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Barandal
Sábado 04 julio, 2020

Mujeres sometidas

•Derecho a vida digna
•Utopí­a en el cine

ESCALERAS: Desde antes, mucho antes (todaví­a pendientes) de que las elites gobernantes reconocieran la igualdad de género, en las pelí­culas las mujeres ganaban espacios.
Y los ganaban, luchando en el dí­a con dí­a por sus legí­timos derechos como una vida digna. Por ejemplo, la historia de un montón de mujeres bragadas, tiempo aquel (vigente aun por desgracia) cuando en el porfirismo

Luis Velázquez

y la revolución se afirmaba que las mujeres habí­an venido al mundo para obedecer “al pie de la letra”, primero, a los padres, y luego, al patrón en la hacienda, y al último, al marido.
Una vida, pues, de sometimiento desde el nacimiento hasta la muerte.

PASAMANOS: Historias memorables y citables, por ejemplo, en la pelí­cula “La bandida”, interpretada por la actriz Sandra Echeverrí­a, un relato fascinante de lucha aguerrida sin doblarse ni arrodillarse nunca, jamás, en ningún momento de su vida dura y difí­cil.
“El tigre de Santa Julia”, donde las mujeres son fundamentales para “robar a los ricos y ayudar a los pobres”.
“Las Adelitas”, la historia de las mujeres peleando al lado de los villistas y zapatistas,
La vida de Frida Khalo, luchando por reinventarse luego del accidente en un autobús urbano de pasajeros que la dejara discapacitada.
La vida de Nahui Ollí­n, la primera mujer que posara desnuda en México a mitad del siglo pasado.

CORREDORES: En el quinteto de filmes anteriores (hay más, claro), las mujeres alcanzan el altar luchando por los derechos de la población femenina.
La vida de “La bandida”, Gabriela Olmo se llamaba y fue dueña de la casa de citas más famosa en la Ciudad de México hacia 1940, inicia desde niña en su lucha indómita cuando el patrón la agarra a latigazos por la espalda y delante de su padre, que lo aprueba, luego de falsas acusaciones de las niñas bien, niñas VIP, hijitas del dueño de la hacienda.

BALCONES: Y desde entonces, a luchar y seguir luchando el resto de su vida.
Incluso, cuando se une a la revolución, casada con un villista, un general, el jefe del campamento, la intenta violar, y ella, “rápida y furiosa”, logra quitarle la pistola y lo apunta para matarlo.
El asunto llega al escritorio de Pancho Villa y Villa, el general que integrara el ejército más poderoso en el continente con treinta mil guerrilleros, se le cuadra y la respeta “porque es una mujer de armas tomar”.

PASILLOS: El presidente Adolfo Ruiz Cortines otorgó a las mujeres el legí­timo derecho a votar, pero nunca otorgó el derecho a ser votadas a un cargo de elección popular.
Fue un polí­tico mañoso, a tono con su fama pública. Y con el paso del tiempo las mujeres han continuado, siempre bragadas, luchando por sus derechos, entre otros, los siguientes:
Uno, la famosa cuota de género en los partidos polí­ticos para ser elegidas candidatas a un puesto público y en igualdad que los hombres, así­ como también en la empresa privada.
Dos, la lucha inconclusa para percibir el mismo salario que los hombres en igualdad de cargos públicos y privados.

VENTANAS: Tres, la lucha por un asunto pendiente y espinoso, lleno de cardos, como es el aborto.
Cuatro, el machismo todaví­a vigente en los hogares y las familias donde el hijo sigue teniendo mucha mayor libertad que las mujeres.
En las pelí­culas, el sueño, la utopí­a, la ilusión, la esperanza, ha sido posible. Quizá Las Adelitas de la revolución encarnan el ideal puro. Todas ellas, razones poderosas para seguir empujando la carreta, sin doblarse ni arrodillarse.


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