Mujeres sometidas
•Derecho a vida digna
•Utopía en el cine
ESCALERAS: Desde antes, mucho antes (todavía pendientes) de que las elites gobernantes reconocieran la igualdad de género, en las películas las mujeres ganaban espacios.
Y los ganaban, luchando en el día con día por sus legítimos derechos como una vida digna. Por ejemplo, la historia de un montón de mujeres bragadas, tiempo aquel (vigente aun por desgracia) cuando en el porfirismo
Luis Velázquez
y la revolución se afirmaba que las mujeres habían venido al mundo para obedecer “al pie de la letra”, primero, a los padres, y luego, al patrón en la hacienda, y al último, al marido.
Una vida, pues, de sometimiento desde el nacimiento hasta la muerte.
PASAMANOS: Historias memorables y citables, por ejemplo, en la película “La bandida”, interpretada por la actriz Sandra Echeverría, un relato fascinante de lucha aguerrida sin doblarse ni arrodillarse nunca, jamás, en ningún momento de su vida dura y difícil.
“El tigre de Santa Julia”, donde las mujeres son fundamentales para “robar a los ricos y ayudar a los pobres”.
“Las Adelitas”, la historia de las mujeres peleando al lado de los villistas y zapatistas,
La vida de Frida Khalo, luchando por reinventarse luego del accidente en un autobús urbano de pasajeros que la dejara discapacitada.
La vida de Nahui Ollín, la primera mujer que posara desnuda en México a mitad del siglo pasado.
CORREDORES: En el quinteto de filmes anteriores (hay más, claro), las mujeres alcanzan el altar luchando por los derechos de la población femenina.
La vida de “La bandida”, Gabriela Olmo se llamaba y fue dueña de la casa de citas más famosa en la Ciudad de México hacia 1940, inicia desde niña en su lucha indómita cuando el patrón la agarra a latigazos por la espalda y delante de su padre, que lo aprueba, luego de falsas acusaciones de las niñas bien, niñas VIP, hijitas del dueño de la hacienda.
BALCONES: Y desde entonces, a luchar y seguir luchando el resto de su vida.
Incluso, cuando se une a la revolución, casada con un villista, un general, el jefe del campamento, la intenta violar, y ella, “rápida y furiosa”, logra quitarle la pistola y lo apunta para matarlo.
El asunto llega al escritorio de Pancho Villa y Villa, el general que integrara el ejército más poderoso en el continente con treinta mil guerrilleros, se le cuadra y la respeta “porque es una mujer de armas tomar”.
PASILLOS: El presidente Adolfo Ruiz Cortines otorgó a las mujeres el legítimo derecho a votar, pero nunca otorgó el derecho a ser votadas a un cargo de elección popular.
Fue un político mañoso, a tono con su fama pública. Y con el paso del tiempo las mujeres han continuado, siempre bragadas, luchando por sus derechos, entre otros, los siguientes:
Uno, la famosa cuota de género en los partidos políticos para ser elegidas candidatas a un puesto público y en igualdad que los hombres, así como también en la empresa privada.
Dos, la lucha inconclusa para percibir el mismo salario que los hombres en igualdad de cargos públicos y privados.
VENTANAS: Tres, la lucha por un asunto pendiente y espinoso, lleno de cardos, como es el aborto.
Cuatro, el machismo todavía vigente en los hogares y las familias donde el hijo sigue teniendo mucha mayor libertad que las mujeres.
En las películas, el sueño, la utopía, la ilusión, la esperanza, ha sido posible. Quizá Las Adelitas de la revolución encarnan el ideal puro. Todas ellas, razones poderosas para seguir empujando la carreta, sin doblarse ni arrodillarse.