Los tobillos, amarrados con cables de electricidad y atados a una pared de la casa. Las piernas, abiertas. El pubis, descubierto. Semidesnuda. La ropa interior y los pantalones, a un lado, dispersos, revolcados.
Ultrajada. Golpeada en la cara con el salvajismo machista del mundo.
A un lado, un machete solitario. Una versión dice que fue ejecutada a base de machetazos, como quien, digamos, corta el monte en lotes baldí­os a base de morunazos.
Se llamaba Érika. Y tení­a 36 años. Fue reportada como desaparecida la noche del domingo 3 de octubre del año desventurado que galopa como el jinete negro del Apocalipsis en medio del tiradero de cadáveres y de impunidad "en la noche tibia y callada" de Agustí­n Lara. El lunes 4, dantesco hallazgo.

PASAMANOS: El padre identificó el cadáver. Érika viví­a distanciada de la familia. Su debilidad era el alcohol y marcó una raya de los suyos.
Ella ganaba la vida cortando piña, región piñera por excelencia Isla, Rodrí­guez Clara, Loma Bonita, etcétera. Y era aplicada en la faena.
Por eso, su familia está pidiendo que la Policí­a Ministerial de la Fiscalí­a General siga la pista a los amigos "del corte y la carga de la piña" y sean interrogados.

CORREDORES: Un feminicidio más en un Veracruz campeón nacional. La estadí­stica de la muerte, la muerte atroz, de las mujeres.
Lo peor: mientras la realidad es avasallante en contra de la población femenina, el gobierno de Veracruz, avalado, parece, por la secretarí­a de Seguridad Pública nacional (el titular, Alfonso Durazo, listo para la candidatura de MORENA a la gubernatura de Sonora) persiste en su versión de que los feminicidios van a la baja, en caí­da libre, derecho, derecho, al fondo del sótano.
El crimen de Érika, en Isla, los desdice.

BALCONES: En el mes de diciembre del año 2018, el primero de MORENA en el palacio principal de Xalapa, fue asesinada la primera mujer de la racha feminicida en Veracruz.
Fue una migrante, originaria de Guatemala. En los lí­mites de Isla y Rodrí­guez Clara fueron emboscados. Ella, muerta. Un menor de edad, herido. Unos hombres, sobrevivientes.
Entonces, el secretario General de Gobierno mostró el estilo personal de ejercer el poder. Inculpó a los policí­as municipales de Isla. Luego luego, el presidente municipal le reviró asegurando que los criminales eran polleros. El titular de la SEGOB jarocha guardó silencio. En el alcalde encontró "la horma de su zapato".
Pero, zona conflictiva al fin el sur de Veracruz, allí­ por donde circula la droga del sur al norte del paí­s, los feminicidios cruzando el Rubicón.

PASILLOS: El sexenio guinda parece el peor para las mujeres en Veracruz, de igual manera, digamos, como el duartazgo significó el peor de los mundos para el gremio reporteril con diecinueve periodistas asesinados, más 3 desaparecidos.
Nunca las mujeres, ni el resto de la población, imaginaron que con el obradorismo el asesinato de mujeres se multiplicarí­a, imparable, inderrotable, primero, por la ineficacia y la ineficiencia de la secretarí­a de Seguridad Pública, y después, por la incompetencia de la Fiscalí­a General. Más, mucho más, cuando la titular es la primera mujer en la historia local.
Pero ni modo, ellos son los dueños del poder. Y ellos gobiernan y mandan. Y ellos dicen que vamos bien. Y ellos festinan el descenso de la violencia.