Por ejemplo, el primer beso y que se vuelve inolvidable.
El primer matrimonio, aun cuando Pancho Villa llegó a la boda número veintinueve.
El nacimiento de un hijo. La primera experiencia laboral.

DOS. Primeros desengaños

Instante demoledor, por ejemplo, el primer desengaño. Tanto con una pareja como con un amigo.
El momento cuando aparece en la vida un Judas, conscientes y seguros de que muchos Judas habrá, de ida y vuelta, en el camino.
Un momento singular cuando por vez primera te despiden en un trabajo. Más, si la persona está esperando un bebé. Más, cuando únicamente vive de la quincena.
Entonces, en el corazón y las neuronas empiezan a germinan el rencor social y el odio.

TRES. Un muerto en la familia

Nada orienta y reorienta la vida cuando en casa, en la familia, tenemos al primer muerto. Ya por muerte natural, una vieja enfermedad, una enfermedad hereditaria, una pandemia.
Más claro, cuando es un padre, un hijo, un hermano.
Quizá el dolor más grande es la muerte de un hijo, pues, incluso, ni siquiera, vaya, el diccionario tiene una palabra para definir a los padres que pierden a un hijo.
Si un hijo pierde a los padres se les llama huérfanos. Si una pareja a su pareja, viuda. Si una pareja se separa, divorciados.

CUATRO. El político derrotado

Los instantes estelares quedan en la memoria, el corazón y las neuronas, el resto de las vidas.
Peor, cuando se trata de hechos y cosas huracanadas y adversas.
Por ejemplo, matar a una persona en un accidente automovilístico y estado de ebriedad.
Y, claro, en caso de probarse en la barandilla jurídica, entonces, habrá tiempo de sobra para dar vuelta a la página, quizá, en la cárcel.
La derrota electoral de un político jugando por un cargo público suele descarrilar la vida humana.
Más, cuando el político se zambulle en la lamentación. Y más, cuando busca culpables sin aceptar su propia ineficiencia.

CINCO. El precepto bíblico

Instante sublime cuando en la vida se intenta cumplir con el precepto bíblico de que cada persona ha de sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.
Pero como dice el viejito del barrio, con graves riesgos, entre otros, los siguientes.
Sembrar un árbol… que se seca.
Escribir un libro… que nadie lee.
Y procrear un hijo que salió de mala cabeza.

SEIS. Buena vibra, mejor karma

Sin embargo, el objetivo supremo es la búsqueda incesante de la dicha, conscientes de que la felicidad total y absoluta nunca ha existido ni existirá, pues únicamente son momentos, instantes, horas, días quizá y que han de guardarse como un oasis para reciclar la vida en el tiempo de las vacas flacas.
Y la dicha, cuentan quienes saben, solo se alcanza de dos formas.
La primera, teniendo a una persona que te quiera pues es suficiente.
Y la segunda, teniendo un trabajo donde cada uno se sienta a gusto porque el ambiente laboral es justo, respetuoso, solidario y generoso.
El viejito del barrio dice que mucho ayuda mirar las cosas con sentido positivo porque, entonces, el mensaje al corazón y las neuronas está lleno de una buena vibra y mejor karma.