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Barandal
Sábado 14 noviembre, 2020

El migrante solidario

•Apoya a paisanos en EU
•Puertas abiertas

ESCALERAS: Montón de familias han migrado del pueblo a Estados Unidos. Unas, quedaron en Matamoros, Tamaulipas, trabajando en las maquiladoras. Otras, en Ciudad Juárez, donde, incluso, hasta pastores evangélicos se volvieron. Otras, llegaron a la tierra prometida.
Muchos años después, y para la dicha y felicidad familiar, allá continúan.

Incluso, generosas, abren las puertas a los paisanos tocando puertas. Milagros de la vida, hasta los acomodan en una fuente de empleo.

PASAMANOS: Nada enaltece la vida como la historia de Ciro V. Acorralado por el desempleo, casado, con 3 hijos, hijo de campesino sin una parcelita, Mil Usos en el pueblo, agarró camino a EU. Migrante sin papeles.
Nunca ha deseado contar la historia de su viaje. Quizá nadando en el rí­o Bravo para entrar al paí­s vecino. Acaso caminando en el desierto de Sonora. Quizá abandonado por los polleros. Acaso perseguido por la policí­a migratoria.
Pero fue el primero en partir del pueblo. Y un año después se llevó a un hermano y luego a otro y luego a otro. Después, el cuarteto de carnales se llevó a sus padres adultos mayores, en la sexta década.

CORREDORES: Entonces “quemaron sus naves” en Soledad de Doblado. Nunca han vuelto, ni siquiera, vaya, en fin de año, aprovechando el Guadalupe Reyes.
Allá nacieron sus hijos. En casa hablan español. En la escuela, el inglés. Dicen los hijos: “Aquí­ nacimos y nada nos une a México ni al pueblo de mis padres”.
En cambio, tienen las puertas abiertas para los paisanos necesitados y urgidos, correteado por “las cornadas del hambre”.
En Veracruz, como en el paí­s, la errática polí­tica económica solo produce subempleo y desempleo. Jornadas laborales extenuantes con sueldos miserables y sin prestaciones sociales, económicas y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.

BALCONES: En el pueblo, Ciro V. fue “Mil Usos”. Jornalero, lechero, jardinero, molinero, vendedor de masa de casa en casa, panadero, policí­a municipal y hasta custodio en el desaparecido penal de Allende, en la ciudad de Veracruz.
Y cuando el hambre se recrudeció un paisano iluminó sus dí­as y noches oscuras y se fueron de migrantes, hace más de veinte años.
Ahora, trabaja con los hermanos en un rancho agropecuario y hasta nacionalizado está y en cada elección sufraga en las urnas.

PASILLOS: En Matamoros, Tamaulipas, con las maquiladoras, también hay montón de familias del pueblo con varios años de arraigo.
Las oportunidades son múltiples. Primero, laborando en la tierra de Rigo Tovar. Y segundo, cruzando la frontera para chambear desde trabajadoras domésticas hasta en ranchos agrí­colas y ganaderos.
Incluso, durmiendo en Matamoros y viajando cada dí­a a Texas para emplearse, digamos, como un habitante de la Ciudad de México que viva en un extremo de la ciudad y trabaje en otro.

VENTANAS: Ningún atractivo económico hay en el pueblo para quedarse. Sin fuentes de trabajo, y fuentes dignas, el único destino de la población es migrar. Casi casi, salir huyendo. Lo decí­a Octavio Paz en el siglo pasado cuando decidió vivir en Europa. “Si me quedo aquí­, me volveré un amargado o un alcohólico”.
En el caso, desempleados. Soñando quizá con la llegada del mesí­as.
Un chico se metió al comité municipal del PAN en la campaña electoral de un presidente municipal, digamos, amigo de la familia. Le dio tupido y duro a la faena. El candidato ganó la alcaldí­a. Y le ofreció trabajo de cargador en el camión de la basura.
Simple y llanamente, y ante tanta humillación, lleno de furia social, le mentó la madre. Ya envió correí­to a Ciro V. para una oportunidad migratoria.


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