También están incluidos en los males de la caja de Pandora. Y en las siete plagas egipcias.
En la Biblia lo dice con claridad. En el mundo habrá secuestrados, desaparecidos, asesinados, degollados.
Incluso, desde las primeras líneas se deja constancia que los activistas sociales serán ejecutados.

DOS. La profecía sigue cumpliéndose

En el Apocalipsis, en el capítulo de “Los 7 sellos” habla de un caballo… verdoso que de pronto aparece en la tierra jalando la peor carga sórdida y sombría de la vida.
Por delante, el hambre. Y luego enseguida, la peste, la primera gran pandemia epidemiológica de la historia.
Entonces, si tal cual anda el relato bíblico, el hecho de que los derechos humanos de las personas sean atropellados con secuestros, desaparecidos, asesinados y pozoleados y arrojadas las cenizas a los ríos para ser arrastradas y desperdigadas por las aguas fluviales sin dejar huella significa apenas, apenitas, que la profecía sigue cumpliéndose.

TRES. Película truculenta

En el relato bíblico hay batallas campales donde en un solo día unos veinte mil cadáveres de soldados combatientes quedan en el campo.
Y, bueno, Felipe Calderón Hinojosa dejó el país sexenal con unos doscientos mil muertos por la violencia mientras Enrique Peña Nieto los subió a doscientos cuarenta mil.
Se ignora si algún investigador académico lleva la contabilidad de los muertos por la violencia en Veracruz en el tiempo de la 4T y la habría llevado en el bienio de Miguel Ángel Yunes Linares y el casi sexenio de Javier Duarte, por ejemplo.
Pero con todo, la biblia supera las películas más truculentas sobre la muerte.

CUATRO. Faltó un jinete del Apocalipsis

Entre los peores males del Apocalipsis faltó agregar el desempleo, quizá porque los doce apóstoles eran pescadores y desayunaban, comían y cenaban sabrosos pescaditos y ninguno, las esposas ni los hijos murieron porque los padres estaban desempleados.
Se trata, claro, de un castigo divino luego de que Eva y Adán comieron la manzana, el fruto prohibido en el paraíso, y ni modo, la humanidad fue y sigue castigada.

CINCO. Parte de la vida

Nada, entonces, puede hacerse. Menos, mucho menos, ajá, inculpar a las tribus políticas en el poder imperial y faraónico de tanto desempleo, tanta violencia, tanta hambre, tantas epidemias.
Son parte de la vida y como decía Emerson, el día cuando amemos la muerte amaremos con mayor intensidad la vida.
La muerte, el infortunio, la desventura, la adversidad, forman parte de la naturaleza humana y así como se nace también se muere y así como se triunfa también se fracasa.

SEIS. Fatalismo, ajá

En ningún momento se trata de fatalismo mirar así la vida.
Más, cuando luego de 79 gobernadores que han ejercido el poder público en Veracruz, el resultado social es catastrófico con el desempleo y la violencia, sobre todo.
Ahora, y de ñapa, con la 4T, feminicidios, secuestros y extorsiones catapultando y amacizando la entidad jarocha en el primer lugar nacional… digan lo que digan los Siervos de la Nación.
Un dicho peruano dice que “la vida es así y así es la vida”, en tanto un personaje novelesco de Carlos Fuentes Macías exclama que “¡Aquí nos tocó vivir y qué le vamos a hacer!”.