Veracruz Es Una Fiesta
•El góber, en el limbo
•López Obrador, desencantado
•Confió a ciegas
Luis Velázquez
El góber de Veracruz camina en una calle de Xalapa luego de visitar la oficina del SAT y camina solo. Nadie lo pela. Nadie se le acerca. El góber habla en un noticiero televisivo y las mujeres
se pitorrean y cambian de canal.
El góber aparece con foto y una declaración en la prensa escrita y el lector da vuelta a la página.
El góber suscribe pacto federalista, ajá, con sus homólogos para blindar a López Obrador "por el bien de México" solo para quedar bien y congraciarse con el presidente de la república.
El góber lloriquea ante López Obrador que hay una conspiración en su contra que lo quiere derrotar y derrocar y López Obrador le da una cabeceada, sin ocuparse del asunto.
Montón de familiares con hijos y parientes desaparecidos se plantan ante López Obrador en gira en el municipio de Emiliano Zapata porque el góber ha fallado en la política de los más elementales derechos humanos.
Los meseros de Veracruz se lanzan a las calles y avenidas a pedir limosna debido a la recesión, hija de la pandemia, y el góber en el limbo, seguro de que la indigencia está floreciendo en otro país, incluso, pensando, seguro, convencido de que forma parte de la conspiración en su contra.
Las activistas, feministas, ONG y académicas luchando por la despenalización del aborto reciben revés de 4 Ministros de la Suprema Corte de Justicia y el góber feliz y dichoso.
Hay desempleo creciente, descarrilado, fuera de control entre las mujeres de Veracruz y el góber con la obsesiva obsesión de seguir otorgando cargos públicos más jugosos a su Ailett García Cayetano, la esposa del mero mero de la secretaría de Infraestructura y Obra Pública, el junior de Poza Rica, a quien primero impuso como jefa jurídica de la secretaría de Seguridad Pública y ahora como magistrada del Tribunal Superior de Justicia.
En las tardes pasteleras, en la manualidad y en la zumba, las mujeres (solteras, casadas, divorciadas y viudas) se pitorrean del góber y lo menosprecian y desdeñan y reiteran como un político decepcionante, incapaz, ineficiente, ineficaz, en un Veracruz con 6 de los 8 millones de habitantes en la pobreza, la miseria y la jodidez y en donde los días hay un creciente tiradero de cadáveres y de impunidad.
CUITLíHUAC, CASTIGO DE AMLO
Un par de gobernadores, entre otros, tuvieron visión de Estado. Mejor dicho, eran Estadistas. Estadistas en su formación política, social, económica, y sobre todo, humana.
Teodoro A. Dehesa ante Porfirio Díaz Mori, el presidente, y a quien le hacía ver los errores cometidos en su apreciación sobre Veracruz.
Y Adalberto Tejeda Olivares, ante el presidente Alvaro Obregón, y a quien incluso, y en defensa de Veracruz (los indígenas, los campesinos y los obreros) le reviraba.
Carlos Salinas de Gortari definió a Fernando Gutiérrez Barrios como "El hombre-leyenda".
La cepa y la madera de aquellos tres mandatarios en un nicho histórico, mítico y legendario que nunca, jamás, ni volviendo a nacer, tendrá el góber bendecido de López Obrador, con todo y bendición presidencial, pues nadie es inteligente y talentoso, menos Estadista, por decreto.
López Obrador confió demasiado, de forma excesiva, en Cuitláhuac García.
Pero "veinte y las malas" con todo e incienso arrojado a su paso que en el fondo de su realidad política y social, López Obrador estaría, estará desencantado de Cuitláhuac.
Más, cuando a cada rato el presidente de la república recuerda que también es jarocho, hijo de padre nacido en Veracruz y avecindado en Tabasco.
Más grave cuando veinte meses después, la población electoral, la ciudadanía, las mujeres que viven con sencillez se pitorrean del góber en sus círculos amicales.
Un dicho por ahí sostiene que "los pueblos tienen a los gobernantes que merecen".
En el caso, ninguno de los 8 millones de habitantes de Veracruz merecemos el castigo de López Obrador.