La casa está deshabitada. Y en el rancho dirían que acaso los duendes se habrán instalado como en el paraíso terrenal.
Es una de las tres casas que Javier Duarte otorgara a Dominga Xóchitl, directora de Espacios Educativos de la secretaría de Educación de Adolfo Mota, una de las cuales, la casa que arde de noche, fue incautada por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.

PASAMANOS: Las otras dos casas, juntitas, también fueron regaladas. Pero Yunes solo embargó una, la primera, la de la esquina. Las otras quizá se las dejó para vivir y/o alquilar.
Entonces, la yunicidad armó escándalo noticioso, reality-show superior.
Primero, la noticia de 8 columnas de que Dominga era detenida. Y encarcelada. Y sometida a proceso penal.
Luego, liberada, cuando entregó la primera casa dado el argumento de que el trío de casitas fue obsequiado con cargo, digamos, a los recursos públicos, tal cual como se acostumbraba, quizá aún, en los tiempos priistas, panistas y perredistas, para beneficiar (y corresponder) a las barbies.

CORREDORES: La noticia era que Dominga había devuelto una casa. Nadie publicó, entonces, que el gobierno de Veracruz le otorgó el perdón con las otras dos casas.
Pero pasaron y se fueron los dos años de la yunicidad y han caminado dos años y cuatro meses y días de la 4T en el principal palacio de Xalapa, y la casa sigue abandonada.
Nadie la habita. Se ignora si en la escritura el nuevo dueño es el gobierno de Veracruz.
También se desconoce si estará en el inventario de los bienes propiedad del aparato gubernamental, vaya a ser, caray, que fuera escriturada a nombre de un particular.

BALCONES: Pero, bueno, creyendo en las buenas conciencias, la casa está abandonada.
Y significa, parece, un derroche institucional, más luego de tanta jiribilla de un combate azul sin tregua a la, digamos, quizá, corrupción duartista o duartiana, según el caso.
Y si la casa fue embargada, entonces, por ahí en alguna oficina de gobierno, quizá SEFIPLAN, acaso la Contraloría, quizá el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, estará lista para el destino social.

PASTILLOS: La casa valdrá entre 4 a 5 millones de pesos, suficientes para acometer una que otra acción social.
Por ejemplo, la construcción de un par de salones en alguna escuela primaria de región indígena. Una clínica de salud en Otatitlán. La dotación de una buena reserva de medicinas para el Hospital Regional. La pavimentación de una callecita en colonia popular. La siembra de florecitas en montón de jardines en parques públicos.
Pero, bueno, han transcurrido veintiocho (28) meses de la 4T y ningún funcionario encargado del área la ha detectado con una lupa, un microscopio, unos lentes de aumento.

VENTANAS: De seguir así, Dominga bien podría recuperar la casa.
Más, si el ex gobernador preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México se la obsequió con sus propios recursos.
Y más, mucho más, si fue en nombre del amor, el poderoso sentimiento que como dice el erudito, “mueve el mundo”.
De vez en vez por ahí se le mira a Dominga, llena de felicidad radiante. Nada fácil sería que asestara manotazo espectacular. Y recupere lo suyo.