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Jueves 02 julio, 2020

Veracruz Es Una Fiesta

El plantón de madres con hijos desaparecidos en Emiliano Zapata, frente al campo militar y AMLO, tuvo repercusiones. Una, el presidente de la república se enojó. Luego, inculpó al coronavirus y la sana distancia de dejarlos con la mano tendida. Y dos, destituyó a la titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Ví­ctimas, CEAV, Mara Gómez Pérez.

Luis Velázquez

Claro, en la gira presidencial siguiente, en Hidalgo, un señor de la séptima década también se plantó ante AMLO y exigió la aparición de su hijo secuestrado.
Además, del plantón en el zócalo de la Ciudad México, frente al Palacio Nacional, que para entonces, ya llevaba dí­as, entre ellas, varias madres originarias de Veracruz buscando a los suyos.
Claro quedó. “El presidente ya no quiere ver el plantón” dijo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a Mara Gómez. Y que la cesan (Proceso 2277, Gloria Leticia Dí­az).
Hora, pues, de que los veinte Colectivos o más quizá de Veracruz integrados con padres con hijos desaparecidos, más las ONG del resto del paí­s, pudieran formar un eje común para lograr que tanto el gobierno federal como los estatales se apliquen con hechos y resultados a buscar a los suyos, primero, y segundo, a dar seguimiento a todas y cada una de las fosas clandestinas, y tercero, aplicar la prueba ADN a los restos humanos encontrados al momento.
Veracruz, por ejemplo, es un tiradero de cadáveres, muchos de ellos, en fosas clandestinas.
Desde el año 2011, el primero de Javier Duarte, cuando la desaparición forzada que resulta de la alianza de polí­ticos, jefes policiacos, policí­as y carteles y cartelitos para secuestrar y desaparecer personas, todaví­a hay montón de padres buscando a los suyos.
Incluso, la autoridad ha necesitado alquilar refrigeradores ambulantes en carros de carga para guardar los cadáveres pues los Forenses están saturados.
Y por más y más que los familiares, ví­ctimas también, de los desaparecidos han continuado la búsqueda desde hace 9 años y medio, cada presidente de la república (Enrique Peña Nieto y AMLO) y cada gobernador (Javier Duarte, Miguel íngel Yunes Linares y Cuitláhuac Garcí­a Jiménez) les siguen dando largas a los pendientes, con oí­dos sordos y mano dura y cruel.
Es más, en varias campañas electorales (Yunes y Cuitláhuac), los candidatos juraron que por aquí­ tomaran posesión aplicarí­an una justicia pronta y expedita y fueron engañados.
Peor todaví­a: hasta la medalla Belisario Domí­nguez fue entregada a los Colectivos como parte, confirmado quedó, de una polí­tica de apapachos y mentiras, “tomaduras de pelo” al dolor y el sufrimiento humano.
El plantón de las madres frente a AMLO en su última girita en Veracruz (Xalapa y Perote) estremeció la entraña presidencial.
Y el camino más fácil fue despedir a la titular de la CEAV.
Incluso, y como maquillaje democrático, quizá hasta la desaparición del organismo para recrear otro más, a tono con la versión aquella de que el progreso de la república se mide de acuerdo con el número de instituciones creadas.

OíDOS SORDOS Y MANO DURA
En el trascendido quedó que la renuncia de Mara Gómez se debe al tijeretazo a las dependencias federales en nombre de la llamada austeridad republicana y a lo que ella se habrí­a opuesto, desafiando quizá la autoridad presidencial.
En Proceso 2277 publican, por ejemplo, que el primer manotazo fue de la secretarí­a de Hacienda exigiendo reintegrar el 75 por ciento del presupuesto del gasto operativo de la Comisión Ejecutiva de Atención a ví­ctimas y “lo que la condenarí­a a la parálisis”.
En el estira y ajuste llegaron “las protestas de los familiares de las ví­ctimas por falta de apoyo” y las circunstancias se endurecieron.
Y como la reata suele romperse por la parte frágil, ni modo, su caí­da, pues la titular se puso del lado de las ví­ctimas, pero ni modo, jefaza que daba la cara se convirtió en ví­ctima.
Más, con un subsecretario de Gobernación encargado del área, Alejandro Encinas, “con los oí­dos sordos” y un secretario de Hacienda y Crédito Público “con la mano dura” como indican los pies de grabado en Proceso a sus fotos.
Pero, bueno, ha de partirse de una premisa universal. La desaparición forzada “es un delito de lesa humanidad” que nunca, jamás, prescribe.
Y así­ transcurra ene número de años (Ayotzinapa, matanza de Tlatelolco, la guerra frí­a con Luis Echeverrí­a ílvarez y Gustavo Dí­az Ordaz, etcétera) está vigente, y el gobierno federal de la izquierda en turno moralmente está obligado a seguir investigando, al mismo tiempo de frenarlo.

MUCHO DOLOR Y SUFRIMIENTO
Mucho, demasiado, excesivo dolor y sufrimiento hay en Veracruz y en el paí­s con tantos desaparecidos.
Niños huérfanos. Parejas viudas. Padres ancianos a la deriva social y económica.
Una silla de la mesa del comedor vací­a en el desayuno, la comida y la cena.
Una recámara sin ocuparse. Ropa y zapatos de los desaparecidos en el ropero.
Y la esperanza, ilusión, utopí­a, deseo, sueño, de que algún dí­a, el menos pensado, el hijo, el sobrino, el tí­o, el familiar desaparecido aparezcan en casa.
Y en todo caso, verdad universal dura y cruel, encontrar el cadáver del hijo para la cristiana sepultura.
Por eso, el plantón del 15 de junio en Xalapa de las madres con el enojo del presidente de la república constituye una lucecita, una señal, un aviso indicativo y significativo para seguir empujando la carreta.
Es decir, el único camino digno es la protesta social, porque ni modo que con la renuncia de la titular de la CEAV la lucha termine.
La caí­da de Mara Gómez Pérez fue un ajuste de cuentas interno. Y el sufrimiento y el dolor humano están encima de las pasiones polí­ticas.


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