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Malecón del paseo
Viernes 05 marzo, 2021

García Márquez, muy pobre

•Pidió limosna en París
•Vivía en azotea de edificio

EMBARCADERO: Hubo un tiempo cuando Gabriel García Márquez, el Gabo, pedía limosna en el metro de París, porque como “El coronel no tiene quién le escriba”, su destino era incierto... También vivió muchas noches en que solía escribir sus novelas y cuentos hasta la madrugada, cuando escuchaba el ruido del carro de la basura en la calle y se acostaba a dormir y dormía hasta el mediodía para engañar las tripas y hacer, en todo caso, dos comidas al día

Luis Velázquez

O una… Hubo días cuando apenas el dinerito le alcanzaba para comer en restaurantes baratos de París…

ROMPEOLAS: En aquellos tiempos “cuando era feliz e indocumentado”, llegó a vivir en la azotea de un edificio porque era el único lugar que el administrador le podía permitir… Incluso, cuando vivía en un hotel barato y ante la falta de ingresos como reportero dejó empeñado el original de una novela al administrador del hotel para que lo dejara dormir, y en donde llegaba únicamente en las noches…

ASTILLEROS: Hubo un tiempo cuando recién llegado a la Ciudad de México con veinte dólares, con la esposa y el par de hijos, menores de edad, aceptó escribir guiones cinematográficos para tener un ingreso y para silenciar las tripas tomaba demasiadas tazas de café… Incluso, tiempo cuando escribió la novela “Cien años de soledad” en una máquina mecánica, portátil, acomodada sobre una mesita de madera de las que venden los inditos de casa en casa y de calle en calle… Tiempo aquel cuando un amigo le consiguió una entrevista con Gabriel Alatriste, el primer marido de Silvia Pinal, esperando un empleo en la revista “Sucesos” y llegó antes para evitar que el empresario lo viera con un zapato con las suelas desprendidas que hacían glop, glop, al caminar…

ESCOLLERAS: Durante 18 meses, García Márquez se encerró en su casa en la CdM para escribir “Cien años de soledad”… Entonces, primero, en un viaje de vacaciones a Acapulco con su familia a la mitad del camino le cayó como bendición superior la primera frase de la novela y dio medio vuelta de regreso a casa… Fue cuando vendió su automóvil y entregó el dinerito a su esposa Mercedes Barcha para vivir los próximos seis meses… Pero cuando el tiempo de la escritura se extendía, entonces, la esposa comenzó a pedir fiado por todos lados… Tiempo, incluso, cuando el Gabo quiso cambiar un filete por unos cuentos con el carnicero de la esquina…

PLAZOLETA: Fue aquella época tan dura y ruda, que, por ejemplo, los amigos de Colombia, entre ellos, el más cercano, Plinio Apuleyo Mendoza, estaban tristes porque ningún futuro le veían a aquel joven caribeño que en los cafés solía dar nalgadas a las meseras sabrosas… Más duro cuando sus meses y años en París, sin un ingreso fijo, estable y seguro… Y entonces, escribió una carta a los amigos en Bogotá pidiendo unos centavitos… Y los amigos le jugaron una broma y le enviaron un dinerito bien guardadito en un sobre que ni siquiera pudo advertir… Y molesto, tiró el sobre en el cesto de la basura de aquel edificio…

PALMERAS: Y al día siguiente le llegó otra carta donde los amigos le especificaban el camino para encontrar el billetito en aquel sobre… Y se volvió loco buscándolo en el cesto de la basura… Un día, tiempo después de la publicación de Cien años de soledad, García Márquez se volvió famoso y rico, y entonces, cuenta Apuleyo Mendoza, pagaba todas las cuentas de las comelitonas y borracheras…


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