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Miércoles 07 octubre, 2020

Niños con cáncer

Unas madrugadas de la semana anterior, el insomnio se adueñó del doctor Sergio Gómez. Jefe médico del área de Niños con Cáncer en el Hospital Regional de Veracruz. Estaba molesto. Indignado. Encabritado. Para entonces, llevaban seis meses sin recibir medicinas de la secretarí­a de Salud para los niños.
Eran, aprox., las 4 de la mañana cuando tomó decisión fundamental. Y se tomó un video casero. Y lo lanzó al mundo cibernético.

Luis Velázquez

Denunció, por ejemplo, que se le estaban muriendo los niños con cáncer desde hací­a 6, 7 meses.
Que en el hospital estaban sin medicinas.
Y por tanto, lanzaba un llamado a la sociedad civil, a los ciudadanos, a la población, para la solidaridad humana depositando los centavitos a su alcance para la adquisición de medicamentos.
Aportó el número de una cuenta bancaria, la suya, para el depósito.
Además, en parte central, advertí­a sin rodeos ni medias tintas que estaba consciente, claro, cierto, de repercusiones laborales en su contra.
Incluso, de un atentado a su vida.
“No tengo miedo” advirtió al gobierno de Veracruz. “Aquí­ estoy, por si quieren venir a matarme”.
Luego, profetizaba de la siguiente manera:
Los padres de familia con niños con cáncer están listos para iniciar una revolución.
En un dos por tres, el video se volvió viral. Tremendo éxito en las redes sociales.
Al dí­a siguiente, el secretario de Salud, doctor Roberto Ramos Alor, le reviró.
Pero, ingenuo, inexperto, sin fogueo en el campo de batalla, sin experiencia, aceptó que, en efecto, hay escasez de medicinas.
Y de inmediato, vaya excusa, inculpó a los laboratorios internacionales del desabasto, de igual manera como inculpó a la población por el rebrote del coronavirus, oh querido Poncio Pilatos del siglo XXI.
Nada dijo, sin embargo, de que con los recursos públicos remodeló sus oficinas a gusto y capricho.
Una vez más, el gobierno de Veracruz queda exhibido. Y por el mismo titular de Salud.
Incompetencia, ineficacia, ineficiencia, cuando, caray, el presidente de la república decidió comprar las medicinas en el mercado internacional, en forma directa, para ahorrarse millonarios fondos, pues en sexenios anteriores los adquirí­an a concesionarios que los revendí­an y les dejaban ganancias millonarias.
Bastarí­a referir que el mismo Ramos Alor fue señalado de comprar medicinas a una distribuidora propiedad, primero, del delegado federal en Jalisco, y luego, del secretario de Salud de Jalisco, y quienes las revendí­an a precios exorbitantes.
En Jalisco, el delegado federal fue despedido, y en Veracruz, el titular de Salud continúa en el puesto, luciendo su bigotazazazazo y su piyama como bata en cada conferencia televisiva sobre el COVID y que en la entidad ha dejado más de cuatro mil muertos.

GRANDEZA DE FIDEL HERRERA

La reacción de Ramos Alor fue de principiantes. Por ejemplo, si Fidel Herrera Beltrán, “una chucha cuerera”, hubiera enfrentado una crisis de salud como ahora con los niños con cáncer el góber machetero y con botas, su respuesta serí­a la siguiente:
Uno. El despido del secretario de Salud con el nombramiento de un interino, un encargado, digamos, el subsecretario de Salud.
Dos. El traslado de la jefatura del Poder Ejecutivo Estatal a una oficina en el Hospital Regional para vigilar en forma directa el mejor funcionamiento del sistema de salud pública.
Tres. La compra inmediata de medicinas para niños con cáncer, suficiente para abastecer y con dotación de reserva a todos los hospitales públicos.
Cuatro. La compra de medicamentos y a crédito.
Cinco. La vigilancia en el dí­a con dí­a desde el Hospital Regional de Veracruz para que las medicinas fueran abastecidas de forma rápida.
Seis. La supervisión piso por piso en el Hospital Regional de su funcionamiento para enmendar las deficiencias y los errores, acompañado del director del HR, y del doctor Sergio Gómez, director o jefe del área de Cáncer Infantil.
Siete. Instalarse en el HR dí­a y noche para revisar los pendientes. Pero más todaví­a, acuartelarse en el piso de los Niños con Cáncer, la prioridad número uno.
Así­, digamos, habrí­a sido la operación Fidel Herrera Beltrán.
Pero, bueno, “pedir peras al olmo” es demasiado.
Y es que el góber machetero recuerda “a los malos teloneros de los conciertos: como no terminan por entusiasmar a la audiencia” (Jorge Zepeda Patterson), y como Ramos Alor es un invento errático de Cuitláhuac Garcí­a, entonces, los desaguisados se dan y multiplican “a tiro por viaje”.

NI UN ATAQUE DE CASPA AL DOCTOR SERGIO GÓMEZ

Nadie piensa que el doctor Sergio Gómez sufriera un fulminante ataque de caspa ni menos, mucho menos, un atentado en contra de su vida.
Tampoco que su video encendiera la chispa de una revolución pues el paí­s ya tuvo tres con la Independencia, la Reforma y la Revolución, con más de un millón y medio de muertos, y con tantos muertos por el coronavirus y el oleaje de violencia es suficiente.
Y si, digamos, fuera despedido (en los próximos meses o años) por el secretario de Salud, caray, significarí­a el peor error polí­tico, social y médico de Roberto Ramos y del gobierno de Veracruz.
Más porque la parte frágil de la vida y la sociedad son los niños. Y más, mucho más, los niños con cáncer. Y más, cuando se trata de niños hijos de familias precarias, con quienes, todo indica, el titular de Salud es cien por ciento insensible.


1 comentario(s)

Nieves Sánchez Gomez 08 Oct, 2020 - 00:27
Excelente Análisis, ausencia de Responsabilidad Ética, Moral y Profesional.

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