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Barandal
Sábado 18 septiembre, 2021

El esclavo digital

•Droga tecnológica
•Simple chismerío

ESCALERAS: El teléfono celular ha convertido a la mitad de la población y a la otra mitad en “un esclavo digital”.
Se trata de una esclavitud tecnológica y en donde cada uno se declara ilota por voluntad propia.
Peor tantito cuando, por ejemplo, muchos políticos y empresarios, quizá también trabajadores de la información, acaso daifas, tienen varios celulares, y por tanto, la esclavitud digital se multiplica como los peces y los panes.

Luis Velázquez

De pronto, ¡zas!, mirando a un esclavo digital, mujer, hombre o fantasma, parecieran que están resolviendo los grandes problemas y pendientes sociales del país y del mundo.

PASAMANOS: Con todo, el esclavo digital se declara feliz y dichoso.
Por ejemplo, cuando va al restaurante y el café, tiende sus 3, 4 celulares sobre la mesa y en vez de escuchar la plática con los amigos para oreja por si un cel. suena y resuena.
Y si el cel. tarda un poquito en sonar, entonces, lo espía con la mirada urgida de la droga tecnológica.
El celular, entonces, crea y recrea una nueva adicción. Será la droga del siglo XXI, más intensa y volcánica que antes.

CORREDORES: El grado máximo de la esclavitud digital es cuando la persona coloca sus 3, 4 celulares en el buró de dormir.
Y, caray, si suena en la madrugada, nada hace más feliz al dueño… aunque se trate de un amigo en estado ebrio, en el bar, que habla para informar que anda en un sabroso viaje etílico y acaba de conocer a dama fascinante.
Una tarde, Héctor Fuentes Valdés tomaba café con tres amigos, y de pronto, los tres hablando por el celular, mientras él estaba convertido en una estatua de sal como Lot huyendo con su esposo de Sodoma y Gomorra.
Entonces, sin decir adiós se levantó y se fue. Y dejó al trío de esclavos con su droga.

BALCONES: Según estudios, la mayor parte de los celulares son utilizados, más que la convivencia amical, para el chismerío.
El celular ha sustituido al chismerío en el salón de belleza, el mercado popular, el cafecito en la plaza comercial y el patio de vecindad.
Un hombre estaba fuera de la ciudad en jornada de trabajo y tres veces al día hablaba a su casa para preguntar si su perrito, su mascota, estaba bien, en vez de preguntar, caray, por la esposa y los hijos.

PASILLOS: Los profetas del bien saludaron con beneplácito la llegada de los celulares que porque mejoraría la comunicación y la convivencia humana con cosas positivas.
También hablaron de que la gente, los ciudadanos de a pie, estarían más informados de las noticias, y además, en vivo y directo.
Hay quienes, incluso, apuestan en tiempo de campañas electorales que controlando los mensajes en celulares sus candidatos ganarán en las urnas.
Todos, sin embargo, han fracasado. La esclavitud digital ha llevado al embotamiento y la intrascendencia de la población.

VENTANAS: Por eso, nada se pierde y muchísimo se gana cuando se continúa caminando en la vida sin celular, así la persona sea considerada un ser extraterrestre raro y extraño.
Y es que con el celular se pierde el control de la vida. Y de ñapa, hasta la intimidad cuando los brujos tecnológicos hackean por gusto o encargo. Incluso, para espiar, tratándose de cuestiones políticas, pero también de celos avasallantes y volcánicos.
Es la moda y ni hablar. Y cada uno elige su droga para vivir mejor y a gusto y su forma de esclavitud.


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