en la ciudad de Veracruz, un hombre de 70 años se fue encima de su pareja porque en estado incróspido quiso tener sexo con su pareja, de 68 años.
Y la señora se negó.
Entonces tomó un machete y la agarró, simple y llanamente a machetazos.
La señora de 68 años pudo conservar la vida. Pero el hombre, enfurecido por el rechazo sexual, le asestó un machetazo en la mano y la hirió.
Sangrando de la mano derecha, la señora Zenobia C. O, se acercó a la puerta de su casa y salió a la calle pidiendo auxilio.
Y los vecinos llamaron a la policí­a.
El hombre se atrincheró en casa y aun cuando la policí­a le pidió saliera se resistió.
Y la poli, dijo, ni modo de allanar la vivienda y no lo detuvo.
Ahora, quizá seguirán de guardia esperando el momento cuando salga a la calle y echarle el guante.
Mientras, claro, la borrachera se le ha bajado y vivirá su realidad adversa.

DESENFRENADA PASIÓN SEXUAL

Muchas cornadas causa el sexo, igual que el hambre.
Por ejemplo, de las historias sórdidas y siniestras publicadas en Veracruz aquella en la sierra de Zongolica, Fidel Herrera Beltrán gobernador y Felipe Calderón Hinojosa presidente de la república, cuando unos militares ultrajaron y mataron a una anciana de unos 75 años de edad.
Los soldados rasos le echaron el montón.
El sexo, revolcándose en sus entrañas.
Y lo más indicativo y significativo en una señora de la séptima, octava década.
Y en la pobreza y la miseria.
Entonces, se armó el jelengue.
Un zafarrancho polí­tico, social, médico y mediático donde hacia el final del camino azaroso, Felipe Calderón, avalado por Fidel Herrera, decretaron que la anciana habí­a muerte de anemia, muerte natural.
Todo, para proteger a los elementos del Ejército y/o al Ejército.
En nombre de la patria, pues.
La versión pública es que en el caso de los feminicidios y las mujeres secuestradas, desaparecidas y asesinadas, son ultrajadas.
Las pasiones sexuales desenfrenadas y descarriladas de todo tipo y en todos los órdenes.