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Sábado 20 junio, 2020

Gutierritos de la polí­tica

Un año y medio después y luego de ser bendecido por AMLO, es hora, digamos, de que el góber jarocho muestre personalidad propia, aun cuando el 15 de junio las protestas de familiares de desaparecidos, médicos y enfermeras y presos de Aldama lo descobijaron.

Luis Velázquez

Durante más de 18 meses, su estilo personal de ejercer el poder se ha reducido a una simple copia Xerox, y mala copia, del obradorismo.
Pareciera que su equipo está pendiente de las mañaneras para luego enseguida, en automático, adoptar los enunciados importantes y aplicarse en Veracruz como la obra polí­tica.
Simple caja de resonancia. El Gutierritos de la polí­tica. El mimetismo en su más elevado decibel. Por eso, quizá, ha sido declarado el gobernador más leal del Golfo de México. Honesto. Honrado… que otra cosita, mil años luz de distancia, es la eficiencia y la eficacia en la tarea de gobernar.
Claro, dirí­a el sicólogo de la esquina, en polí­tica entre más te pareces y copias al jefe máximo, mayores posibilidades de éxito.
Miguel ángel Yunes Linares entró a la historia local como el góber con mano dura.
Javier Duarte, el desdén social fue su caracterí­stica.
Fidel Herrera Beltrán, la cabeceada a los demás con su inteligencia incandescente.
Miguel Alemán Velasco, el góber lejano, la indiferencia.
Patricio Chirinos Calero, el gran ausente. Se la pasó en Los Pinos con su amigo Carlos Salinas. “La ardilla” le apodaba Porfirio Muñoz Ledo.
Dante Delgado Rannauro, el hiperactivo.
Fernando Gutiérrez Barrios, el frí­o y calculador.
Agustí­n Acosta Lagunes, mucha administración y poca polí­tica, el lema porfirista.
Rafael Hernández Ochoa, mucha polí­tica y poca administración.
Fernando López Arias, la mano firme.
Un año y medio después, Cuitláhuac Garcí­a se habrí­a definido a sí­ mismo cuando se declarara fifí­ y sadabada, que tanto le gusta con su solterí­a a los 52 años de edad… que feliz es.
Pero en el otro lado del paraí­so socialista, desdibujado. Lo peor entre lo peor, pocos, excepcionales, quizá su gabinete, lo respetan y admiran.
Tení­a todo para trascender, sobre todo, bendecido por el presidente de la república para la obra pública en Veracruz, pero ha pasado dieciocho meses viviendo en gerundio, es decir, planeando y planeando el futuro.
El, claro, y el gabinete. Y/o parte del gabinete, pues, y por ejemplo, el secretario General de Gobierno está convertido en un coleccionista de cargos públicos que cada vez se queda con más pelotas y canicas, acariciando el legí­timo sueño de la candidatura de MORENA a gobernador en el año 2024.
Los vací­os de poder, dice el politólogo en el café, siempre son ocupados por otros.

AMLO JAROCHO
El góber marrón y guinda sabrá su jugada y su pichada. Posgraduado en Alemania donde inventó un misil, un misil que necesita para crearse y recrearse imaginación fértil y neuronas frí­as, moverá sus canicas con un objetivo superior que aquí­, por estrechez de miras, cuesta difí­cil vislumbrar.
Y por más y más que se juega a las adivinanzas, todo indica, hay un cable fundido en la bolita de cristal.
Por ahora, sin embargo, tiene la más elevada misión (y privilegio) a que puede aspirar un polí­tico como es gobernar su entidad natal.
Más, como en su caso, con una carrera polí­tica meteórica que lo llevó en el menor tiempo posible al más elevado rango como es de diputado federal (curul inconclusa) a la jefatura del Poder Ejecutivo Estatal, jefe de jefes, tlatoani, gurú, chamán, Odorico Cienfuegos, el mandamás.
Así­, intriga el desdoro de su personalidad en que parece despreocuparle la búsqueda de una identidad propia.
Y quizá el modelo Ernesto Che Guevara serí­a ilustrativo.
Al triunfo de la revolución cubana, el Che quedó asombrado cuando la mitad del pueblo cubano y la otra mitad se desviví­an por tomar Coca-cola en vez de agua.
Además, el hábito y la costumbre estaba tan arraigado que resultaba tarea titánica cambiar de práctica.
Entonces, el Che Guevara ordenó a los cientí­ficos cubanos, doctores, nutricionistas, sicólogos, etcétera, crear y recrear una Coca-cola… cubana, parecida a la norteamericana, pero con sabor tropical, incluso, con sabor a pachanga y bailongo, el disfrute supremo de las tentaciones del cuerpo.
Aprobada la propuesta, Fidel Castro la avaló y en Cuba circuló la Coca cubana.
Cuitláhuac Garcí­a necesita reinventarse ante AMLO. El Amlove jarocho.
Desde luego, resulta lógico, natural, que cuando se admira a una persona o personaje, además, absorbente, el interlocutor queda hipnotizado y alucinado y ocurre el famoso fenómeno sicológico del mimetismo.
Sucede mucho con los niños, por ejemplo, muchos que declaran su héroe universal a Superman y dí­a llega cuando hasta creen que pueden volar, se ponen la máscara y la capa y se lanzan… al vací­o.
AMLO es el héroe de Cuitláhuac. Lo bendijo con la curul federal y la silla embrujada del palacio de Xalapa. Todo se le debe al presidente tabasqueño. Incluso, hasta el triunfo en las urnas a mediados del año 2018.
Pero la magia y la alucinación ya como gobernador es otra cosita. De por medio están los 8 millones de habitantes de Veracruz, 6 de los cuales, en la pobreza y la miseria y que un año y medio después, están igual o peor que en el tiempo priista y panista.
El góber se siente honrado con que le llamen copia Xerox de AMLO. Pero la población cada vez se desencanta.


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