Estilos del poder
•Discordia de AMLO
•Se pasa de tueste
ESCALERAS: El grado de tirria, rencor, odio, rechazo, alergia, de López Obrador en contra de los conservadores, anexos y conexos, resulta inverosímil.
Más porque como jefe máximo de los poderes públicos y del billete oficial y de las corporaciones policiacas, está moralmente obligado a la concordia, en vez de continuar sembrando la discordia.
Luis Velázquez
Por ejemplo, el último bombardeo mediático a los conservadores fue el siguiente:
Uno, machistas. Dos, autoritarios. Tres, hipócritas. Y cuatro, corruptos.
En su lista negra, los disidentes, los críticos, los enemigos, los adversarios, entre ellos, gobernadores, legisladores, alcaldes y reporteros y columnistas.
PASAMANOS: El ADN de López Obrador es así. Belicoso. Peleador callejero.
Cierto, en par de ocasiones, con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto le arrebataron la presidencia de la república. Vicente Fox se fue en su contra para desaforarlo y dejarlo fuera de la contienda electoral. Carlos Salinas lo desdeñó y menospreció y le hizo imposible la vida.
Montón de empresarios, digamos, priistas y panistas, se aliaron en su contra al lado de las tribus gobernantes en turno.
Decenas, cientos quizá de medios sirvieron a las elites rojas y azules con un rafagueo sin precedente a cambio, ninguna duda, hay, de los convenios.
CORREDORES: Pero insólito que como presidente de la república lleve dos años ajustando cuentas y agraviando a todos, “a tiro por viaje” en las mañaneras.
La grandeza moral, ética, social y política de un funcionario público está en su capacidad de mirar para adelante, sin voltear a los lados ni para atrás, pensando siempre en el bienestar social.
En ningún momento, el político se calibra a partir de la cargada de odio y rencor contra quienes lo precedieron, ofendieron, humillaron y vejaron, incluso.
BALCONES: La mera verdad cada vez que parte considerable de los ciudadanos miran y escuchan en la tele una mañanera, una declaración, un discurso presidencial en automático cambian de canal y hasta prefieren detenerse en el programa fifí de “Nosotros los guapos” y/o en los últimos escándalos de Ninel Conde.
Se ignora si el presidente ganará espacio político y social y su figura se agigantará cada vez que despotrica en contra de los enemigos.
Pero mucho se duda. En ningún momento porque se esté del lado de los conservadores, que sus pecados veniales y mortales tienen, sino porque la población electoral está fastidiada del discurso tan cacareado y repetitivo.
PASILLOS: Lo dijo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano: “Mi padre nunca habló mal de sus enemigos”. La frase fue derechito a las neuronas y el corazón de López Obrador. Pero de nada sirvió. Días después, de nuevo arremetió.
“Son machistas”, dijo, en un país machista. “Son autoritarios” cuando desde sus orígenes, en la historia del país han desfilado políticos autoritarios. “Son corruptos” en un país en el primer lugar mundial en la deshonestidad política. “Son hipócritas” en un mundo gobernado por la hipocresía como una constante humana.
VENTANAS: Pero cada ser humano tiene su estilo personal de ser, actuar, reaccionar y estar.
Y si Enrique Peña Nieto tan galán y bueno para la enagua como Adolfo López Mateos…
Y si Luis Echeverría asestó golpe de Estado al director general de Excélsior, Julio Scherer García…
Y si Gustavo Díaz Ordaz entró a la historia por la masacre estudiantil el 2 de octubre del año 1968…
Y si con Carlos Salinas asesinaron a seiscientos perredistas y de paso, le mataron a su candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, y hasta a su cuñado José Francisco Ruiz Massieu, López Obrador ha consolidado su estilo personal de ejercer el poder.