Pesadilla reporteril
Con el mes de noviembre terminando como un canguro, el año ya se fue. Y en la cancha pública, con 3 reporteros asesinados, la impunidad reinante.
El 30 de marzo del 2020, María Elena Ferral, corresponsal del Diario de Xalapa, asesinada en Papantla.
El 3 de agosto, Jorge Celestino Ruiz, corresponsal del Gráfico de Xalapa, ejecutado en Actopan.
Y el 9 de septiembre, Julio Valdivia, corresponsal de El Mundo de Córdoba, asesinado y decapitado en Tezonapa.
Luis Velázquez
La pesadilla es múltiple. En un lado de la moneda, la secretaría de Seguridad Pública, fallando con el Estado de Derecho, cuya esencia mística es garantizar la seguridad en la vida.
Y en la otra cara de la moneda, la impunidad con la Fiscalía General.
En medio, el reality-show de la Fiscal. Fue con el crimen de María Elena Ferral, en Papantla.
En la víspera estaba en juego su elección en la LXV Legislatura para Fiscal por 9 años. Entonces, se movió, digamos, y la Policía Ministerial detuvo a 5, 6 presuntos asesinos, según dijeron, tanto físicos como intelectuales, ajá.
Y que faltaban otros 5, 6, incluso hasta mencionaron a cacique de la región.
Y cuando la mayoría de los 50 diputados locales la eligieron convencidos de su eficacia, eficiencia y competencia (octava maravilla del mundo, ajá), la Fiscal asestó carpetazo al crimen y en automático se olvidó, todo indica, para siempre, porque desde entonces, ni fu ni fa.
El show, pues. El protagonismo. La habilidad para juguetear con la desgracia humana y aprovecharse de ella para seguir ascendiendo en la carrera política.
Es más, fue el caso del asesinato del corresponsal Jorge Celestino Ruiz. Que el alcalde de Actopan. Que sus esbirros. Y a la hora de la verdad, el limbo.
El trío de trabajadores de la información dejó parejas e hijos en la orfandad.
Peor si se recuerda, por ejemplo, que Jorge Celestino tenía una tiendita donde reparaba celulares y Julio Valdivia vendía donas en el pueblo, ambos, para llevar y garantizar el itacate y la torta en casa.
3 familias más en el desamparo por el oleaje de violencia, incertidumbre, inseguridad y zozobra.
8 meses después del primer asesinato, la impunidad sigue invicta, inderrotable. Y por añadidura, ninguna, absolutamente ninguna esperanza de la procuración de justicia.
La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, CEAPP, pronto olvidó el asunto.
Y es que el peor pecado mortal para los muertos es el olvido. El día cuando ya nadie se ocupa ni preocupa ni empuja la carreta soñando con la justicia.
CLAMOR GENERALIZADO DE JUSTICIA
Bastaría mirar alrededor. Veracruz, tiradero de cadáveres, el 99 por ciento en la impunidad.
Veracruz, con unos cuarenta infanticidios en los últimos dos años, en la impunidad.
Veracruz, campeón nacional en feminicidios (147 este año según las versiones), en la impunidad.
Veracruz, con unos cuarenta y dos políticos asesinados, en la impunidad.
Veracruz, con unos cuarenta crímenes de odio en el sexenio de MORENA, en la impunidad.
Veracruz, con unos veinte taxistas asesinados, en la impunidad.
El oleaje de criminalidad ha rebasado, por completo, a la Fiscalía General.
Quizá, por la insuficiencia de personal o personal en el principio de Peter.
Acaso, porque el cargo quedó demasiado grande o porque simple y llanamente, falta experiencia, conocimiento, fogueo, contactos, relaciones.
Pero, bueno, si vamos al sexenio de Javier Duarte con diecinueve trabajadores de la información asesinados, más 3 reporteros desaparecidos, todos en la impunidad, entonces, y a mirada de pájaro, pudiera escribirse que la impunidad reinó entonces, igual, igualito que ahora, y por tanto se trata de una constante.
En el fondo, falta de voluntad política y social para hacer justicia.
Es, por cierto, el mismo clamor de norte a sur y de este a oeste de Veracruz con tantas familias con parientes (hijos, hermanos, tíos, primos y hasta abuelos) asesinados.
LE VALE A LA AUTORIDAD
De acuerdo con la estadística, de los años 2002 (Miguel Alemán Velasco) a 2020, dieciocho años en total, en Veracruz han sido asesinados 35 reporteros, en tanto diez desaparecidos.
Todos, en la impunidad.
Impunidad, pues, con Miguel Alemán, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte, Miguel íngel Yunes Linares y con el góber de la 4T. .
El estilo personal de ejercer el poder de priistas, panistas y morenistas, en la cuerda floja.
Hemos, entonces, de acostumbrarnos a seguir viviendo en la impunidad y dejar de creer en la palabra, el discurso, la promesa, la venta de esperanzas de la Fiscalía General.
Y si existieran ciudadanos con gran capacidad y convencimiento de la resistencia pacífica, entonces, ahí están las guardias comunitarias, las autodefensas y los comités de barrio.
Incluso, hasta la indignación crónica ante los abusos y excesos del poder como el caso de los jarochos que el lunes 2 de noviembre, en la ruta La Laguna-Capilla, se fueron encima del chofer de un transporte urbano de pasajeros y lo detuvieron a madrazo limpio luego de atropellar a un peatón pues intentó darse a la fuga.
En todo caso, si las ONG, Colectivos, académicos, familiares desean seguir protestando, la vida ha de mirarse desde el bosque y levantar el objetivo hacia la Ciudad de México, por ejemplo, el Congreso de la Unión, plantones en el Zócalo, la prensa internacional, la ONU, las plataformas digitales, para reclamar justicia en los foros nacionales.
Seguir protestando aquí, en Veracruz, en una que otra ciudad, contra la inseguridad y la impunidad, solo conduce al desgaste intelectual, emocional, espiritual, social y sentimental.
Simple y llanamente, a la autoridad le vale. Sean del PRI, PAN o MORENA.