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Escenarios
Viernes 05 junio, 2020

Amar en Veracruz

•Celos impulsivos
•Navajeó a la novia

UNO. Amar en Veracruz

En el poblado de Tecamalucan, Acultzingo, Alejandro N discutí­a con la novia. Celoso con pasión insensata y desquiciante, le reprochaba una relación amical. A lo lejos, en la tarde que se iba, se escucharon los chillidos de una gata. Y el corazón se le alebrestó.

Luis Velázquez

Y como mago en un circo pueblerino sacó una navaja y se le fue encima, sobre el cuello. Y la hirió.
Y cuando vio la sangre escurrir le entró el miedo. Y huyó, mientras ella desangraba.
Los vecinos llamaron a Emergencias y los paramédicos la trasladaron a Urgencias del Hospital Regional de Rí­o Blanco.
El último reporte es que se debate, como dicen los clásicos, “entre la vida y la muerte”.

DOS. José Vascon… celos
Fue una puñalada de amor. Pasiones enloquecedoras que suelen darse.
Los amigos de José Vasconcelos, rector de la UNAM, secretario de Instrucción Pública del presidente ílvaro Obregón, dividieron su apellido en dos partes. Vascon/celos.
Era desgarrador, indomable, en los celos. “Antes que la lujuria, decí­a, conocí­ la soberbia”.
En Francia, su pareja, Angélica Rivas Mercado, se fue a la iglesia de Notre Dame. Allí­, sacó una pistola de la bolsa de mano y pegó un tiro.
Los celos de Vasconcelos la habí­an desquiciado y se creyó y sintió atrapada y sin salida.

TRES. Domar los celos
Con los celos, dice el sicólogo, se ven visiones y la imaginación alcanza niveles desquiciantes.
“Mí­a o de nadie” es la premisa. Igual, igualito, Alejandro, de Acultzingo, con su novia.
Pareciera, incluso, que ninguna terapia sicológica existe ni funciona para domar los celos y que son parte de la naturaleza humana.
Se ama y se odia. Se guarda rencor y se perdona. Se ofende y se disculpa. Pero en materia de celos, la pandemia es inderrotable.

CUATRO. Cóctel explosivo
Con los celos, la vida es un infierno. Y por lo regular, la mujer vive azorrillada, temerosa de un arranque frenético de violencia mortí­fera.
No hay cura, y menos, si la mujer “también es de armas tomar”, pues la pareja termina liquidándose.
Cóctel explosivo: celos, más alcohol, más imaginación calenturienta, más pistola, cuchillo o machete. Más machismo.

CINCO. Vivir sin sosiego
Peor, entonces, los celos en las regiones indí­gena y campesinas.
Sin controles humanos ni sociales, ni menos sicológicos, en nada el corazón y la imaginación encuentran sosiego.
El cuerpo tiembla de amor, pero más se estremece con los celos.
Asombroso: en Cien años de soledad, que cien años dura la historia de los Buendí­a, ningún arranque de celos.
Hay amores desaforados, pero en ningún momento los celos se atraviesan.
En Macondo se vivió y gozó el amor intenso y frenético, reposado, en el paraí­so terrenal, porque nunca los celos envenenaron la pasión amorosa.

SEIS. Persona insegura
Hay noviazgos, matrimonios y parejas disueltas por los celos. Hijos huérfanos por los celos. Hombres viudos por los celos. Las mujeres ví­ctimas de los celos del marido terminan agarrando sus cosas y se van con el divorcio por delante.
Más, porque la compañera siniestra de los celos es la venganza.
Vascon/celos, por ejemplo, enloquecido, solí­a enviar cartas a la pareja de su ex amada amante donde le contaba las posiciones del Kamasutra que ambos practicaban en el amor frenético…, hasta que fue demandado en el tribunal.
El celoso, dice el sicólogo, es una persona insegura, influenciable, acelerable, hipnotizada con su imaginación calenturienta y en donde de tanto vislumbrar una realidad la termina creyendo.
Hay quienes después de los estragos de los celos se pegan un tiro.


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