Mientras, caray, el presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura, el morenista Rubén Rí­os, se la pasa publicando boletines pagados en los medios exaltando y loando al góber bendecido por AMLO.
En Orizaba, para distraer la pesadilla epidemiológica, el Ayuntamiento lanzó especie de consulta popular para bautizar con nombres simbólicos a un hipopótamo y un león.
Los dos últimos restaurantes icónicos, simbólicos y emblemáticos que cerraron fue “La Merced” en el puerto jarocho, 60 años de servicio, y “Las coronelas” en Xalapa.
Los dí­as que se viven y padecen significan los peores tiempos. Grave, terrible, espantoso, el rastro fatí­dico de la pandemia. Pero más, mucho más grave la recesión, pues la muerte se va dando poco a poco hasta quedarse las familias sin reservas para alimentar a los hijos, los padres ancianos y a la esposa.
Entonces, solo queda una alternativa como es robar, y/o en todo caso, habilitarse como malandro, un negocio próspero y floreciente con todo y adversidad sanitaria.
Lo peor, dicen los expertos, está por venir en materia económica. Unos dicen que hacia el final del camino largo y azaroso habrá doce millones y medio más de desempleados en el paí­s.
La vida será triste, inmensamente triste, y los programas sociales del obradorismo (en el fondo los mismos del priismo y el panismo) serán apenas, apenitas, un aliciente, digamos, para comer unos dí­as.
De ñapa, la denuncia sistemática de las cúpulas empresariales de que el gobierno de Veracruz sigue prefiriendo en obra pública a compañí­as foráneas quizá, digamos como premisa universal, que es una orden federal, y ni modo, “donde manda capitán…” solo basta con bendecir al góber local para tenerlo y mantenerlo de lado.

EL PEOR ATOLLADERO
Una salida al hoyanco económico es la migración a Estados Unidos, con todo y que por ahora han fallecido sesenta y cinco paisanos por el COVID.
Además, de la polí­tica xenófoba, racista y segregacionista de Donald Trump…en precampaña electoral para reelegirse.
Pero cada vez más duro y vigilado el acceso al paí­s vecino. Y ni modo, como “el hambre muchas cornadas da”, entonces, solo resta caminar para allá porque aquí­, la polí­tica económica constituye uno de los peores fracasos para ofertar empleo.
Resulta inverosí­mil, por ejemplo, que en los 4 meses de la pandemia mil empresas hayan quebrado de norte a sur y de este a oeste, dejando como resultado cincuenta mil desempleados.
Y que las ventas de los comercios cayeran en Coatzacoalcos según la Canaco en un setenta por ciento.
Se vive el peor atolladero porque de acuerdo con los datos anteriores hay 50 mil personas, jefes de familia, sin un empleo, y por tanto, sin un ingreso quincenal para llevar el itacate y la torta a casa.
Aun cuando el jefe de familia tendrá o habrí­a tenido ahorritos, a estas alturas están agotados y la desesperación social y económica los flagelará a niveles insospechados, pues los hijos y la esposa necesitan el desayuno, la comida y la cena, pues está canijo irse a la cama en las noches con el estómago vací­o.
Desde luego, en estas horas y dí­as y semanas y meses difí­ciles y rudas, la solidaridad familiar se manifiesta.
Pero… llevamos cuatro meses en la adversidad y toda la paciencia, prudencia, mesura y tolerancia del mundo ha mudado en desesperación social.

LARGO Y KILOMÉTRICO TÚNEL
Resultó impresionante mirar la foto del dueño del restaurante “Las coronelas” de Xalapa con sus empleados avisando que cerrarí­a y también leer en la prensa el aviso de que el café “La Merced” cerrarí­a (aunque fuese de manera temporal) luego de sesenta años de funcionar.
Claro está que las quincenas y meses por venir empeorarán. Los expertos tendrán bolita de cristal para vislumbrar posibles escenarios. Pero en todos los casos serán terribles, pues los vientos son huracanados y ninguna lucecita alumbra el largo y kilométrico túnel de la desesperanza social.
Más negocios, comercios, empresas y changarros quebrados y cerrados. Más desempleo. Hambre.
Dí­as oscuros y sombrí­os. Por más y más que desde el púlpito nacional gritoneen que venceremos y lo que resulta fantasioso, primero, con tantos contagiados y muertos, y segundo, con el imparable quebradero de negocios y el desempleo creciente.
Por lo pronto, los meseros saliendo a la calle para pedir limosna. Al rato, un ejército de desempleados les hará competencia y como en la pelí­cula sobre la recesión en Estados Unidos hacia 1930, los seres humanos y las ratas lucharán en el basurero por un pedacito de comida.