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Viernes 30 julio, 2021

Siervos de la Nación

•Soldados de Cristo
•“A sus órdenes, Señor”

ESCALERAS: En los 300 años de la dinastía Romanov como zares en Rusia acuñaron la frasecita de “mis siervos” para referirse a los campesinos a sus órdenes.
También les llamaban “mis almas”. Tengo mil, dos mil, tres, diez mil, etcétera, “almas” a mi servicio y cada alma era un campesino.
En el otro extremo del mundo, en México, por ejemplo, José María Morelos, el discípulo amado de Miguel Hidalgo, en el Colegio Nicolaíta, se declaró “Siervo de la Nación”, y quizá por eso mismo, las mujeres en su campamento se lo disputaban para dormir

Luis Velázquez

una nochecita completa a su lado.

PASAMANOS: En el tiempo de los cristeros en el centro de la república, la frasecita bíblica de “Siervo de la Nación” cambió a “Soldado de Cristo”.
Tiempo cuando una cristera, la madre Conchita, y un cristero fanático, el caricaturista José de León Toral, se aliaron para fraguar el asesinato de Álvaro Obregón, reelecto presidente de la república, cuando en el restaurante “La bombilla”, en la ciudad de México, festinaba el triunfo electoral y el cristero lo mató de un tiro y su cabeza cayó encima del plato de mole con pechuga que tanto le gustaba y le habían servido.

CORREDORES: En el largo y extenso tiempo del priismo, el “Siervo de la Nación” fue convertido en par de frasecitas indicativas. Era “A sus órdenes, señor” y “Con usted, hasta la ignominia”.
Quizá el decibel más alto fue cuando Carlos Salinas fue ungido presidente de la república con todo y fraude electoral cometido contra Cuauhtémoc Cárdenas y en donde tanto se aplicó Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación.
Entonces, los secretarios de Estado nombrados desfilaron ante Salinas para el saludito de rigor.
Y cuando tocó a Carlos Hank González, un hombre gigantesco de estatura, se fue inclinando ante el chaparrito Carlos Salinas, doblegando tanto el cuerpo que casi casi se arrodilló para quedar, digamos, al mismo nivel.

BALCONES: Desde los orígenes del catolicismo, los Ministros de Dios se hacen llamar los Siervos de Dios, los Siervos del Señor.
Caray, en nombre de Dios, muchos de ellos, como Marcial Maciel, el más famoso y conocido, ultrajaban a los niños y hasta a los niños de los Seminarios.
Pero, bueno, Siervos del Señor que eran.
Ahora, con la 4T, la frasecita de Morelos ha resucitado y los obradoristas se hacen llamar “Siervos de la Nación”, que dadas las circunstancias y los hechos deberían llamarse “Siervos de López Obrador”.

PASILLOS: De acuerdo con el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, hay entre los nuevos Siervos de la Nación chavos y chairos resentidos, llenos de rencor y odio, ambiciosos, atrás del billete, fanáticos, perdonavidas.
Se creen los puros entre los puros. Digamos, a tono con aquellos tiempos del marxismo-leninismo, seguidores ciegos de Carlos Marx, Federico Engels, Lenin y León Trotsky.
En el siglo pasado, los priistas feligreses de Plutarco Elías Calles, el gurú tricolor, ofrendaban sus vidas por el jefe máximo de la revolución.

VENTANAS: Se trata, entonces, del nuevo tiempo político en el país desde hace dos años y medio.
El mismo fervor patriotero y la misma lealtad al tlatoani, el gurú, el tótem, el mero mero, y los mismos golpes de pecho de antes reproducidos ahora.
Y si en otros sexenios, los ciudadanos de a pie así vivimos y coexistimos, también habremos de revestirnos de prudencia, mesura y cordura con los Siervos de la Nación, pues ni modo que ellos, encaramados en el poder sexenal, cambien.
Son los dueños del chirrión y ellos mandan y son infalibles perdona-vidas…


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