Cada fin de semana, aquella generación de chicos de secundaria y preparatoria la pasaba en su lecho y en la orilla, en medio de las piedras y los árboles y la maleza que crecía alrededor…

ROMPEOLAS: Cuando llovía en la montaña el río se volvía impetuoso, bravo, valiente y bragado… Arrastraba árboles y ramas… Lodo, mucho lodo, tierra revoloteada… Vacas y toros y becerritos muertos, ahogados y asfixiados… Jalaba techos y paredes de casas… Y se metía a una parte de la población, por lo general, establecida en sus márgenes… Y eran valientes, muy fregones, quienes se atrevían a cruzar de un lado a otro para llegar al destino familiar…

ASTILLEROS: En el verano, el otoño y el invierno, apenas amanecía, la generación aquella llegaba al río para comenzar la aventura… Un ratito para nadar y seguir nadando y jugar competencias… Luego, la tertulia entre todos para cocinar y desayunar, cada parte llevando su parte… Después, a seguir jugando y esperar un ratito para meterse a nadar… Así, el transcurso del sábado y el domingo… Entresemana, todos íbamos un rato, por lo general, en las tardes, incluso, y cuando hacía luna llena, sacando filo a la superficie del río, allí nos quedábamos alrededor de la fogata, cantando de manera desafinada boleros y canciones rancheras con el trío de “Los hermanos Fernández”, entonces, de moda y durante muchos años…

ESCOLLERAS: Gracias al río Jamapa, todos nos llevábamos y queríamos bien, con el más profundo respeto, más que amical, de hermanos tolerantes… Sin egoísmos, envidias, intrigas, chismes de por medio… Y en las noches de octubre, con la luna más grande y hermosa del resto del año, hacíamos una piyamada y en la madrugada, quizá las 4, 5 de la mañana, quedábamos dormidos tendidos sobre petates, respirando la frescura del río…

PLAZOLETA: El río Jamapa era propiedad de todos… Y nadie tenía derechos encima de los otros… Por ejemplo, en aquel entonces, en la cancha de basquetbol de la iglesia había par de equipos famosos… Los Argos y los Zigzag… Eran, aquellos, juegos apasionados, intensos, con unos fanáticos a morir… Y la pasión del básquet se extrapoló al río Jamapa y de pronto, aparecieron cuatro equipos… Uno de volibol llamado Argos y otro Zigzag… Y otro de fútbol llamado Zigzag y otro Argos… Y se organizaban campeonatos con varios más, uno por cada colonia popular, que eran unas diez, y todos éramos felices y cada juego servía para querernos más… Y luego de cada juego, todos a nadar…

PALMERAS: ¡Ay, Dios mío, que río tan bello!... “Todo mundo era muy correcto” y nunca las pasioncillas, digamos, amorosas, se atravesaron, porque, además, únicamente se pensaba en la tertulia y la convivencia… Años después, el río se volvió el más triste del mundo… Empezó a secarse y ni siquiera, vaya, en el tiempo de lluvias, resucitaba y se volvía impetuoso… Y ni modo que en la montaña dejara de llover… Para entonces, aquella generación había agarrado camino y pocos, excepcionales, quizá, sabían unos de otros… Bien pudo tratarse de una Generación Perdida más…