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Miércoles 03 marzo, 2021

Dante y AMLO

Dante Delgado Rannauro y Andrés Manuel López Obrador, AMLO, fueron amigos. Aliados en la lucha y la utopía democrática.
Juntos, enfrentaron a Felipe Calderón cuando la elección presidencial fallida en el año 2012.
Juntos, empalmados, estuvieron en el plantón en la avenida Reforma de la Ciudad de México luchando contra el fraude electoral de entonces.
En el camino, sin embargo, y cumpliéndose la profecía sombría, sórdida y siniestra, se distanciaron.

Luis Velázquez

Se ignora si habrían terminado peleados, como parece.
Más, mucho más se desconocen las razones, motivos, pretextos o berrinches, aun cuando hay quienes apuestan en el palenque político a que las diferencias fueron por cuestiones económicas.
Sabrá el chamán.
Pero si Dante y López Obrador hubieran (el hubiera no existe dice el viejito del barrio) seguido como aliados y amigos, entonces, “veinte y las malas” que Dante sería el secretario de Gobernación con López Obrador presidente.
Mínimo, secretario de Educación Pública.
Ahora, sin embargo, el Senador Dante Delgado está dando la pelea a su ex amigo, el presidente de la república, y al momento van 5 cartitas públicas que le ha enviado y en donde lo destaza y despedaza como un carnicero hace bisteces en la mesa de los sacrificios en el mercado popular.
Por ahora, ninguna de las 5 cartas ha sido contestada. Tampoco, hasta donde se sabe si se sabe bien, acuse de recibo.
Simple y llanamente López Obrador continúa ignorando a su ex amigo. Como si no existiera. O como si estuviera muerto.
Pero sin la boleta de cristal del chamán de los Llanos de Sotavento, Dante profetiza que López Obrador ganará la mayoría de diputados federales en el Congreso de la Unión y que seguirá controlando y con lo que la presidencia imperial, “el país de un solo hombre”, el jefe máximo, el tlatoani, el gurú, el Odorico Cienfuegos, será restituida.
Casi casi, mejor dicho, de hecho y derecho, como cuando en 1929, Plutarco Elías Calles creara el partido abuelito del PRI, el PNR, Partido Nacional Revolucionario, y como gran cacique nacional
repartiera las gubernaturas y curules entre los caciques y los jefes militares regionales a cambio de mantener la nación pacificada.

“ENTRE MÁS LEJOS, MEJOR”

Fueron amigos. Y lástima que par de políticos inteligentes, talentosos, expertos, fogueados, relacionados, terminaran raspados.
Y lo peor, con la amistad derruida, sin ninguna posibilidad de una reconciliación, ni siquiera, a la luz de la doctrina católica y evangélica que suele predicarse.
Es más, insólita la coyuntura, porque en el primer año del sexenio, López Obrador solicitó el perdón y hasta la amnistía para los carteles y cartelitos, cuando en contraparte, ninguna señal a Dante Delgado.
En aquel tiempo del plantón en la avenida Reforma de la Ciudad de México, Dante pasó días y noches completas con López Obrador.
Y si López Obrador desafió el poder presidencial de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón, elegido presidente “haiga sido como haiga sido”, Dante se mantuvo, inalterable, a su lado.
Pero, bueno, la vida es así y así es la vida reza un dicho peruano, y como dijera don Julio Scherer García cuando le preguntaron cómo iba la relación con su primo hermano, José López Portillo, presidente de la república.
“Entre más lejos, mejor” fue su respuesta.
Es el caso de AMLO.
Además, como la figura presidencial, dueño del día y la noche y del destino común, y de los tres poderos con todo y rispideces y de parte de los gobernadores y de las fuerzas policiacas y de parte de los medios, AMLO está obligado a la concordia pero la discordia se ha convertido en su religión universal, y de ahí pa’delante, ningún paso fuera.

TRÓPICO CONTRA TRÓPICO

Los dos fueron priistas. Los dos presidentes del CDE del PRI en estados, Veracruz y Tabasco. Los dos desempeñaron cargos públicos federales en el tiempo priista.
Los dos tuvieron (quizá tengan) amigos priistas. Y de primer nivel.
Los dos fueron proyectados en el país como militantes del tricolor.
Los dos, migraron del PRI. Y eligieron otros caminos.
Los dos, ahora, con sus partidos políticos nacionales. Dante, Movimiento Ciudadano. AMLO, Morena.
AMLO, presidente de la república. Dante, Senador por segunda ocasión.
AMLO, con siete gobernadores de Morena, a saber, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla, Morelos, Ciudad de México y Baja California. Dante, uno, Jalisco.
Vidas paralelas. Caminos que se ensortijan. Pero desde entonces, caminos que nunca se bifurcarán. Ni menos, mucho menos, se empalmarán.
Cada uno por su lado.
Casi casi adoptarían como lema de sus vidas la canción de José Alfredo Jiménez. “Aunque sigas viviendo… para mí ya estás muerto”.
Todos los días, los dos empujan la carreta. Y en el caso de Dante, es como el flechador de la luna. En cada nuevo amanecer dispara a la superficie lunar. Siempre consciente de que se trata de faena inverosímil. Pero al mismo tiempo, seguro de que insistiendo llegará más lejos que todos.
Es Dante. El ex gobernador de Veracruz encarcelado en el penal de Pacho Viejo como parte de una venganza política, llena de odio y rencor, de Ernesto Zedillo, tan aplicado que entonces se vio Patricio Chirinos Calero.
Y el exgobernador que supo reinventarse. Renacer. Ser. Estar. Proyectarse. Dimensionarse.
Zedillo, exiliado. Chirinos, retirado. Dante, vigente. Dando la pelea a su examigo. Trópico contra trópico. Edén contra Edén. Lucha de titanes.


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