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8 Columnas
Lunes 10 agosto, 2020

Pedazos de Historia de Veracruz


Los asesinatos de San Bruno en Jalapa/Gonzalo López Barradas/Parte I

Este 28 de agosto se cumplirán 96 años de los hechos sangrientos ocurridos en 1924 en la fábrica de San Bruno. Acontecimientos que tienen varias versiones contadas por algunos sobrevivientes y todas apuntan hacia los problemas...

sindicales que tení­an los dirigentes con el gobernador Adalberto Tejeda, con los caciques y terratenientes de la región.
Cronologí­a: En 1837 se unieron los comerciantes jalapeños para crear las primeras fábricas: La Industria Jalapeña, La Bella Unión Jalapeña, La Victoria y La Libertad, esta última fue establecida en l841 por el comerciante naolinqueño Bernardo Sayago en los terrenos de la hacienda Molino de san Roque o de la Pedreguera, llamada así­ porque el capitán don José Antonio de la Pedreguera la fundó en el siglo XVIII. Esta hacienda tuvo varios dueños, los Aburto y Oronóz, los Serna y Herrera y Santiago Condón, finalmente en 1842 tuvo un solo dueño: Bernardo Sayago.
"La Libertad o el Molino" producí­a piezas de hilaza, material que se utilizaba para la elaboración de cordeles, cordoncillos, pabilo, ceñidores, manta sencilla y doble ancho, telas estampadas, toallas, colchas de algodón y listados. A la muerte de Sayago, su hermano Antonio vendió la hacienda y la fábrica a Benito Gómez Farí­as, hijo del liberal Valentí­n Gómez Farí­as. A su vez, Benito vendió a la Compañí­a Zaldo quien cambió el nombre de la fábrica El Molino por San Bruno en homenaje al santo patrono de los tejedores. Esta compañí­a habí­a sido creada por el español Bruno Zaldo y Rivera, originario de Pradoluengo, provincia de Burgos en España, quien llegó al Puerto de Veracruz en 1857, a su muerte heredó a Anselmo Román Zaldo, importante empresario que amplió inversiones en el ramo textil, tabacalero y en importación-exportación de productos de sus empresas.
La profunda crisis económica internacional en 1907, provocó fuertes dificultades financieras en el paí­s y a nivel industrial, la baja de la producción textil, el cierre de fábricas y conflictos obreros. Precisamente en san Bruno se gestó un fuerte movimiento en 1908 en apoyo a los huelguistas textileros del valle de Orizaba quienes peleaban mejores condiciones de trabajo. Los obreros se organizaron en la Unión Fraternal de Obreros para exigir a los patrones reducción de la jornada a 8 horas diarias; la abolición al maltrato a los operarios; aumento salarial. Las demandas que los obreros plantearon en San Bruno, no fueron aceptadas y decidieron, como medida de presión, emplazar a huelga.
El movimiento de la Unión lo encabezaron Regino Bonillas, Nicanor Ortiz, Manuel Platas y Ana Marí­a Hernández. La empresa, en represalia, decidió cesar del trabajo a todos los miembros del sindicato, esa acción apresuró el estallido de huelga general que duró seis meses. Durante ese tiempo los trabajadores de San Bruno lograron la unificación de los jornaleros de las otras factorí­as del Estado. Sin embargo, éstos fueron reprimidos por las fuerzas federales y deportados a Quintana Roo. A partir de esa fecha los obreros textiles sufrieron, pero fortalecieron su organización sindical que la llamaron Sindicato Emancipador Revolucionario de Obreros de San Bruno con el propósito de luchar por sus prestaciones económicas y organizar a los trabajadores asalariados de la zona.
A fines del año 1919, convocaron al Primer Congreso Obrero, uniendo a las diferentes representaciones de agrupaciones obreras, la Federación de Obreros de Jalapa la dirigí­a Regino Bonillas, primer secretario general y miembro activo del sindicato de San Bruno. Se incorporaron a la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana) para impulsar también la creación de comités agrarios en los poblados vecinos: las haciendas de Las ínimas, Tezonapa, Almolonga y la Concepción y en las poblaciones de Chiltoyac, Rafael Lucio, Naolinco y banderilla. Estos comités agrarios solicitaron de inmediato dotaciones de tierra que poco a poco les fueron otorgadas. La actividad desplegada por el sindicato de San Bruno benefició a campesinos de Jalapa y la región.
El 31 de enero 1921, la Comisión de Obreros y Campesinos, solicitó oficialmente la repartición de tierras de la hacienda Molino de San Roque compuesta por 498 hectáreas que pertenecí­an a Marí­a Luisa Gómez Farí­as de Dehesa y tierras de la hacienda de Lucas Martí­n, propiedad de Emilia Prusey viuda de Jiménez, con dos mil ciento treinta y dos hectáreas. El gobernador Adalberto Tejeda dictaminó, el 26 de octubre de 1921, que se dotara de 438 hectáreas tomadas, proporcionalmente, de las dos propiedades. Después, el 25 de octubre de 1923, el presidente ílvaro Obregón dio la resolución definitiva y restituyó 553 hectáreas. Una parte de esta donación se ocupó para la construcción de casas a trabajadores, desde el tendejón llamado El Meridiano hasta la Fábrica de San Bruno. La calle se llamó "La calzada de San Bruno".
