"Las pasioncillas políticas" están fermentadas por las presidencias municipales y diputaciones locales. Y las hay de todas. Polícromas. Y, claro, con su dosis de tenebra, balazos, fuego cruzado, dedazos, nepotismo, tráfico de influencias y conflictos de intereses. Por ejemplo, y jugando en la misma pista y carril:
1. El asesinato de dos alcaldesas que ya van, quizá, incluso, y más allá del ajuste de cuentas, como parte del machismo para intimidar a la población femenina y evitar sigan con su "cuota de género".
Pero también, en la rebatinga por el poder.
La primera, Maricela Vallejo Orea, de Mixtla de Altamirano, emboscada en una carretera de la sierra de Zongolica, y ejecutada junto con su esposo y el chofer del Ayuntamiento.
Maricela, incluso, con un embarazo de 6 meses.
Y la segunda, Florisel Ríos Delfín, de Jamapa, quien fuera elegida en una alianza del PAN y PRD, ella perredista.
2. El crimen del aspirante y suspirante a la presidencia municipal de Tierra Blanca, el doctor Manuel Dimas Cristóbal, y quien la estaba jugando por tercera ocasión.
3. El crimen del ex alcalde de Tehuipango, diputado local suplente, y aspirante a la candidatura a diputado local por la vía uni, el panista Domingo Panzo Tecpile, en su negocio, a la salida del pueblo baleado un domingo.
4. El tiroteo a la casa del presidente municipal de Acayucan, de militancia perredista.
5. Además, de los cuarenta políticos y líderes partidistas y sindicales, asesinados en los dos últimos años, todos, en la impunidad.
6. El oleaje de violencia política también incluye el tsunami de violencia partidista y que alcanza el núcleo familiar, con alcaldes en funciones emperrados con heredar la silla embrujada del palacio a esposas, hijos y hermanos.
Por ejemplo:
El presidente municipal de Ángel R. Cabada, Arturo Hérviz, la silla para su hijo.
Agustín Aburto, alcalde de Tlalixcoyan, la silla para la esposa.
El alcalde de Tres Valles, la silla para la esposa.
El alcalde de Acula, el trono imperial y faraónico, para la esposa.
Carlos Mezhua, alcalde de Zongolica, la silla edilicia y las curules locales y federales para par de hermanos y un primo hermano, además de que en su baraja partidista, política y electoral tiene a varios funcionarios del Ayuntamiento, listos para..., y en caso de necesitarse.
7. El secretario de Educación, Zenyazen Escobar, la candidatura a diputada para su esposa, a quien acomodó en la oficina de Transparencia de la LXV Legislatura y fracasó en su intento de regalarle la presidencia del IVAI, Instituto de Acceso a la Información.
8. "Las pasioncillas políticas" gravitan de igual manera alrededor de los ex alcaldes obsesionados con el Récord Guiness como ediles, entre ellos, los siguientes:
Jorge González Azamar, 3 veces presidente municipal en Catemaco, busca la nominación para la cuarta.
Juan René Chiunti, 2 veces alcalde de Cosamaloapan, soñando con la tercera.
Nemesio Domínguez Domínguez, dos veces alcalde de Santiago Tuxtla, cavilando si se lanza luego del calambre que sus amiguitos y enemigos le enviaron con un secuestro exprés.
Miguel Ángel Yunes Márquez, par de veces alcalde de Boca del Río, soñando con la tercera, aun cuando, y para despistar, se maneja para la alcaldía jarocha.
Por lo pronto.
En las candidaturas, el olor a muerte, el olor a nepotismo y el olor a caciquismo.

ROSTRO SOCIAL DE VERACRUZ
En el otro lado del río, la realidad adversa, dura, ruda y crujiente:
El sifilítico Hernán Cortés fundó el primer Ayuntamiento del continente en tierra firma. Fue primer alcalde su amigazo Alonso Hernández Portocarrero, el primer amante de "La Malinche", en el mes de abril de 1519. Y "Doña Marina" elegida como la presidenta del comité municipal del DIF y "la flor más bella del ejido" cuando aplaudía "a mano alzada" la histórica decisión.
Luego, poco a poco se fueron creando y creando más municipios hasta llegar a los 212.
De entonces a la fecha, la cara social de Veracruz es la siguiente:
6 de los 8 millones y cacho de habitantes en la miseria y la pobreza que así lo dice el INEGI.
Medio millón de habitantes solo hacen dos comidas al día, y mal comidas, debido a tanta precariedad.
Uno de cada 3 jefes de familia llevan el itacate a casa con el ingresito derivado del changarro en la vía pública.
Un millón de paisanos, migrantes sin papeles en Estados Unidos ante la errática y fallida política económica.
Veracruz, primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales.
550 mil habitantes de 14 años de edad son analfabetas. No saben leer ni escribir.
Un millón tienen inconclusa la escuela primaria.
Otro millón, incompleta la educación secundaria.
600 mil personas, con el bachillerato a medias.
De cada cien niños egresados de la escuela primaria, solo diez llegan a la universidad y solo uno se titula y sabrá el chamán si encuentra trabajo, trabajo seguro, estable y pagado con dignidad salarial.
Las universidades, convertidas en fábricas de desempleados. Más de doscientas cuarenta de norte a sur y de este a oeste.
Moraleja: el poder político únicamente para que las elites, cúpulas y tribus partidistas se enriquezcan en cada periodo constitucional.
Y cada vez que los políticos "se cortan las venas" en público hablando del bienestar social, el riesgo de que, mínimo, y como a Pinocho, les crezca la nariz, una nariz, además, fea, gorda, larga, sin forma, venosa y ventruda.

LA VIDA SIGUE IGUAL DE JODIDA
Pronto, bajo la parábola de "A mí ponme donde hay", los políticos apostaron a vender esperanzas burdas y baratas, soeces, ofensivas, a la población, siguiendo la enseñanza popular del conejo atrás de la zanahoria... y que nunca alcanza.
Y, sin embargo, en rara y extraña paradoja, cada sexenio y cuatrienio, los ciudadanos de a pie vuelven a creer en la nueva generación política en el poder, quizá porque es lo único a la mano.
Hoy se vive el tiempo de la 4T. Antes fue el tiempo del PAN en Veracruz. Antes del PRI. Y la vida sigue igual de jodida.
Inseguridad y desempleo, los peores males de la caja de Pandora.
El pueblo es insignificante ante los ojos de las tribus políticas como describiera León Tolstói en su novela "Pobre gente".
Casi casi, gente invisible, como el famoso Gutierrecitos de la novela radiofónica y película, tan famosa en el siglo pasado.
Una generación política se va, hinchada, con frecuencia, del billete del erario, y otra viene, y la población continúa igual de jodida.
En "las pasioncillas políticas" solo participan las tribus partidistas repartiéndose las mieles del poder, las tajadas del pastel.
Entre ellos. Únicamente ellos.
Ninguna profesión, oficio, actividad, tan desprestigiada como la política.