Y los miran y desearía el ciudadano de a pie encontrar, descubrir, recordar, buscar en el archivo tecnológico, en una plataforma digital, si tuvieran antecedentes de que son capaces de levantar, no un pueblo, sino una colonia popular, en solidaridad con una causa social.
Y mucho dudan. Por el contrario, concluyen que ni siquiera, vaya, a los parientes aglutinarían a su alrededor. Por eso, más que dialogar, conspiran.

PASAMANOS: Mucho se duda, por ejemplo, de un priista de Veracruz, incluso el mismo presidente del CDE, con el arrastre popular de Herón Proal en el siglo pasado, en el puerto jarocho, encabezando el movimiento inquilinario.
O de un Roque Spinoso Foglia, el líder cañero que paralizó el ingenio San Cristóbal, y aun cuando terminó preso en el penal de Allende con sus aliados, entre otros, Manuel Pérez Bonilla, la fuerza popular logró que los dejaran en libertad.

CORREDORES: Más todavía: ningún priista jarocho con la autoridad moral y fuerza social avasallante como Carlos Madrazo, “El caudillo del Sur” en el siglo pasado, capaz de enfrentar el poderío del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Vaya, el antecedente en Veracruz del arrastre insólito de Manuel Carbonell de la Hoz, el subsecretario de Gobierno de Rafael Murillo Vidal, que durara 72 horas como candidato priista y únicamente fuera descabezado por el presidente del CEN del PRI, Jesús Reyes Heroles, y debido a la pugna ancestral, histórico y legendaria con Luis Echeverría.

BALCONES: Camina la hora de las candidaturas del PRI y el resto de partidos políticos de Veracruz, catorce en total, incluidos el cuarteto recién aprobado por el OPLE.
Y cada tribu priista busca acomodo y muestra, según ellos, el puño y el músculo, suscribiendo pactos y acuerdos en lo oscurito, pero sin ninguna fuerza social, incapaces, vaya, de lograr la simpatía del barrio donde viven pues perderían, incluso, hasta la elección de jefe de manzana.

PASILLOS: En el café, Los Chopos, los Ramos, los Gudiño, las Anilús, los Marlon, los Galindo, “los enanos del tampoco”, los Jon, etcétera, que luego de ejercer el poder político en diferentes niveles, ninguna huella social imborrable, trascendente, excepcional, fuera de serie, dejaron.
Por el contrario, muchas sospechas y dudas en la tarea de gobernar.
Es más, con la certeza de haber ejercido el poder con sentido patrimonialista, creando y recreando, y para ventura de ellos y los suyos, algún negocito por ahí.
Ahora, purificados, quien volver al poder sin ningún respaldo social. Más liderazgo tendría, por ejemplo, el presidente de una sociedad de alumnos de escuela secundaria, pues “veinte y las malas” que si se lanzaran perderían hasta la elección para rey feo del carnaval.

VENTANAS: Pero, bueno, la vida es así. Ellos creen encarnar al PRI. Ser el PRI. Son ellos, o el PRI se hunde más.
En contraparte, y cuando el barco tricolor zozobrara “en el proceloso mar de la política” (Juan Maldonado Pereda), otros priistas migraron desde hace ratito.
Entre ellos, las hermanas Regina y Fabiola Vázquez Saut, René Tronco, Basilio Picazo, Ricardo García Guzmán, Fernando Arteaga, Elizabeth Morales y Michelle Servín.
Por eso, incluso, resultan admirables y respetables “Los Chopos”, anexos y conexos que calentando los huesos con un lecherito continúan soñando.