sujetos más a quienes presuntamente fue sorprendido robando gasolina y portando armas largas.
La captura fue realizada por autoridades federales en el rancho "Casa Blanca", en el municipio de Villa Oluta, muy cerca de la esquina donde hoy se erige la cruz por el homicidio de su hermana Mariana.
El acto criminal fue realizado delante de un niño de 6 años de edad, hijo de la ví­ctima, la mañana del martes 22 del presente mes.
A bordo de una camioneta del grupo cañero Santos, Mariana trató de escapar de los disparos, pero chocó y resultó alcanzada por una ráfaga de balas.
Los sicarios tení­an bien claro que no debí­an fallar, el blanco era la mujer de 26 años de edad, quien casi siempre se hací­a acompañar de su hijo chiquito, al que habí­a que perdonarle la vida.
A toda costa, la vida del pequeño debí­a ser respetada. Ese era el mensaje dado por uno de los señores de la muerte, el cual fue entregado de manera exitosa: los niños no se tocan.
El mensaje fue captado por pocos conocedores del lenguaje criminal, replicado y machacado por la prensa local.

HISTORIA CRIMINAL

Tras su captura en 2017, con el resto de sus coacusados, ílvaro Pérez Santos terminó en el penal de Coatzacoalcos.
Informes sobre los avances de la investigación por el homicidio de la joven contable, indican que ella registra varios ingresos al penal Ostión Duport de Coatzacoalcos, a donde llegaba a visitar a su hermano y a otro detenido con quien trabó amistad cercan.
Dentro del penal de Coatzacoalcos, ílvaro Pérez Santos siguió delinquiendo mediante el comercio de droga al menudeo.
Sus actividades comerciando estupefacientes le granjearon numerosos problemas y diferencias con otros internos que mantení­an el control del CERESO, entre ellos con Ricardo Lozano Trujillo, alias comandante Córdoba, y con alias La Marí­a, los cuales, ante tantos problemas de autogobierno que generaban, resultaron sacados de ese penal para ser enviados a distintas cárceles del paí­s, en noviembre de 2019.
Según las investigaciones, para costear los gastos de los abogados que lo ayudaron a salir libre, ílvaro Santos Pérez solicitó una fuerte suma de dinero a un gran Jefe de la mafia que opera en el sur de la entidad, quien le extendió la suma para agilizar todos los medios legales para que saliera.
Ante el Capo, ílvaro empeñó su palabra. Es decir, se trató de una cuestión de honor.
Con la ayuda económica, ílvaro Santos Pérez salió libre allá por 2019 y pasaron los dí­as, los meses, incluso, el año, y nunca se reportó con quienes le habí­an aportado economí­a para buscar su libertad.
Simplemente desapareció, hasta para su familia.
Tras dejar la cárcel nunca más se supo de él y la deuda fue heredada.
De las investigaciones se desprende que a la familia de ílvaro Santos Pérez, en su domicilio de la colonia Revolución, de Acayucan, comenzaron a llegar avisos de sujetos extraños para que el joven se presentara y respondiese por la deuda.
Como no era localizado, los avisos se convirtieron en amenazas que ílvaro Pérez Santos nunca acató, dejó sola a su familia con la carga de la deuda y con ello, el destino fatalista, historia muy contada, de cómo se resuelven esos agravios en el mundo sórdido.
Hasta la fecha no se cuenta con noticias sobre el paradero de ílvaro Pérez Santos, mucho menos, del paradero de los asesinos de la contadora Mariana Santos Pérez, quien pasó a ser parte de la lista de mujeres que son ejecutadas en un contexto de la violencia derivada de las bandas de la delincuencia organizada.
Son al menos 10 muertes en la zona de Acayucan las que se cuentan en la semana, al parecer, producto de enroques y ajustes de cuentas entre las bandas criminales que se disputan las rentas criminales en ese corredor.