Y también vislumbra que las vacunas contra la pandemia estarí­an listas, quizá, ajá, hacia mediados del año entrante cuando se efectúen los comicios...
Entonces, significarí­a que las campañas de los candidatos a presidentes municipales y diputados locales y federales en Veracruz serán virtuales.
Nada de mí­tines. Tampoco discursitos debajo de los árboles y en auditorios. Nada de andar de casa en casa obsequiando florecitas, besitos y abracitos. Nada de visitas domiciliarias. Nada del regalo masivo de despensas y lentecitos, menos, mucho menos, de casa en casa.
La pelea será, serí­a, pues, por las redes sociales, los tuiters, los facebooks, los whatsapp.
Ta´gí¼eno, qué caray.

PASAMANOS: Las campañas también serí­an a través de las estaciones de rario y televisión. Quizá, algún medio impreso o digital. Pero todo cuesta. Y a veces, muy caro, por ejemplo, unos anuncios televisivos, unos spots radiofónicos. Y el Organismo Público Local Electoral, OPLE, establece un tope. Y lo vigila con lentes de aumento, lupa y microscopio.
La pandemia, modificando por completo el panorama electoral.
Sólo un milagro harí­a quizá que el COVID se vaya en el primer trimestre del año entrante. Pero mientras, a ejercitar la imaginación para que cada aspirante y suspirante cuaje en el corazón social. Más, en aquellos partidos polí­ticos donde los candidatos serí­an elegidos a través de una encuesta, incluida la encuesta a mano alzada.

CORREDORES: Una campaña electoral por Internet implica varios riesgos. El más frecuente, el rafagueo desde el anonimato. Incluso, fotomontajes con gráficas comprometedoras.
De hecho y derecho, la calumnia y la difamación en su más alto decibel, pues identificar a los autores fí­sicos e intelectuales está en chino por más y más amarres tecnológicos anunciados por los genios cibernéticos.

BALCONES: Y si antes, cuando en las campañas priistas decí­an, por ejemplo, que si deseabas conocer el nombre de tu verdadero padre te metieras de polí­tico, ahora, con más razón.
Tan es así­ que decenas de personas han cerrado sus ventanas electrónicas (desde Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, hasta la esposa de López Obrador) y vuelto a la vida normal sin whatsapp ni redes sociales, incapaces de soportar tantos dí­ceres, dimes y diretes, y hasta estupideces.
Nada más feliz que vivir, incluso, sin celular.

PASILLOS: La pandemia revolucionando la vida y la vida electoral y exaltando a nive superior el Internet. Lo bueno es que los polí­ticos están más pendientes, ocupados y preocupados, de las redes sociales que de las columnas polí­ticas publicadas en los medios tradicionales.
Y si antes un columnazo zarandeaba a las elites partidistas y polí­ticas, ahora son los tuitazos, más, mucho más cuando son tuitazos tipo Donald Trump.