Pesadilla va pa´largo...
"Sabedlo, príncipes y vasallos". Ya lo dijo el subsecretario de Salud federal y también el Santo Papa y el jaranero de la iguana verde encaramada en el hombro. El coronavirus va pa´largo. Y mientras las tribus políticas siguen peleando por la cuarentena, la verdad es universal. Aquí, en el país, en América Latina, en Europa, China, Japón, Rusia y ífrica, el COVID llegó, sigue y continuará causando estragos.
Luis Velázquez
La Diócesis de Veracruz, por ejemplo, ya reviró con las misas presenciales. Seguirán en línea y en televisión.
Y si parte de los restaurantes, antros, plazas comerciales y cines están reabriendo, allá, entonces, cada quien.
El desastre epidemiológico va para largo. No tiene fecha de caducidad. Y de ñapa, el polvo del Sahara llegando a Veracruz desde el otro extremo del mundo. Y desde luego, un nuevo peligro para las vías respiratorias y los enfermos de asma, alergia y sinusitis, anexos, conexos y derivados.
El encarcelamiento en casa continúa. En un día de la semana anterior, en un solo día, 69 muertos en Veracruz. Dos días después, en menos de 24 horas, 41 muertos.
El cuento obradorista de que volvemos a la normalidad, puro chorizo. Le llamaron "la nueva normalidad", de igual manera, como por ejemplo, Carlos Marx y Federico Engels y Lenin y León Trotsky soñaron con "la dictadura del proletariado".
Y así como están las cosas, entonces, solo resta la cuarentena. Incluso, con tantos muertos quizá convendría convencerse de que sería difícil volver a tomar el café con los amigos, echarse una copita con una amiga, zangolotear el cuerpo en la disco.
Sin duda, una cuarentena eterna.
Tal cual, entonces, solo quedaría apostar a la relectura de libros ya leídos, considerando que la lectura real, eficaz y eficiente, es la relectura.
Volver a escuchar los discos ya oídos. Incluso, ejercitar la memoria aprendiéndose las canciones preferidas. Es más, organizar en casa un concurso parecido a "La Voz" de TV Azteca hoy, de Televisa antes.
Reordenar los papeles de la casa, los pagos de la luz y el agua y el cable y el abonito mensual en la tienda comercial.
Volver a "dar una manita de pintura a las paredes de la casa" como escribió el gran cronista Francisco Ortiz Pinchetti.
Seguir aprendiendo a cocinar y pulir y volver a pulir el difícil arte de tender camas.
Con el COVID pareciera que vamos sobre un camino que cada vez se hace más y más largo, sin cruzarse con un alma.
Y lo peor, un camino más largo y extenuante porque está lleno de tristeza.
Tristeza desbordada.
Todos tenemos, a veces, familiares ya fallecidos por la pandemia. Unos amigos. Unos compañeros. Unos conocidos. Unos vecinos.
Los padres ancianos de unos amigos queridos.
Y por tanto, la muerte se siente cerca, merodeando en la calle.
Pero, bueno, la mitad del mundo y la otra mitad siguen caminando los días con la esperanza, primero, de que algún día, lo más pronto, pase la pesadilla.
Segundo, de que el mayor número de personas sobreviva.
Lo peor, sin embargo, el desempleo.
"LA VERDAD CRUDA Y PELONA"
El pronóstico de los expertos es que la recesión, que ya está, se recrudecerá en niveles insospechados.
Ellos calculan unos doce millones y medio más de personas desempleadas únicamente en México.
Negocios, comercios y changarros quebrados y cerrados.
Despido incalculable de empleados.
Industrias y fábricas reduciendo el número de trabajadores al máximo.
En unos casos, si bien les ha ido, otros enviados a casa con la mitad del pago salarial.
El aviso de las cúpulas empresariales que más negocios serán cerrados, porque simple y llanamente, están quebrados.
Agobiados por la pandemia.
Agobiados por el desempleo.
Agobiados porque los ahorritos ya se acabaron o se están acabando luego de más de 4 meses de encarcelamiento familiar.
Agobiados por los días que vendrán sin esperanzas concretas y específicas.
Agobiados, incluso, porque las elites políticas de los partidos siguen peleando por su verdad universal para combatir el bichito chino y pontificando sobre el paraíso socialista.
"La verdad cruda y pelona es que ningún motivo existe para el optimismo" escribiría Ortiz Pinchetti.
EL PEOR DE LOS MUNDOS
Hace cien años, la última pandemia. Hace 90 años, la peor recesión en Estados Unidos. En una película escenificada por Russel Crowel describen los peores estragos de la recesión en el país vecino. Por ejemplo, las ratas peleando con los humanos por los residuos de comida en la basura. Días, los padres sin comer dando los pocos y escasos alimentos a los hijos menores. La gente, tocando puertas por todos lados en negocios y comercios para una oportunidad laboral "de lo que sea" y con el salario que se pueda.
En el año 2005, Russel Crowe filmó la película "Cinderella Man". Es la historia de una leyenda del boxeo norteamericano, Braddock. Se vive y padece en EU el tiempo canijo de la recesión que va de los años 1928 a 1935. Siete, ocho años en la terrible y espantosa depresión económica.
Ya retirado, el boxeador vuelve al ring por una sola razón de peso y con peso. Llevar unos centavitos a casa para alimentar a los hijos y a la esposa. Y acepta peleas, incluso, callejeras.
Simple y llanamente, la lucha por la dignidad humana.
Muchas historias habrá en el país, y por añadidura, en Veracruz, para llevar el itacate y la torta a casa ahora cuando la recesión cause peores estragos, todavía por venir.
La peor de la pandemia será, es mejor dicho, la recesión.
Miles y miles de jefes de familia, sin un empleo. Y si los llegaran a tener, con salarios insultantes.
Y el peor estado de salud física.
Más terrible todavía la salud mental.