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Barandal
Viernes 11 septiembre, 2020

Vivir soñando

•Un trabajo mejor
•Mundo utópico

ESCALERAS: Todos soñamos con un trabajo mejor. Una salud mejor. Una educación mejor para los hijos. Un empleo digno para los hijos. Una casa mejor. Vivir en paz, sin sobresaltos. En reposo. Tranquilos.

Luis Velázquez

Pero el resultado social es catastrófico. 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz, en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Soñar, claro, nada cuesta. Pero así­ hemos vivido la mayorí­a.
Los padres, pobres. Los abuelos, pobres. Los tatarabuelos, pobres.
Lo mejor a la mano es que con todo y limitaciones, cuando menos hay dinerito para comer. Y, bueno, si de pronto, se enfrenta una enfermedad grave y costosa, solo resta encomendarse al ser superior.

PASAMANOS: Pasamos la vida soñando con un empleo mejor, en donde tengamos la seguridad de que es estable y pagado el salario con justicia laboral.
Y en donde cada dí­a vayamos con gusto porque en el trabajo somos felices porque nos gusta y tenemos un buen ambiente con los colegas.
Y porque cada quincena alcance de manera desahogada para cubrir pendientes, pero más, para ahorrar unos centavitos considerando las emergencias y los imprevistos.

CORREDORES: Y soñamos con una familia sana. Y en caso de una enfermedad si hay seguridad social que sea la mejor posible.
Y si se carece, entonces, tener ahorritos para cubrir los gastos.
Y en la vida vamos soñando con una calidad educativa de primera para los hijos, desde la primaria hasta la universidad.
Pero más aún, soñando con que cuando tengan el tí­tulo en la mano encuentren pronto un trabajo digno, pues, ya se sabe, las universidades oficiales educan para volverse empleado, rara, extraordinaria ocasión para poner un negocio y volverse patroncito.

BALCONES: Soñamos con dí­as y noches tranquilas. Sin miedos ni temores. Darí­amos todo, la vida misma, para que un asalto, un robo, un secuestro, una desaparición, un asesinato, una fosa clandestina, estuvieran lejos, como si ocurrieran en el otro extremo del mundo.
Y en caso, ni modo, de sufrir un crimen en la vida, entonces, que la procuración de justicia fuera expedita, pronta, rápida.
Y lo más importante, soñamos con un desarrollo humano para todos en la familia.
Simple y llanamente, que cada quien esté, primero, a gusto consigo mismo, con la vida que lleva, y segundo, a gusto con la familia.
Orgulloso, incluso, de la familia toda.

PASILLOS: Soñar nada cuesta. Lo peor es cuando pasamos los años soñando, viviendo en gerundio, es decir, planeando y planeando, sin apretar tuercas ni cambiar de estrategia si la primera y la segunda y la tercera fallan.
Los polí­ticos teóricos de Roma decí­an que el ser humano vino al mundo para ser feliz y dichoso.
La realidad es que luego de la infancia, la adolescencia y parte de la juventud, los vientos huracanados son en contra y en la lucha suele terminarse derrotado, y lo peor, aniquilado.

VENTANAS: Lucharon los tatarabuelos, los abuelos y los padres por una vida mejor.
Y los años y los siglos caminaron y la mayorí­a poblacional sigue igual, a excepción de las doscientas familias que en Veracruz, digamos, como promedio nacional, son dueñas de más del 60 por ciento de la riqueza natural.
El mundo, ni hablar, dividido entre pobres y ricos. Los ricos, cada vez más ricos. Los pobres, cada vez más jodidos. Las clases medias pasando, quizá, a clases bajas.
Y en medio, la venta burda y barata de la esperanza polí­tica. Las elites polí­ticas ofreciendo el mundo soñado, una patraña, para a su vez, ellos mismos enriquecer a la sombra del poder.


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