Pueblo con miedo
•Familias resguardadas
•Audaces y temerarios
UNO. Pueblo con miedo
La pandemia nos ha convertido en un pueblo con miedo. A, el contagio. Y dos, la muerte. Más, mucho más, la muerte.
Y aun cuando a primera vista son más las personas urgidas de andar en la calle, el centro comercial, el restaurante, la pachanga juvenil en
Luis Velázquez
Tlacotalpan, la carrera de caballos en Jamapa, el pachangón en Xico, la gente en las playas, son más, mucho más, las personas, las familias, la población, acuartelada en sus casas.
DOS. Cada quien su COVID
En los medios publican y transmiten fotografías de avalanchas humanas. Cada quien su cuarentena, las han levantado para seguir viviendo y disfrutando.
Incluso, hay pueblos donde se llega a la locura de asegurar que el COVID es un invento, ya creado y creado por China, Rusia o Estados Unidos.
Y, cierto, a primera vista se mira y advierte mucha gente en los centros comerciales. Pero al mismo tiempo, si consideramos, por ejemplo, los 8 millones de habitantes en Veracruz, suman millones quienes, incluso, temerosos de un contagio y una muerte, seguimos acuartelados.
TRES. Los temerarios
En los días que caminan hubo euforia estudiantil por tomarse la foto de graduados en el bachillerato listos para ingresar a la universidad.
Los chicos fueron llevados al centro de reunión, en tanto los padres permanecieron en sus automóviles, desde luego, expuestos, luego de que unos científicos médicos aseguran que por el aire el virus también viaja, cicla y recicla.
Pero al mismo tiempo, se insiste, son más, miles, millones, las personas respetando las medidas sanitarias, entre otras, sin salir a la calle.
Claro, la foto del alcalde de Tlacotalpan en su comelitona y bailongo y las fotos de la carrerita de caballos en Jamapa y del festín religioso en Xico, son indicativas, pero se trata de elites temerarias, audaces y desafiantes.
CUATRO. Hijos preocupados
Hay hijos angustiados porque los padres seniles son los más expuestos.
Y por eso mismo, en muchísimos casos los hijos se van turnando para hacer los mandados de la despensa y otros pendientes para el diario vivir, prohibido por completo a los padres que ni siquiera asomen a la calle.
Nunca como hoy el éxito de los whatsapp y de las cadenas de oración por tanto confinamiento.
Incluso, el éxito de las páginas pornos en su más alto decibel como terapia para la liberación sexual originada por el encierro.
CINCO. Población resguardada
Hay mucha gente en la calle. Pero bastaría mirar con lupa el barrio, la calle donde se vive, la privada donde se cohabita, los departamentos en el edificio, para comprobar que, en efecto, la mayor parte de la población está resguardada.
Simple y llanamente, se insiste, el miedo, el pánico, el temor y el terror a morir.
Más, cuando se fallece en la más terrible y angustiante de las soledades. Soledad física. Soledad emocional. Soledad espiritual. El cadáver solitario ascendiendo al fondo de la tierra. En el mejor de los casos, las cenizas en la urnas.
SEIS. La naturaleza humana
Por eso, resulta una falacia que el subsecretario de Salud federal, Hugo López, inculpe a los gobernadores, por ejemplo, de la comelitona en Tlacotalpan, la carrera de caballos en Jamapa y el festín religioso en Xico.
La vida es así y de todo hay en la viña del Señor.
Parte de la población está hasta la coronilla con el encierro. Y naturaleza humana al fin, necesita liberarse.
Y a todos que su estampita los cuide, pues el riesgo y el peligro es terrible y espantoso.