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Jueves 12 noviembre, 2020

Policí­as pillos

Nada arredra al secretario de Seguridad Pública. Ni el tiradero de cadáveres ni tener a Veracruz en el primer lugar nacional en feminicidios, secuestros y extorsiones. Ni los mil doscientos cadáveres a punto de pasar a la fosa común. Ni el asesinato de polí­ticos, lí­deres partidistas, activistas, niños y ancianos, reporteros y sacerdotes.
Nada.
Incluso, la semana anterior anunció el despido de más de cuatrocientos policí­as estatales.

Luis Velázquez

Unos, por cohechar a las trabajadoras sexuales y gays de Xalapa. Otros, agentes de Tránsito, por esquilmar a conductores.
Todos, dijo, ajá, hosanna, hosanna, elementos dados de alta en sexenios anteriores y que, en su caso, ni hablar, necesitaron dos años para darse cuenta.
Par de años también requirieron para advertir que los policí­as municipales de ílamo y Paso del Macho tení­an amistades peligrosas.
Y ni hablar, antes de que el mundo les cayera encima, los detuvieron, aunque luego de pasado un ratito, nadie ha conocido ni sabido ni boletinado su destino.
Y si en el cuartel policiaco de San José se le han muerto par de detenidos, tampoco se arredra el súper policí­a de la SSP importado de Nuevo León donde fuera, dice, secretario de Seguridad Pública, SSP, y Fiscal General.
Es más. Igual, igualito que otros antecesores paseando en avenida de Xalapa saludando a niños, el titular de la SSP también paseó en plaza comercial de Boca del Rí­o con la familia, de compras.
Pero con todo, cuatrocientos policí­as despedidos en los últimos 2 años son muchos, demasiados, excesivos.
Claro, dirá el sociólogo oficial, el número resulta lógico si se considera que la SSP tiene unos veinte mil policí­as, y ni modo, siempre hay un frijolito en el arroz, un Judas, un Luzbel, hay indio yaqui que por veinte mil pesos corta la cabeza a su jefe, Miguel Hidalgo y Costilla.
La carrera, sin embargo, por la purificación moral y la honestidad valiente en la 4T es contrarreloj.
Por ejemplo, de acuerdo con Pitágoras, si en 2 años despidieron a 400 policí­as pillos, ladrones y corruptos, entonces, si por delante quedan 4 años significará que cesarán a unos ochocientos más.
Mil 200 en total, aproximadamente, en un sexenio.
El dato, sin embargo, es consolador. Incluso, optimismo. Bastarí­a referir que hacia el mes de enero del año 2012, sexto año de Felipe Calderón como presidente, habí­an despedido a más de treinta mil policí­as por corruptos. (Felipe, el oscuro, Olga Wornat)
En todo caso, si Carlos Salinas tuvo como súper policí­a a Guillermo González Calderoni y Felipe Calderón a Genaro Garcí­a Luna, ambos con terrible desenlace, Cuitláhuac Garcí­a tiene su héroe policí­aco. Se llama Hugo Gutiérrez Maldonado, aquel que debutara en una escuela de Coatzacoalcos con pistola al cincho como un estilo personal de ejercer el poder porque toda su vida así­, tal cual, habí­a caminado.

ESTRIBILLOS DE LA 4T

Los 400 policí­as despedidos, acusados de pillaje (alcalorpolí­tico.com), únicamente fueron dados de baja.
Es decir, delitillos menores. Insustanciales, cohechar a trabajadores sexuales y a conductores de vehí­culos. Ninguno, pues, sometido a una denuncia penal.
Nadie dudarí­a de que fueron reubicados, digamos, en el otro extremo de Veracruz, en alguna comunidad de la sierra de Huayacocotla o del Valle de Uxpanapa, en Tehuipango, en la montaña negra de Zongolica, lí­mites con Puebla.
El pase, entonces, para seguir delinquiendo.
Pero como han pasado dos años de la yunicidad y cuatro años del duartazgo y diez años del fidelismo, el cohecho y la extorsión se dieron, simple y llanamente, en el sexenio de MORENA, el de la 4T, donde los siervos de la nación y los soldados de la patria se declaran ángeles de la pureza.
El objetivo, dijo el titular de la SSP, es acabar con la corrupción (el estribillo obradorista) y purificar a los funcionarios públicos (el otro estribillo de la 4T).
Nunca, claro, podrán lograrlo. La corrupción está en el ADN de los polí­ticos, los policí­as, los agentes de Tránsito, los jefes policiacos y los funcionarios de los gabinetes legal y ampliado.
Se trata de una lí­nea roja indeleble.
Por ejemplo, inverosí­mil, insólito, el descubrimiento tardí­o, demasiado tardí­o, casi 2 años después, de que los policí­as municipales de ílamo y Paso del Macho eran, según cacarearon en su momento, narcopolicí­as.
Ninguna sorpresa cuando “hacia finales del año 2010 un informe de la Cámara de Senadores aceptaba que 71% de los municipios del paí­s eran controlados por el crimen organizado”. (Ibidem)
Y ninguna sorpresa cuando luego de diez libros publicados sobre los barones de la droga, el escritor y reportero, Ricardo Ravelo Galo, asegura que cada sexenio tiene su cartel preferido.
Pero como ahora estamos en el sexenio purificador de la moral pública, la ética, la Cartilla Moral, entonces, la realidad empeora y recrudece.
Más, cuando las bandas de criminales significan un riesgo constante para la calidad de vida de la población.
Con todo, y con los 400 policí­as cesados, revela que como “muchas cornadas da el hambre”, los policí­as, con salarios bajos, siguen con la fama pública de siempre, pues nada tan fácil como esquilmar a las daifas y gays en los horarios nocturnos cuando trabajan y a los choferes de automóviles y autobuses cuando, digamos, transgreden la ley o la ley de cada agente de Tránsito.
Y ni modo que la 4T sea tan milagrosa que de pronto, los policí­as, los agentes de Tránsito y los carceleros, y sus jefes inmediatos y mediatos, se volvieran honestos.
Honesto Judas, quien luego de vender a Jesús por treinta monedas, arrepentido, se ahorcó de un árbol en el rancho que comprara en las afueras de Jerusalem.


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