya calamidad, por ejemplo, que habría sido para Mata-Hari y Salomé con sus bailes eróticos y sensuales, incluso, la última, ante el insaciable Herodes!
En silla de ruedas, el longevo expresidente Luis Echeverría Álvarez apareció en la cancha pública para vacunarse.
En tanto, su amigo entrañable, secretario de la Reforma Agraria que fue en su sexenio, Augusto Gómez Villanueva tomó posesión como diputado federal una vez más y declarado el decano, como los tribunos en la antigua Roma.


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