Desde 1922 el sindicato se fortaleció, entraron a trabajar varios campesinos, panaderos, sastres y albañiles. Entre dirigentes de la fábrica y trabajadores existí­an buenas relaciones hasta que se presentaron miembros del partido comunista llegados de la ciudad de México para integrar un sindicato rojo que estarí­a influenciado por la Confederación Sindical Unitaria de México, central sindical dirigida por el Partido Comunista. El propósito de los miembros del PC era evitar los reajustes y despidos que se estaba anunciando debido a la crisis económica que imperaba desde hací­a meses. Varios trabajadores estuvieron de acuerdo diciendo que entre más fortalecidos estuvieran más seguros estarí­an sus trabajos. Ya estaban afiliados los del sindicato de panaderos y grupos magisteriales. Muchos obreros de la fábrica no aceptaban esas ideas comunistas. El secretario general del sindicato José Hernández aceptó a los comunistas logrando ahondar la división.
Vino entonces la ruptura con la CROM y muchos obreros se cobijaron con la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos) apoyada por el gobierno tejedista y los dueños de la fábrica.
Los propietarios de ingenios azucareros-paneleros y hacendados de la región central del estado no aceptaban que sus trabajadores estuvieran adheridos a sindicatos. Uno de ellos era el cacique de la hacienda de Almolonga, Manuel Parra quien en varias ocasiones advirtió a sus trabajadores de oficina y del campo que no querí­a sindicatos en su hacienda, que cualquier problema que tuvieran los resolvieran con él. Sin embargo, y debido al maltrato que recibí­an, muchos de ellos se afiliaron al sindicato rojo de San Bruno.
Tomaron mucha fuerza los rojos de la CROC por la influencia que tení­an con la CSUM (Confederación Sindical Unitaria de México) dirigida por los comunistas quienes ya habí­an enfrentado a las autoridades estatales y a los moronistas de la CROM a tal grado que sucedió un enfrentamiento entre ambos. Perdieron los cromianos el poder absoluto en San Bruno e idearon una táctica que se tiñó de violencia para poder recuperar el control que tení­an los rojos. Los aliados en esta intentona fueron el gobernador Adalberto Tejeda, los caciques y algunos lí­deres campesinos oficiales. El Partido Comunista estaba apoyado por la central en la ciudad de México y varios maestros y panaderos en Jalapa.
Los manifestantes fueron atacadas a balazos por la policí­a. La sangre proletaria inundó las calles jalapeñas. El periódico "El Machete" publicó el recuento de ví­ctimas: “Este es el resultado del criminal ataque de la policí­a a la manifestación realizada por la juventud comunista: Enrique Vázquez, obrero textil, muerto de dos balazos, uno en la frente y otro en e corazón; Julio Zaragoza, muerto de un balazo en el estómago; Alfonso Mata, ferrocarrilero huelguista, herido con bala de máuser en el antebrazo izquierdo; Eusebio Pérez, textil, con las dos piernas atravesadas por un balazo. Su estado es de gravedad; Cleofas Mendoza, textil herido en el antebrazo derecho y en la pierna izquierda; Emilia Hernández, del Centro Femenil “Rosa de Luxemburgo”, herida en el brazo izquierdo; Aurelio Rodrí­guez, colono, gravemente herido en el pulmón izquierdo”.
Dí­as después, el 14 de junio 1924, el Sindicato Revolucionario de San Bruno, recibió un oficio firmado por el gobernador Tejeda en el cual se comunicaba lo siguiente: “Que si este (sindicato) no aceptaba en su seno a los elementos laboristas que fueron expulsado por la misma organización, se tomarí­an medidas enérgicas”. Los dirigentes sindicales contestaron: “Sostenemos el acuerdo anterior, en el sentido de que los expulsados que quisieran que se reconsiderara su caso, debí­an dirigirse individualmente al sindicato”.
En respuesta, el gobierno envió a la fábrica un despliegue policiaco que incursionó por todas las veredas y caminos que llegaban a la factorí­a. Se apostaron a la entrada. Armados con rifles, pistolas, machetes y cuchillos, así­ abrieron paso a un fuerte grupo de campesinos que cargaban pistolas y garrotes para que pudieran pasar los trabajadores expulsados de la fábrica. El contingente lo encabezaba el general Kelly y Juan Garcí­a dirigente de la Cámara del Trabajo cromista. Al acercarse a la puerta de la fábrica se encontraron con un gran número de obreros que impedí­an el acceso. La tensión fue calmada por los dirigentes sindicales y la policí­a, pues ambos pidieron dialogar. El sindicato aceptó a varios trabajadores “menos a los asesinos, Cerón, Sedeño y otros que eran señalados como matones obreros”.
Por muchas horas los campesinos que habí­an sido acarreados, permanecí­an en guardia afuera de la fábrica. Desesperados, optaron por platicar con las mujeres de la “Rosa de Luxemburgo” y aceptaron que fueron engañados por las autoridades y que los habí­an llevado con engaños. Abandonaron la explanada del sindicato.
El gobernador Adalberto Tejeda no aceptaba que los obreros de san Bruno lo hubieran traicionado volviendo comunista al sindicato y los acusó de malagradecidos pues no hací­a mucho tiempo les habí­a dotado con varias hectáreas de terreno. Por otro lado, el cacique de la hacienda Almolonga, congregación del municipio de Naolinco, Manuel Parra Mata, ya habí­a contactado a su lugarteniente en Jalapa, Marcial Montano Segura…


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