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Escenarios
Sábado 23 enero, 2021

El reportero número diez

•Secuestro en el duartazgo
•Cavó su propia tumba

UNO. El reportero número diez

El 5 de febrero del año 2014, el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz dejó a su hija en la escuela primaria de Villa Allende, municipio de Coatzacoalcos, y regresó a casa. Y apenitas bajó de la motocicleta le cayeron encima cinco sicarios.

Luis Velázquez

Durante días estuvo desaparecido. En las redes sociales, la voz de alarma y de protesta y de inconformidad social.
Se convirtió en el periodista número diez secuestrado, desaparecido y asesinado en el sexenio de Javier Duarte.
Pero su muerte fue la peor de todas. Saña y barbarie. Demasiada perversidad.

DOS. Ejecutado en Las Choapas

En el pueblo había molestia por su periodismo. Por ejemplo, la denuncia sistemática del plagio de migrantes de América Central en su paso por Coatzacoalcos, muchas de ellas convertidas en trabajadoras sexuales y en cantinas.
Entonces, la dueña del bar “El Palmar, Teresa de Jesús Hernández Cruz, contrató al quinteto de pistoleros con el pago de veinte mil pesos para que lo mataran.
De Villa Allende, donde vivía y era reportero y fotógrafo de sociales, Gregorio Jiménez fue trasladado a Las Choapas, y en donde lo ejecutaron de la siguiente manera:

TRES. Cavó su tumba

Un día después del plagio, y en un lote baldío en medio del monte, los pistoleros le dieron una pala y le ordenaron cavar su tumba.
Y lo encañonaron para que viera que la orden iba en serio.
Gregorio empezó a escarbar la tierra dándole la forma de un cuadrado de su tamaño como ordenaron los sicarios.
En tanto, los pistoleros tomaban cerveza, fumaban, y se pitorreaban en medio de carcajadas burlonas.

CUATRO. Tiro de gracia

Lista la fosa, Gregorio preguntando las razones del secuestro, un pistolero le disparó el primer tiro y luego lo remató con el tiro de gracia.
Otro, empujó el cuerpo sobre la tumba cavada y entre varios taparon el cadáver con la tierra.
Y la aplanaron para evitar huellas.
El once de febrero del año 2014, siete días después del secuestro, detenido un sicario, la fosa clandestina fue descubierta.
Otros cadáveres en otras tumbas también fueron hallados.

CINCO. Mucha perversidad

Fue el peor asesinato, con la saña y perversidad y odio y venganza del mundo en contra de un periodista.
Cierto, la reportera de la fuente policiaca, Yolanda Ordaz de la Cruz, fue la número cuatro, asesinada el 26 octubre del año 2011. Y a ella la secuestraron en su casa y luego la mataron y decapitaron y tiraron el cadáver en un lado y la cabeza a unos metros en Boca del Río.
Pero como en el caso de Gregorio Jiménez se necesita demasiada perversión humana para obligarlo a cavar su sepultura a base de un palazo y otro y otro y otro y otro.

SEIS. El Estado se blinda entre ellos

Javier Duarte fue sentenciado a 9 años de cárcel en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, por otros delitos.
Nunca ni por los diecinueve reporteros asesinados y tres desaparecidos. Tampoco, nunca, por tantos ciudadanos de a pie, incluso funcionarios públicos, ejecutados. Y sepultados en fosas clandestinas.
En México un fosario gigantesco, nunca un político encumbrado ha sido detenido y enjuiciado y sentenciado por desaparición forzada.
Hace 13 años, una indígena de la sierra de Zongolica, fue ultrajada por soldados rasos. Entonces, Felipe Calderón Hinojosa y Fidel Herrera Beltrán dictaminaron que había muerto de gastritis.
El obradorismo abrió el expediente y dictaminó que había muerto de gastritis. Los familiares, activista y ONG nunca les creyeron…


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