cargando

En twitter:

8 Columnas
Jueves 09 julio, 2020

Historias Memorables


Un feminicidio más
•Diez tiros le dieron
•Soconusco, cimbrado


Héctor Fuentes

Lo primero que llama la atención en Argelia Vázquez Ramí­rez son los ojos grises, o azules, quizá, en la foto de color. Es una mirada escudriñadora, que desde algún rincón del corazón y las neuronas observa, escudriña, taladra.

Y luego, las pestañas que bien pintaditas refulguen en la cara redondita dulce y tierna, piel blanca, muy blanca.
Después, los labios gruesos y chiquitos, parece, digamos, media sandí­a, la famosa sandí­a pintada por Diego Rivera, tan amante de la naturaleza.
Los labios están pintados de un color rojo discreto, tenue, suficientes para exaltar los labios tentadores.
Entonces, el lector se detiene en la frente amplia con la cabellera corta, cortita, como para tiempos de calor tropical, que resbala sobre las orejas y apenas, apenitas, dejan al descubierto la mitad de la oreja izquierda.
La caballera es lacia y ningún cabello está fuera por ahí­, solito, como hierba floreciendo en el trigal.
El cuello es corto y con una blusita con colores mexicanos, pero de baja tonalidad (rojo, verde, amarillo), los hombros quedan al desnudo y multiplican el atractivo.
Unos tirantes aparecen a los lados sosteniendo la blusa.
Y del cuello pende una especie de collar con tiras color negro y la medalla se pierde en la blusa, a la mitad de los senos.
Ella tení­a 38 años y el mediodí­a del martes 7 de julio tomó un tecito con su señora madre, Susana, de 70 años, y con su hija, Susana Marí­a, en su casa, en Soconusco, allí­ donde el presidente municipal levantara un Cristo redentor de 9 toneladas de peso y más de 8 metros de altura para corretear el COVID por si las dudas llegaba por ahí­ para sembrar el terror y la desolación en un tiempo donde la gente está muriendo demasiado rápido, aprisa y con prisa.
Luego de tomar el tecito, Argelia se fue a su casa y de pronto, como llovidos del cielo indí­gena, un par de sicarios entraron a la vivienda derribando la puerta a patadas y le dispararon.
Y si a Rosita Alví­rez le pegaron tres tiros y solo uno era mortal, dice la canción, a Argelia Vázquez Ramí­rez le pegaron diez balazos.
En el pecho y los brazos.
Diez casquillos de calibre .45 milí­metros y .9 milí­metros.
Un asesino era robusto y el otro flaco, casi casi como "El gordo y el flaco" de la vieja serie televisiva norteamericana y/o "El gordo y la flaca" del programa VIP de la tele gringa.
Luego del crimen, el par de sicarios huyó en una motocicleta para fugarse lo más rápido posible, en medio de los automóviles circulando, sin que nadie los detuviera.
Otros, sin embargo, dicen que huyeron en un autor color gris, casi casi "La banda del automóvil gris" a la que en la Ciudad de México perteneciera Gabriela Olmos, "La bandida", su vida llevada al cine con la actriz Sandra Echeverrí­a.
Argelia tení­a un negocito. Un depósito de cerveza en el poblado Villa Juanita, de San Juan Evangelista.
Fama pública en Soconusco que solo permanecí­a tres dí­as a la semana en su casa y los cuatro dí­as siguientes de la semana solí­a desaparecer.
Y cuando le preguntaban su lugar de destino decí­a que iba a trabajar, aun cuando nunca especificaba el lugar y el centro laboral (Notiver, miércoles 8 de junio).
Se consumó así­ un nuevo feminicidio en Veracruz.
Y "veinte y las malas" que habrá de quedar impune, cien por ciento impune, como tantos otros, cientos...


Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.