Más todaví­a: Gutiérrez Barrios es interpretado por el actor David Giménez Cacho quien tiene un extraordinario parecido con el llamado “Hombre-leyenda” desde el copetazo y el bigotazo que usaba hasta su forma de hablar y de vestirse como una figurita, un pachuco.
En la serie fí­lmica, don Fernando queda mal proyectado, pues lo exhiben como el policí­a que coordinó la matanza del 2 de octubre en la plaza Tlatelolco de la Ciudad de México como así­ convení­a al interés superior de Echeverrí­a para quedarse con la candidatura presidencial, tiempo aquel del partido único, el PRI.

LUNES
Operador de la masacre

La serie constituye una aportación a los millones de textos, novelas, cuentos, poemas, canciones, reportajes, crónicas, notas y libros escritos y publicados sobre el 68.
“Un extraño enemigo” se centra en Gutiérrez Barrios luchando para sobrevivir en polí­tica en medio de los intereses de Echeverrí­a, Corona del Rosal y Emilio Martí­nez Manatou, obsesionados cada uno con la candidatura presidencial con la bendición de Dí­az Ordaz.
Don Fernando juega sus cartas con su equipo de policí­as, todos desalmados, para organizar los disturbios y manipular los medios.
Por ejemplo, la tarde/noche del 2 de octubre se aposenta en el edificio de Relaciones Exteriores desde donde escudriña el edificio central de la Plaza Tlatelolco, centro de la manifestación, y opera a los francotiradores que matan a los soldados y que fue el origen del zafarrancho aquel.
Televisa parece perfilarlo como el responsable de la matanza. Todo, para descarrilar al Regente de la Ciudad de México, Alfonso Corona del Rosal, evidenciar al secretario de la Presidencia, Martí­nez Manatou y amacizar a Echeverrí­a en el ánimo de Dí­az Ordaz para la sucesión.

MARTES
La amante reportera

En el filme, don Fernando, jefe de la Dirección Federal de Seguridad, tiene una joven amante. Se llama Elena y es reportera. Y con ella procrea una hija.
Elena, la escritora, se convierte en la coincidencia crí­tica de Gutiérrez Barrios en el filme y hasta lo inculpa de haber organizado la matanza de Tlatelolco.
Y ambos se traban en una discusión que termina con el fin de la relación amatoria.
Más, cuando en la medida que camina el 2 de octubre, Elena publica crónicas en un periódico que irritan a Fernando y de nuevo pelean argumentando ella que el amante quiere controlar su pluma.
En los buenos tiempos, Elena y Fernando llevan los niños al cine y alguien avisa a la esposa y se arma el pleito conyugal. Pero Fernando, hábil polí­tico y policí­a, siempre sale ganando en cosas del amor. Y de la polí­tica.

MIÉRCOLES
Un hijo asesinado
Un momento estelar que pareciera ficción y que si tal es resulta muy aventurado y atrevido es el fin de la pelí­cula seriada.
Luis Echeverrí­a juramenta como presidente de la república y Gutiérrez Barrios enaltecido porque ganó su candidato.
El hijo menor estudia en Harvard, en Estados Unidos, donde vive casado con su joven pareja y tienen un niño.
Entonces, tocan a la puerta del departamento donde viven y cuando la esposa abre un tipo enmascarado, fornido, le dispara y la mata a boca de jarro, con alevosí­a, ventaja y premeditación.
El marido escucha el tiro y se acerca a la puerta y el pistolero lo remata hasta con el tiro de gracia.
Don Fernando está con su esposa en la toma de posesión de Echeverrí­a y uno de sus agentes le avisa del doble asesinato y queda estremecido en medio del auditorio.
Entonces, busca un presunto culpable y pasea la mirada en Alfonso Corona del Rosal, Emilio Martí­nez Manatou, Gustavo Dí­az Ordaz y Luis Echeverrí­a.
Los escudriña con lupa, mejor dicho, con el microscopio de su mirada, ojos que parecen puñales filosos tratando de encontrar al homicida.
Y más, porque en el filme aquel jefe policiaco de la Dirección Federal de Seguridad ha ordenado el asesinato de varias personas, siempre… en nombre de la patria.

JUEVES
Desalmada lucha por el poder

“Un extraño enemigo” tiene mucha semejanza con la serie de Netflix intitulada “La Casa de las Cartas, la Casa Blanca”, una pelí­cula sobre la polí­tica en Estados Unidos.
Por ejemplo, y en la lucha para ganar el poder, los polí­ticos encumbrados matan y ordenan asesinar a los incómodos y contestatarios.
Ellos son infieles. Las esposas son infieles. Y en unos casos, los esposos matan a los amantes de sus mujeres.
Todos se espí­an. Interceptan los teléfonos celulares y los teléfonos oficiales. Contratan policí­as para seguir dí­a y noche a los adversarios y enemigos.
Hay francotiradores que disparan a matar a las personas participando en movimientos sociales.
Las tribus polí­ticas se alí­an para descarrilar a los adversarios y luego ellas mismas se asesinan entre sí­.
Desaparecen a los adversarios y a quienes luego torturan para obtener información confidencial y después les dan el tiro de gracia.
Es el ejercicio de la polí­tica más sórdido, siniestro y sombrí­o.

VIERNES
“El hombre leyenda”

Fernando, el protagonista de “Un extraño enemigo”, interpreta a un policí­a al servicio de las tribus polí­ticas en turno. En el gabinete siempre se refieren al policí­a.
La esposa y un hijo se vuelven sus crí­ticos. A cada rato le recriminan que sea un policí­a. En la reunión con las amigas, la esposa siempre se siente pitorreada porque es policí­a. En la escuela, los compañeros reprochan al hijo que el padre sea policí­a.
De principio a fin de la serie, Fernando es el policí­a. Por eso, cuando Echeverrí­a triunfa lo asciende a polí­tico.
La mitad de su vida pública, Gutiérrez Barrios fue policí­a y se convirtió en “El hombre-leyenda”. El presidente Miguel de la Madrid lo convirtió en director de Caminos y Puentes Federales de Ingreso, primero, y luego, gobernador de Veracruz.
Después, Carlos Salinas de Gortari lo ungió secretario de Gobernación y Senador de la República.
Y cuando la transición, coordinó el proceso interno en el PRI para elegir al sucesor y murió en el quirófano cuando serí­a operado de una enfermedad.
Ficción o realidad, el filme pareciera, es, mejor dicho, una biografí­a sucinta de don Fernando, llevada a la pantalla como nunca ha sucedido con ningún otro gobernador de Veracruz hacia finales del siglo XX ni menos en este siglo.
Las últimas vidas llevadas al cine de ex mandatarios fueron las de Adolfo Ruiz Cortines y Miguel Alemán Valdés, ambos presidentes de la república.